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15 marzo, 2021

Virtualidad: Cómo la pandemia modificó de plano, conductas y hábitos humanos

Hemos abandonado el dinero por las tarjetas. Compramos más por internet, pero cada vez menos ropa. Fumamos menos y adoptamos más animales. Los datos reflejan una transformación de lo cotidiano que puede haber llegado para quedarse

No olvidar la mascarilla al salir de casa. Gel hidroalcohólico en cada esquina. Videollamadas con la abuela que antes casi ni sabía usar el móvil. La pandemia ha trastocado lo cotidiano.

Algunos son cambios muy visibles -mascarillas, videollamadas-, pero un análisis estadístico de diferentes sectores en 2020 muestra otros hábitos en los que no solemos reparar tanto: hemos abandonado el dinero físico o compramos un 40% menos de ropa porque, ¿para qué estrenar un vestido nuevo en casa?.

Quienes tienen trabajo, ahorran más y compran menos pisos por miedo al futuro. Estudiamos y trabajamos a distancia; vamos menos al gimnasio y hacemos más deporte en la calle, fumamos y bebemos menos en general, pero algo más en el hogar. Los restaurantes han sido sustituidos por la comida a domicilio. Viajamos mucho menos, claro. Y es probable que cuando las restricciones se levanten muchos hábitos cotidianos no vuelvan a ser como antes.

 

Salida de casa

 

La pandemia de coronavirus ha trastocado las rutinas diarias de las familias. La mascarilla se ha convertido en un accesorio obligatorio en cualquier espacio público, mientras que en los espacios cerrados la ventilación es ahora imprescindible para mantener el aire limpio. Pero salir de casa no es siempre una opción, tanto por la imposición del teletrabajo, que ha llegado a triplicarse en 2020, como por la necesidad de atender a un menor en cuarentena. Tras las vacaciones de Navidad, el 1,2% de las aulas, unas 4.000, llegaron a estar confinadas. El mayor pico fue en octubre, con un 2%.

 

Entrada al colegio y transporte público

 

Niños arremolinados y padres charlando era la estampa característica de la entrada a un centro escolar hace un año. Ahora, cada grupo familiar aguarda en una fila, separado del resto por 1,5 metros de distancia. Los niños entran de uno en uno, se desinfectan los zapatos y un responsable del colegio les toma la temperatura. Una vez que los padres han dejado a sus hijos en la escuela, prefieren tomar el coche si tienen que dirigirse al trabajo. El transporte público ha experimentado una caída de entre un 40% y un 50% en 2020, mientras que los desplazamientos en coche lo han hecho entre un 15% y un 20%.

Teletrabajo o presencial

 

La distancia social se ha impuesto en los centros de trabajo, donde ahora es muy habitual encontrar asientos alternos vacíos, para guardar una distancia de al menos 1,5 metros. También han desaparecido las comidas grupales —sustituidas por almuerzos individuales en la propia mesa—, se han reducido las reuniones y fomentado las videoconferencias y se han extremado las medidas de limpieza, cumpliendo con las recomendaciones ofrecidas por el Ministerio de Salud en la guía de Buenas prácticas en los centros de trabajo. De acuerdo con estos consejos, las empresas también deben facilitar todos las medidas de protección que sean necesarias para los trabajadores que desempeñan su función de cara al público.

 

Compras y vida social

 

Aunque los supermercados y tiendas de productos de primera necesidad han permanecido siempre abiertos desde que estalló la pandemia, muchos consumidores se han decantado por el comercio electrónico, que ha pasado en un año del 9% al 14%, es decir, ha crecido lo mismo que en los cinco años anteriores. Mientras tanto, las relaciones sociales se han desmoronado. Las visitas a familiares —muchas residencias han limitado o prohibido las visitas por la pandemia— y a amigos han sido sustituidas por las videoconferencias. Zoom ha pasado en un año de 10 millones de usuarios a 300 en todo el mundo.

 

Ocio audiovisual y cena

 

El número de espectadores en el cine ha caído de los 105,5 millones de 2019 a 28,2 millones en 2020. El teatro también ha experimentado un gran retroceso, con un desplome del 62%. De forma paralela, las plataformas de televisión en streaming han multiplicado el número de abonados.

De acuerdo con una encuesta, en 2019 el 35,3% de personas entrevistadas aseguraron que habían consumido películas o series en Netflix. En 2020, ese porcentaje ha pasado a un 44,9%.

Otro de los grandes damnificados en el sector del ocio ha sido la restauración: el número de bares y restaurantes ha caído en un año un 27%. Al mismo tiempo, se ha disparado el reparto de comida a domicilio y entre Glovo, JustEat y UberEats han pasado de sumar conjuntamente 23.000 restaurantes adscritos a 44.000.

Definitivamente la pandemia ha dado un vuelco en los hábitos y la conducta humana vinculada precisamente a su modo de socialización. Un tema por demás importante en la construcción individual y el avance como especie.

