Así lo advierte un informe del Foro Económico Mundial de Davos. Cinco de los 10 principales riesgos mundiales están relacionados con el medioambiente.
Por Andrés Sanguinetti
Apartir de la virulencia con la que se ha presentado la variante Ómicron durante lo primeros días de este 2022, el Covid -19 y sus consecuencias económicas y sociales se mantienen como la principal amenaza para el mundo.
La inequidad en el reparto de vacunas y la recuperación económica desigual que muestran los países podrían agravar las fracturas sociales y las tensiones geopolíticas.
Pero detrás aparece el deterioro planetario y el impacto en los recursos imprescindibles para la vida: tierra, agua, aire y sol, que son los que garantizan todas las demás producciones humanas.
Por lo menos así lo sostiene un documento del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) en el cual se advierte que en los 52 países más pobres donde reside el 20% de la población mundial, solo el 6% de sus habitantes fue vacunado hasta ahora.
En su 17º edición, el informe anima a crear políticas que gestionen los riesgos y den forma a la agenda para los próximos años. Explora cuatro áreas de riesgo emergente como son ciberseguridad, competencia en el espacio, transición climática desordenada y presiones migratorias, cada una de las cuales requiere una coordinación global para una gestión exitosa.
“Los gobiernos, las empresas y las sociedades se enfrentan a una presión cada vez mayor para frustrar las peores consecuencias”, asegura la encuesta del WEF en la que además se anticipa la probabilidad de que cualquier transición que logre el objetivo de cero emisiones netas para 2050 sea desordenada.
Consecuencias de la pandemia
En este marco, se advierte que las consecuencias económicas de la pandemia se están agravando con los desequilibrios del mercado laboral, el proteccionismo y la ampliación de las brechas digitales, educativas y de habilidades que corren el riesgo de dividir el mundo en trayectorias divergentes.
En algunos países, la rápida implementación de vacunas, las transformaciones digitales exitosas y las nuevas oportunidades de crecimiento podrían significar un regreso a las tendencias previas a la pandemia en el corto plazo y la posibilidad de una perspectiva más resistente en un horizonte más largo.
Sin embargo, muchos otros países se verán frenados por las bajas tasas de vacunación, el continuo estrés agudo en los sistemas de salud, las brechas digitales y los mercados laborales estancados.
Estas divergencias complicarán la colaboración internacional necesaria para abordar los impactos cada vez mayores del cambio climático, gestionar los flujos migratorios y combatir los riesgos cibernéticos peligrosos.
El estudio anticipa además que para el 2024, las economías en desarrollo (excluida China) habrán caído un 5,5 % por debajo del crecimiento del PBI previsto antes de la pandemia, mientras que las economías avanzadas lo habrán superado en un 0,9 %, lo que ampliará la brecha mundial de ingresos.
A partir de estas cifras, el documento advierte que la divergencia global resultante creará tensiones, dentro y fuera de las fronteras, que corren el riesgo de empeorar los impactos en cascada de la pandemia y complicar la coordinación necesaria para abordar desafíos comunes, incluido el fortalecimiento de la acción climática, la mejora de la seguridad digital, la restauración de los medios de vida y la cohesión social y la gestión de la competencia en el espacio.
La predicción forma parte del Informe de riesgos globales 2022 donde se presenta los resultados de la última Encuesta de percepción de riesgos globales (GRPS), seguida de un análisis de los riesgos clave que emanan de las tensiones económicas, sociales, ambientales y tecnológicas actuales.
El informe concluye con reflexiones sobre la mejora de la resiliencia, extraídas de las lecciones de los últimos dos años de la pandemia de Covid-19, además de anticipar que las percepciones de los riesgos globales resaltan las preocupaciones sociales y ambientales para este año.
Cuando se les pidió que revisaran los últimos dos años, los encuestados perciben los riesgos sociales, en forma de “erosión de la cohesión social”, “crisis de medios de vida” y “deterioro de la salud mental”, como los que más han empeorado desde la pandemia. Solo el 16% de los encuestados se siente positivo y optimista sobre las perspectivas del mundo, y un 11 % cree que la recuperación global se acelerará.
