28 septiembre, 2023
El debate más interesante actualmente en la ciencia es sobre la naturaleza de la conciencia y la dificultad que se tiene para explicar el que bien puede considerarse el fenómeno más importante del universo y al cual todos los demás están sujetos. El modelo materialista, que considera que la conciencia es un fenómeno emergente, no ha tenido buenos resultados, por lo que algunos científicos y filósofos empiezan a inclinarse por el panspiquismo o incluso hacia formas de idealismo.
Por Luis Alberto Hara*
Hace más de 400 años, Galileo demostró que muchos fenómenos cotidianos, como una bola rodando por una pendiente o un candelabro balanceándose suavemente desde el techo de una iglesia, obedecen leyes matemáticas precisas. Por esta perspicacia, a menudo se le considera el fundador de la ciencia moderna. Sin embargo, Galileo reconoció que no todo era susceptible a un enfoque cuantitativo. Calificó a colores, sabores y olores como «meros nombres», argumentando que «residen solo en la conciencia». Estas cualidades, sostenía, no existen en el mundo exterior, sino solo en las mentes de las criaturas que las perciben.
Desde la época de Galileo, las ciencias físicas han avanzado enormemente, explicando desde los más diminutos quarks hasta los más grandes cúmulos de galaxias. Sin embargo, explicar cosas que residen «solo en la conciencia» ha demostrado ser mucho más desafiante. Aunque los neurocientíficos han identificado varios correlatos neurales de la conciencia, aún no han explicado cómo la materia forma mentes. El filósofo David Chalmers planteó la cuestión: «¿Cómo el agua del cerebro se convierte en el vino de la conciencia?», denominando a este enigma el «problema difícil» de la conciencia.
Recientemente, académicos se reunieron en el Marist College en Poughkeepsie, N.Y., para debatir este problema. El foco estuvo en el panpsiquismo, una idea que propone que la conciencia es un aspecto fundamental de la realidad, similar a la masa o la carga eléctrica. Esta noción, que data de la antigüedad y fue tomada en serio por figuras como Platón, ha ganado recientemente interés, en parte gracias a la publicación en 2019 del libro «Galileo’s Error» de Philip Goff.
El panpsiquismo sugiere que la conciencia ha estado presente desde siempre, incrustada en el tejido del universo. Esta perspectiva parece ofrecer una solución al problema planteado por Chalmers: si la conciencia siempre ha estado presente, no necesitamos preocuparnos por cómo la materia inerte forma mentes. Sin embargo, esta idea va en contra de la visión predominante que trata la conciencia como un fenómeno emergente, algo que surge en sistemas complejos, como los cerebros humanos.
Durante el taller, se discutieron diversas ideas, desde el cosmopsiquismo, que sugiere que el universo mismo es consciente, hasta teorías que proponen que los cerebros no producen conciencia, sino que la utilizan. Estas discusiones reflejan la diversidad de opiniones en el campo y la complejidad del problema en cuestión.
Sin embargo, más allá de las teorías y debates, la forma en que concebimos la mente puede tener implicaciones éticas. Por ejemplo, la cuestión de si los peces sienten dolor. Goff argumenta que centrarse solo en el comportamiento de un pez es erróneo y que lo más importante es su vida interior.
Aunque el debate sobre la naturaleza de la conciencia está lejos de resolverse, lo que es claro es que la cuestión sigue siendo uno de los misterios más profundos y fascinantes de la ciencia y la filosofía. Mientras algunos buscan respuestas en teorías audaces como el panpsiquismo, otros se mantienen firmes en enfoques más tradicionales. Lo que es seguro es que la búsqueda de comprender la conciencia continuará desafiando y cautivando a los pensadores durante muchos años más.