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7 enero, 2023

Pintura: Jean Auguste Dominique Ingres, base academicista, genialidad contemporánea

Cuando hablamos de Jean-Auguste Dominique Ingres (1780-1867), nos referimos a una de las figuras más importantes del mundo artístico contemporáneo.

Pintura: Jean Auguste Dominique Ingres, una base academicista, una genialidad contemporánea

La obra de este artista de catalogación monumental, ha sido interpretada como el símbolo de la perfección formal del clasicismo académico, pero que a su vez, presenta un estilo pictórico que se encuentra dividido entre dos valores contradictorios: la elección del impulso creador personal y la obligación de someterse a las reglas clásicas.

A menudo presentado como un dogmático partidario de la doctrina académica, en realidad, desde 1806 Ingres fue vivamente criticado por los neoclásicos por su estilo seco e irregular que convierte sus cuadros en “ininteligibles”. Veinte años mayor que su coetáneo Delacroix, fue el primero en comprender la importancia de experimentaciones formales originales, pero demasiado temprano para un público anclado todavía en la tradición neoclásica.

La Gran Odalisca, 1814.

 

Obsesionado por la obra de Rafael y por el arte antiguo, defensor del predominio de la línea sobre el color, Ingres se había liberado desde hacía mucho tiempo de la influencia de su maestro David por medio del recurso a los arcaísmos, explorando
elementos tan notablemente variados como por ejemplo los jarrones griegos, los mosaicos bizantinos, los frescos del Trecento y del Quattrocento, las miniaturas medievales o las pinturas de Van Eyck, dando a sus fuentes de inspiración (sobre todo a sus escenas históricas) una extraordinaria amplitud.

Por todos estos rasgos, su arte presentaba una asombrosa e inaccesible versatilidad, reflejada a través de una serie de temáticas tanto elegantes y a su vez atractivas, para todo tipo de público que busque
contemplar la obra de un pintor de tal calibre para la Historia del Arte.

En relación a las temáticas en las que se destaca su producción, podríamos organizarlas de la siguiente manera: La mirada “desnuda” de Ingres. Posiblemente como su temática de mayor renombre, los desnudos femeninos de Ingres representan la culminación de la experimentación formal que el artista llevó a cabo a lo largo de su carrera, encaminada a expresar la belleza ideal.

Desnudo masculino sentado al borde del mar. Hippolyte Flandrin, 1835-36.

 

Las imágenes de belleza idealizada, las poses estáticas y la composición rigurosa y racional son rasgos característicos del estilo neoclásico de Ingres. Los cuadros ubicados en esta temática, atestiguan la fascinación que el Oriente ejerció sobre la pintura del siglo XIX.

Desde su etapa de juventud, retomó varias veces el desnudo visto de espaldas, en concreto, culminado cincuenta y cuatro años más tarde en la que por muchos expertos determinan como su obra más célebre: “El baño turco”. Lejos del
clasicismo davidiano, Ingres sitúa sus composiciones fuera del tiempo por la ausencia de modelado y de profundidad, el uso de colores estridentes y la incoherencia de las anatomías.

Si Ingres trata poco los acontecimientos contemporáneos, crea sin embargo un orden pictórico autónomo, un universo abstracto y a la vez poético: la simplificación de los medios empleados, la armonía de la línea serpentina, las elegantes combinaciones de colores, la atmósfera cristalina y sensual. Es esta ambigüedad compositiva, la que han convertido a Jean Dominique Ingres en un artista tan polifacético.

La solemnidad de la burguesíavSi sus cualidades como pintor de historia no fueron muy apreciadas, Ingres fuevreconocido como uno de los más grandes retratistas de su tiempo. En los Salones en los que participó en la década de 1820, el artista velaba, y no solo para razones de carácter publicitario, en introducir retratos, incluso a veces ejecutados varios años antes.

Mademoiselle Rivière (1805) Museo del Louvre, Paris..

 

La abundancia de retratos en su obra, es su manera personal de considerar el tema moderno, porque pone de manifiesto la creciente diferencia entre los criterios de la pintura de historia y la necesidad vital de representación que tenía la sociedad burguesa.

Con el tiempo, y especialmente en sus retratos femeninos, Ingres reflejará la opulencia y los fastos del Segundo Imperio y su mundo lujoso y materialista. En sus retratos, Ingres proporcionaba a sus clientes el rango de nobleza del que carecían y que tanto ambicionaban, pero también profundamente realista, el artista partía de una observación precisa de su modelo, concebido como un todo que englobara su expresión, su postura y su atuendo. La absoluta perfección técnica y estilística de la pintura de Ingres es la marca evidente del academicismo del siglo XIX.

Expresa una búsqueda de valores superiores, no transitorios, y se sitúa en la tradición clásica y rafaelesca de las cuales Ingres presiente el peso de la herencia.

El legado de Ingres: la influencia de su pintura La influencia de Ingres en la pintura francesa e internacional resultó especialmente intensa y duradera. El taller del artista en París estuvo abierto desde 1827 a 1834; y en Roma, dirigió la Villa Médicis desde 1834 a 1840.

Aquiles recibiendo los embajadores de Agamenon, 1801.

 

Las enseñanzas de Ingres se basan principalmente en dos principios: el cuidado meticuloso en la imitación de la naturaleza y el color subordinado al dibujo. Un ejemplo literario de esta atmósfera artística se encuentra en algunos de sus discípulos como, por ejemplo: Théodore Chassériau (1818-1856) quien terminó orientándose hacia un exotismo de inspiración romántica y con un estilo bastante pintoresco reflejado compositivamente en sus obras, que son unos considerables testimonios del orientalismo en pintura.

Cabe destacar, que Chassériau fue también un delicado retratista a la manera de Ingres. Con especial valoración, destacamos a Hippolyte Flandrin (1809-1864) amigo y discípulo favorito de Ingres, que viajó a Italia donde estudió los frescos del Quattrocento y del Trecento, descubriendo su gusto por la pintura mural entre otros rasgos destacados. Flandrin intentó adaptar la concepción hedonista de la belleza formal al desnudo masculino, en donde revela las enseñanzas de Ingres al igual que en el apartado del retrato, siendo un pintor con una producción retratístic muy notable.

En definitiva, por todos estos rasgos, su arte presentaba una asombrosa e inaccesible versatilidad, reflejada a través de una serie de temáticas tanto elegantes y a su vez atractivas, para todo tipo de público que busque contemplar la obra de un pintor de tal calibre para la Historia del Arte.

Ángel Marrero Pimienta
Historiador del Arte, poeta y escritor de las obras “El Virus del Alma” y “El Viaje del Verso”, e investigador independiente.

 

*CI/ by Silvia García