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11 noviembre, 2022

¿Por qué la política argentina no genera su insumo básico?

Entre tanta incertidumbre que sobrevuela la realidad argentina, hay algunas certezas. Una es que la dirigencia política no puede generar el insumo básico y necesario de su existencia como tal: Esperanza.

Por Sebastián Dumont*

Brindar un horizonte mejor al que se vive. Sobre todo, cuando la angustia se hace presente y las proyecciones en cada uno de los trabajos de opinión, cualquiera sea el interés particular de quien lo realice, observa que una mayoría cree que su futuro no será mejor a su presente. El sólo hecho que hoy se ponga sobre la mesa la idea de una contienda entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri en el 2023 demuestra el fracaso generalizado de la dirigencia en su totalidad. Memorias del futuro.

La reaparición de Cristina Kirchner en un acto el viernes pasado en Pilar, donde gobierna Federico Achával, protagonista de varias acciones para seguir de cerca dentro del Frente de Todos, es una muestra de la manera que tiene el oficialismo para abordar el año 2023. Al decir Cristina que hará todo lo posible para recuperar la alegría, es una propuesta para generar expectativa positiva a quienes realmente haya sentido experimentar ese sentimiento durante los años que gobernó la actual vicepresidente y su difunto marido. La mayoría de las encuestas devuelve que, ese núcleo, no sería más del 30 por ciento de los argentinos. Y que la mayoría de ellos está afincado en el Gran Buenos Aires.

Del otro lado, Mauricio Macri apela a métodos similares. Después que presentó su libro “Para qué” intenta resucitar algo del pozo de la frustración que le produjo a quienes creyeron ver en él una salida esperanzadora en 2019. Y la promesa es hacer lo mismo, pero sin gradualismo. Demasiado poco para seducir a los desencantados. En el medio de ellos dos, navegan en aparente intrascendencia un grupo de hombres y mujeres con aspiraciones de ser alternativa.

Entre los propios dirigentes bonaerenses que evaluaron la reaparición de la vicepresidente, arquitecta del Frente de Todos del que ahora borrar su firma, las miradas son disímiles. La posibilidad de una futura candidatura presidencial anida en el núcleo duro de La Cámpora, principales convocantes al acto del próximo 17 de noviembre en el Estadio Diego Maradona de La Plata. Ese día se recuerda el día en que Juan Domingo Perón regresó a la Argentina, una fecha que sectores vinculados a la tendencia peronista bautizaron como el día del militante.

«Cristina busca retener protagonismo, de allí que sea candidata es muy difícil” asegura un importante dirigente territorial del conurbano bonaerense que milita en el peronismo desde su juventud y ha pasado por diversos cargos ejecutivos y legislativos. Es el mismo que dice que, así como van, “aburrimos siempre con lo mismo, cansamos a la sociedad”.

Interesante definición que pone los pies sobre la tierra a quienes, además, deben defender sus propios reductos. En realidad, son los que mejor interpretan lo que sucede en la calle. Lejos de lujosas oficinas que suelen distorsionar el termómetro popular al que sólo acceden a través de estudios de opinión que fallan con mayor frecuencia.

¿Cuánto margen va a tener Cristina Kirchner para imponer candidatos si no es ella? La respuesta también difiere. “Hoy, tiene un 70 por ciento de posibilidades”, analiza un barón del conurbano que prevalece en su distrito elección tras elección.

Desde otro despacho comunal, siempre del Frente de Todos, reconocen el “desorden” que atraviesa al oficialismo en términos políticos y se asegura que si hay elecciones primarias a Cristina Kirchner no le va a quedar otra que ser candidata porque pocos se animarían a desafilarla.

En cambio, ese mismo intendente mira con muchas posibilidades que haya una ruptura si ella impone candidatos sólo por su voluntad como fue en el 2019. El famoso “dedazo”.