En cambio, la mayoría espera que los próximos tres años se caractericen por una volatilidad constante y múltiples sorpresas o trayectorias fracturadas que separarán a los ganadores y perdedores relativos.
Para los próximos cinco años, señalan los riesgos sociales y ambientales como los más preocupantes, aunque en un horizonte de 10 años, la salud del planeta domina las preocupaciones teniendo a los riesgos ambientales como una de las cinco amenazas a largo plazo más críticas para el mundo, así como las más potencialmente dañinas para las personas y el planeta, con “acción climática”, “fracaso”, “clima extremo” y “pérdida de biodiversidad” clasificándose como los tres riesgos más graves.
Los encuestados también señalaron las “crisis de la deuda” y las “confrontaciones geoeconómicas” como algunos de los riesgos más graves para la próxima década.
Los riesgos tecnológicos, como la “desigualdad digital” y la “falla de la ciberseguridad”, son otras amenazas críticas a corto y mediano plazo pero retroceden en las clasificaciones de largo plazo y ninguno aparece entre los potencialmente graves, lo que indica un posible punto ciego en las percepciones de riesgo.
El aumento de los precios de las materias primas, la inflación y la deuda son otros riesgos emergentes. Además, la pandemia continúa sofocando la capacidad de los países para facilitar una recuperación sostenida.
A partir de estas presiones internas de corto plazo, el documento advierte que los gobiernos tendrán dificultades para concentrarse en las prioridades a largo plazo y limitarán el capital político asignado a las preocupaciones globales.
La “erosión de la cohesión social” es una de las principales amenazas a corto plazo en 31 países, incluidos Argentina, Francia, Alemania, México y Sudáfrica del G20.
Se espera que se amplíen las disparidades que ya eran un desafío para las sociedades porque se prevé que 51 millones de personas más vivirán en la pobreza extrema en comparación con la tendencia anterior a la pandemia, a riesgo de aumentar la polarización y el resentimiento dentro de las sociedades.
Transición en riesgo
De las preocupaciones también se desprende que una posible transición climática desordenada exacerbará las desigualdades.
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En el informe, a medida que el mundo entra en el tercer año de la pandemia, los riesgos relacionados con el clima dominan la lista de mayores preocupaciones por impacto y probabilidad, sobre todo a largo plazo, donde cinco de los 10 principales riesgos mundiales están relacionados con el clima o el medio ambiente.
En su 17° edición, el informe anima a los líderes a pensar más allá del ciclo de informes trimestrales y a crear políticas que gestionen los riesgos y den forma a la agenda de los próximos años.
En este sentido, los encuestados del GRPS clasifican el “fracaso de la acción climática” como la principal amenaza a largo plazo para el mundo y el riesgo con los impactos potencialmente más graves durante la próxima década.
“El cambio climático ya se está manifestando rápidamente en forma de sequías, incendios, inundaciones, escasez de recursos y pérdida de especies, entre otros impactos”, detalla el informe que también recuerda que en 2020, varias ciudades experimentaron temperaturas extremas que no se habían visto en años, como un máximo histórico de 42,7 °C en Madrid y un mínimo de 72 años de -19 °C en Dallas, y regiones como el Círculo Polar Ártico han tenido un promedio de verano temperaturas 10°C más altas que en años anteriores.
“Los gobiernos, las empresas y las sociedades se enfrentan a una presión cada vez mayor para frustrar las peores consecuencias”, determina el informe que también advierte que dadas las complejidades del cambio tecnológico, económico y social a esta escala, y la naturaleza insuficiente de los compromisos actuales, es probable que cualquier transición que logre el objetivo de cero emisiones netas para 2050 sea desordenada.
Si bien recuerda que las restricciones contra la pandemia redujeron las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), las tasas volvieron a aumentar en el 2020 más rápido que el promedio durante la última década.
¿Alejarse o no de las industrias intensivas en carbono?
“Los países que continúan por el camino de la dependencia de los sectores intensivos en carbono corren el riesgo de perder la ventaja competitiva a través de un mayor costo del carbono, menor resiliencia, incapacidad para mantenerse al día con la innovación tecnológica y un apalancamiento limitado en los acuerdos comerciales”, anticipa la encuesta del WEF.