 

Socialización, clave para el cerebro

 

Según el antropólogo Guillermo Bisbal, en un artículo de su autoría explica que la importancia de la socialización para el desarrollo del cerebro es clave.

«Somos seres sociales y como tal necesitamos estar en contacto (socialización) para sobrevivir. Nuestra condición humana está definida por la cultura, y esta no se desarrolla estando aislados. Incluso, se puede decir que interactuar con otras personas es la mejor manera de desarrollar plenamente el cerebro. Por lo tanto, es de suma importancia entablar relaciones de amistad y de compañerismo. No solo para mantener la salud emocional, sino también para mantener el cerebro lo más activo posible. De esta manera, toda persona sociable suele favorecer la salud de su cerebro. Protegiendo su cerebro contra el deterioro cognitivo y la demencia».

Estudios recientes en antropología biológica demuestran la importancia de la socialización en el desarrollo evolutivo del cerebro. Sin las relaciones sociales no nos hubiéramos actualizado hasta ser quienes somos. Además, desgraciadamente hay casos muy ilustrativos en cuanto a qué sucede si alguien pasa sus primeros años aislado. Dentro de estos casos encontramos aquellos que son conocidos como los “niños salvajes”.

Así, los beneficios de la socialización para el desarrollo del cerebro y los efectos negativos de su falta serán expuestos con mayor detalle a continuación.

El ser humano es el animal con el cerebro más complejo. Un órgano que nos permite desarrollar un sistema de comunicación a través del lenguaje. Además, además nos da la posibilidad de tomar decisiones complicadas, crear objetos con sus propias manos e incluso dominar a otras especies y al medio ambiente.

Según Daniel White, especialista en evolución cerebral, lo que permitió este gran desarrollo cerebral fue la socialización. Para el experto, la vida en sociedad impulsó nuestra evolución cerebral.

Las diferentes situaciones ambientales y sociales hicieron de estímulo para que el cerebro el cerebro desarrollara procesos superiores. Dando como resultado cerebros con mayor capacidad para memorizar, mayor precisión para dirigir las manos y el uso y desarrollo del lenguaje (todos factores evolutivos que facilitaron nuestras vidas en los últimos 300.000 años).

La importancia de la socialización para el desarrollo del cerebro se puede apreciar al comparar la maduración del cerebro humano con el caso de otros primates. El cerebro de un chimpancé madura durante la gestación y cuando nace su cerebro ya está prácticamente formado. A los dos años, el cerebro de los chimpancés ya ha alcanzado el volumen del cerebro adulto.

En el caso del ser humano, la maduración de su cerebro se pararte entre el periodo de gestación y más allá de los dos años de vida. Así, por ejemplo, nuestro cerebro alcanza el volumen de el de un adulto a los 7 años., cuando ya el niño o niña debería estar preparado para las primeras interacciones sociales sencillas.

Sin embargo, aunque ya no se haga mayor en tamaño, el cerebro humano se sigue moldeando hasta los 25 años, periodo en el que la socialización juega un papel muy importante. De hecho, es tan importante que influye de manera determinante en la maduración cerebral.

 

Efectos de la carencia

 

Asimismo el catedrático explica que la falta de socialización afecta de diferentes maneras a la maduración cerebral. Es tan perjudicial que impacta y retrasa el desarrollo cerebral en general, sobre todo, en los primeros años de vida. Así, la ausencia de relaciones sociales con las que se produzcan interacciones de calidad no solo afectan el ánimo y la conducta, sino también la salud cognitiva y a la motricidad.

La falta de socialización tiene mayores efectos en la etapa infantil. En los primeros 10 años de vida, el ser humano adquiere y perfecciona muchos de sus procesos psicológicos superiores, como el lenguaje. Ejemplos de estos efectos perjudiciales son los casos de los “niños salvajes”. Para asegurar estos beneficios debemos tratar de ser personas lo más sociables posibles. Esta socialización con otras personas debe hacerse preferiblemente de manera oral, aunque también tiene ciertos beneficios hacerlo a través de la escritura.

Para aquellas personas que pasan aisladas buena parte de su tiempo pueden tomar ciertas medidas para no perder los estímulos que el contacto social genera. Y buscar ayuda de profesionales si la situación de aislamiento es severa. Las líneas telefónicas de ayuda y centros sociales son una buena opción para empezar. También la asistencia de un psicólogo puede ser de gran ayuda. De esta manera, el desarrollo y la activación del cerebro siempre estará asegurada. Para los más jóvenes, el cerebro se madurará gracias a la socialización. Para los mayores el cerebro se mantendrá activo y no se deteriorará más rápido gracias a la socialización. Después de todo, los seres humanos somos seres sociales. Datos sumamente importantes frente a la ‘nueva normalidad’ que vayamos adoptando.

 

*EP, LMEM