13 julio, 2024
El Observatorio de Psicología Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires hizo una encuesta en 3100 argentinos para detectar su estado de salud mental.
Un grupo de investigadores de la Facultad de Psicología de la UBA concluyó el «Relevamiento del estado psicológico de la población». Y el balance es contundente: tras analizar las respuestas de 3141 personas se encontró que el 9,4% está «en riesgo padecer un trastorno mental». La cifra es significativa ya que –pese a que la pandemia terminó– este número prácticamente dobla el 4,9% registrado en el 2020, antes del coronavirus. Y es apenas menor que lo encontrado durante el «pico» de la pandemia, cuando el riesgo alcanzó el 12,5% de la población.
El trabajo lo realizó un equipo de profesionales del Observatorio de Psicología Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Y para hacer estos análisis le pidieron a tres mil personas, mayores de 18 años, en una muestra representativa de todo el país, que llenaran una completa encuesta online que combina preguntas y tests validados internacionalmente para analizar diversos puntos relacionados con la salud mental. El riesgo de trastorno no fue el único dato preocupante. Otras de las conclusiones encontradas en el «paper» muestran que el 45,5% de los participantes informó que «se encuentra atravesando una crisis» (ya se verá de qué tipo). Y otro tanto presentaba algún tipo de alteración del sueño, incluyendo un 12% con insomnio moderado o severo.
Aunque el riesgo promedio de padecer un trastorno mental ronde el 10%, los expertos hicieron un llamado de atención: cuanta más joven la población, más alto fue el riesgo. Así, uno de cada cinco personas del grupo de entre 18 y 20 años (el 21,3%) resultó estar en esta situación de riesgo. Y algo parecido se vio al desglosar esta situación entre los sectores socioeconómicos medios y bajos.
A la hora de sentirse en crisis, el 45,50% de los participantes afirmó «considerar que se encuentra atravesando una crisis». De este grupo, 537 encuestados también informaron el tipo de crisis que, según su percepción, se encuentra atravesando. En ese ítem el 49% mencionó una crisis «vital» y el 46,2%, una crisis «económica». Luego hubo otras opciones marcadas como crisis «familiar», de «pareja», «vocacional», «duelo», de «identidad», «violencia» (familiar, género, laboral) y otros tipos de crisis.
Los trastornos del descanso nocturno también son un elemento clásico atravesado por la crisis. Y no es un punto menor ya que el buen sueño se considera uno de los tres pilares de la salud y el bienestar, (junto con la alimentación saludable y el ejercicio físico).
En este caso, comprobaron que el 45% de la gente presenta algún tipo de alteración del sueño. Entre quienes reportaron estos problemas, el 28,9% dijo presentar dificultades para «iniciarlo». El 29,6% para «mantenerlo», y uno de cada tres (30%) dijo despertase de lo que quisiera. ¿Por qué todo esto? El factor que se consideró como principal contribuidor a los problemas del sueño fueron las preocupaciones y los pensamientos nocturnos.
Al abrir estas preguntas por género se determinó que las mujeres reportaron mayores niveles de dificultad para dormir, así como las personas mayores de 60 años y, otra vez, quienes se autodefinen como «clase social baja».
Y ¿qué hace hoy la gente cuando experimenta algún malestar psicológico o tiene problemas emocionales? Las respuestas son muy interesantes: el 38,3% dijo dialogar con amigos/as; el 31,3% practica un deporte; el 28% recurren a un profesional psicólogo; el 17% reza; el 14,3% toma medicación (sin especificar cuál) y el 6,6% consume alcohol.
Históricamente se considera a la Argentina como un país muy pro «psi». Por eso son interesantes las respuestas a la pregunta: «¿Se encuentra en tratamiento psicológico? El 28,2 % dijo que sí. De estos, la mitad (53,9%) dijo hacerlo en modalidad «presencial» y el 46% a distancia (zoom, etc)- De los 2282 participantes que responden que no, el 51,7% dijo considerar que si necesita tratamiento psicológico. Pero en este grupo aparecen diferentes impedimentos para acceder al mismo. El más común (34,2%) dice no poder pagarlo y el resto señala que no pudieron acceder a un horario, que las obras sociales o prepagas no lo cubren o por no encontrar un servicio gratuito.
«Ante estos números ya tendríamos que estar diseñando planes y políticas para mejorar la salud mental de la población general» le explicó a PERFIL el doctor Martín Etchevers, investigador y docente titular en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y uno de los autores del trabajo de investigación. «Y agregó: «sabemos que cuando hay una crisis, la sociedad sufre un golpe en materia de salud mental y sus efectos psicológicos comienzan a hacerse notar recién entre 6 y 12 meses más tarde». En ese sentido, el profesional recuerda que estos momentos suelen ser seguidos por mayores índices de trastornos relacionados a la frustración y la depresión, aumento de riesgo suicida y de adicciones. Y aunque la situación de crisis ceda, los trastornos generados no revierten sin intervenciones específicas.
Así, el experto recomienda pensar ya en planes e intervenciones terapéuticas focalizados, usando herramientas informáticas que ayuden a identificar los sectores más vulnerados e intervenciones comunitarias y efectivas, que pueden ser de baja intensidad. Estas muchas veces son una mezcla de terapias interpersonales, puntuales, que suman elementos psicodinámicos y de psicología cognitiva. Lo que buscan es, en pocas sesiones, mejorar los trastornos de ansiedad, los problemas de sueño o las adicciones de los afectados. Otras opciones son intervenciones grupales.