Sin embargo, advierte que alejarse de las industrias intensivas en carbono, que actualmente emplean a millones de trabajadores, desencadenará volatilidad económica, profundizar el desempleo y aumentar las tensiones sociales y geopolíticas.
La adopción de políticas ambientales apresuradas también podría tener consecuencias no deseadas para la naturaleza ya que aún existen muchos riesgos desconocidos derivados del despliegue de tecnologías biotécnicas y de geoingeniería no probadas.
En el caso de los mercados verdes mal regulados, la encuesta sostiene que podrían crear monopolios, mientras que la falta de apoyo público para las transiciones en el uso de la tierra o los nuevos esquemas de precios podrían crear complicaciones políticas que retrasarían aún más la acción.
Migración involuntaria
A esto se le suma otra predicción preocupante sobre las barreras a la movilidad que aumentan el riesgo de inseguridad mundial debido a que las dificultades económicas, la intensificación de los impactos del cambio climático y la inestabilidad política están obligando a millones de personas a abandonar sus hogares en busca de un futuro mejor en el extranjero.
Se trata de lo que se ha bautizado como “migración involuntaria”, una de las principales preocupaciones a largo plazo para los encuestados de GRPS.
De hecho, el 60% de ellos considera que la “migración y los refugiados” es un área en la que los esfuerzos internacionales de mitigación “no han comenzado” o se encuentran en un “desarrollo inicial”.
El informe recuerda que durante el 2020 hubo más de 34 millones de personas desplazadas en todo el mundo solo por conflictos, un máximo histórico. Pero advierte que en muchos países, los efectos persistentes de la pandemia, el aumento del proteccionismo económico y la nueva dinámica del mercado laboral están dando como resultado mayores barreras de entrada para los migrantes que podrían buscar oportunidades o refugio.
“Estas mayores barreras a la migración y su efecto indirecto sobre las remesas, un salvavidas crítico para algunos países en desarrollo, corren el riesgo de impedir un camino potencial para restaurar los medios de vida, mantener la estabilidad política y cerrar las brechas laborales y de ingresos”, detalla la encuesta.
Por último, nuestra creciente dependencia de los sistemas digitales (que se ha intensificado en los últimos dos años) ha aumentado los riesgos que plantean las amenazas digitales o de ciberseguridad.
Al respecto, Saadia Zahidi, Managing Director del WEF, sostuvo que los desajustes económicos y sanitarios están agravando las divisiones sociales, creando tensiones en un momento en el que la colaboración dentro de las sociedades y entre la comunidad internacional será fundamental para garantizar una recuperación mundial más rápida y uniforme.
“Los líderes mundiales deben unirse y adoptar un enfoque coordinado multisectorial para abordar los incesantes retos mundiales y crear resiliencia antes de la próxima crisis”, agregó.
Por su parte, Carolina Klint, Risk Management Leader, Continental Europe de Marsh, anticipó que a medida que las empresas se recuperan de la pandemia, se centran acertadamente en la resiliencia organizacional y en las credenciales de ESG.
“Con las amenazas cibernéticas ahora creciendo más rápido que nuestra capacidad para erradicarlas permanentemente, está claro que ni la resiliencia ni la gobernanza son posibles sin planes creíbles y sofisticados de gestión del riesgo cibernético”, sostuvo.
Del mismo modo, le aconsejó a las organizaciones empezar a comprender sus riesgos espaciales, en particular el riesgo que corren los satélites, de los que nos hemos vuelto cada vez más dependientes, dado el aumento de las ambiciones y tensiones geopolíticas.
En tanto que para Peter Giger, group Chief Risk Officer de Zurich Insurance Group, “la crisis climática sigue siendo la mayor amenaza a largo plazo que enfrenta la humanidad”.
El ejecutivo aseguró que si no se actúa en relación con el cambio climático, el PBI mundial podría reducirse en una sexta parte; además, los compromisos que se asumieron en la COP26 siguen siendo insuficientes para alcanzar el objetivo de 1,5°C.
“No es demasiado tarde para que los gobiernos y las empresas actúen sobre los riesgos que enfrentan e impulsen una transición innovadora, determinante e inclusiva que proteja a las economías y a las personas”, aseguró.