Mientras tanto, Alberto Fernández resiste a ser pato rengo un año antes de terminar su primer mandato. Y azuza con un armado propio para competir. Son pocos los que se toman eso con seriedad, pero mientras tanto le reclaman más fondos. Entre ellos los intendentes que se reunieron con él y el ministro de Economía el lunes luego del un fin de semana muy agitado en la interna oficialista. “Sergio Massa es el único que está enfocado” reveló uno de los asistentes al encuentro. El ex presidente del Banco Central Martín Redrado, en una reciente conferencia privada que brindó contó un dato descriptivo según su información. El gobierno se prepara para achicar el gasto público en todo el país menos en la provincia de Buenos Aires. Lógico. Es el territorio primario a conservar para el cristinismo sea con Axel Kicillof o con Eduardo De Pedro como candidatos. Algo así como un “plan platita” bonaerense.

En el Pro también buscaron enfriar una interna que tomó demasiada temperatura. El fuego cruzado lo único que está logrando es aumentar la brecha entre aquellos que necesitan recrear la posibilidad que alguien crea que existe una salida a tamaño momento que vive la Argentina. Pero no. Se repiten en sus lógicas pujas sectoriales.

Desde el mundo llegan alertas para quienes han decidido emprender el camino de posturas extremas para reforzar su electorado. Las elecciones de medio tiempo en los Estados Unidos dejaron expuesto a Donald Trump en proseguir con la idea que el sistema de votación es difuso y tramposo. Algo que el presidente Demócrata Joe Biden puso sobre la mesa como una “Amenaza para la democracia”. Los candidatos más relevantes que apoyaba Trump perdieron. Aun habiendo ganado el Partido Republicano, los más exitosos entre los colorados fueron aquellos que no levantaron las banderas de sumo extremismo en su discurso e incluso desafiaron la mirada de Trump.

En Brasil, Lula ganó por escaso margen con una diatriba que ubicada a Jair Bolsonaro como un enemigo de la democracia. Y eso terminó imponiéndose aún ante una palpable mejora en las condiciones económicas. Cabe preguntarse si, todavía en la sociedad argentina, al final del camino se imponen ideas de centro ante discursos disruptivos más allá de lo que dicta el bolsillo en ese momento. ¿Los discursos extremos catalizan voluntades en las encuestas por el enojo momentáneo, pero no se sostienen cuándo llega la hora de votar? Son preguntas que tuvieron respuestas parciales en Brasil y en los Estados Unidos. Se verá en la Argentina. Eso es lo que miran los Massa o los Rodríguez Larreta de la vida. La propia Cristina Kirchner empezó a construir un relato parecido luego del atentado que sufrió: “Está en riesgo la democracia”.

 

Jóvenes en la mira

El desencanto creciente con la política ubica a los jóvenes como el sector más concluyente en esa mirada. Es ahí donde Javier Milei suma sus mayores adeptos. Pero la situación es muy compleja. El senador y pre candidato a gobernador Joaquín De La Torre difundió un trabajo que realizó su equipo. Entre las muchas conclusiones – algunas muy preocupantes – se observó que el 68% de los jóvenes tienen emociones positivas respecto de su futuro, donde se destaca la palabra “esperanza”. Sin embargo, se da un fuerte contraste cuando se les pregunta por el futuro del país. Ahí, el 67% tiene emociones negativas, entre la que se destacan la “angustia”, la “preocupación” y el “desconcierto”.

Esos elementos resultan clave para que entender por qué el 41% de los jóvenes consultados dijo tener amigos que comenzaron a consumir drogas en el último año. De ahí al delito hay un paso. Un tema no resuelto. Su crecimiento nos lleva a ver cada vez más episodios violentos llevados a cabo por adolescentes. El precandidato a gobernador que más mide en la posición, Diego Santilli, acaba de presentar un proyecto para llevar a los 15 años la edad de imputabilidad por acciones graves. Algo hay que hacer. Mientras se espera que alguna vez se aborden las causas profundas de esta realidad, hay que parar la sangría y la sangre. Quizás, recién ahí, comience a recuperarse la esperanza.

 

*LP/NA