“La inflación del país con el atraso cambiario nos viene matando, el año pasado se perdieron 30 puntos y eso repercute mucho en la estructura de costos. Este año, se devaluó un poco pero la inflación está mucho más acelerada; así que calculo vamos a perder otros 30 puntos por lo menos y eso está haciendo muy cara a la Argentina”, señala un importante empresario del sector.
Los empresarios consideran que, además, decisiones como el cepo a las importaciones están generando un fuerte aumento en los costos. Uno de los insumos básicos del langostino, el cartón, va aumentando al ritmo del dólar bolsa, que la semana pasada llegó a 300 pesos. Es que, ante la imposibilidad de contar con dólares para importar la materia prima, las cartoneras deben recurrir a este artilugio legal para poder ingresar el insumo base de las cajas. Ese aumento se traslada al costo del langostino y los márgenes de ganancia se reducen, en algunos casos, al punto de desaparecer.
Una Argentina cara no solo es un problema para quienes venden dentro del país sino para los exportadores que ven reducido su margen de negociación en el mercado externo, un mercado que además está entrando en recesión.
“El euro se cayó como un piano, bajó un 15% y tocó el mínimo histórico, esto afecta directamente nuestras ventas. El año pasado teníamos en Europa el dólar a 1,15 y ahora estamos en 1,02 y esa brecha nos está jugando una mala pasada. A eso debemos sumar que los mercados en el mundo también están sufriendo inflación; y si bien los commodities en general subieron de precio, eso no sucedió con el langostino y además bajó el consumo. Es una situación compleja”, agrega otro importante operador.
El langostino entero tiene un competidor de una calidad muy inferior, pero de un precio mucho más accesible para el consumidor: el vannamei, que aumenta cada año su producción con costos cada vez más bajos.
Hoy el langostino de cultivo tiene un precio FOB en Ecuador de 5,2 dólares y el costo que tienen es 3 dólares, por lo que todavía tienen margen para bajar y se vuelve muy difícil la competencia para el langostino salvaje y natural. “Además, China –que es el principal mercado del vannamei– no está demandando y esa demanda que absorbía se está volcando a otros mercados, España y Estados Unidos principalmente y a un precio bajo para poder moverlo”, señalan los exportadores.
El valor del langostino argentino entero cayó un 25%, el L1 se está vendiendo en 7 dólares; 6,90 y 6,80 el L2 y L3, el precio es bajo respecto del año pasado y podría estar en su techo. El problema es que su principal mercado, España, además de la oferta tentadora del vannamei tiene stock de langostino argentino, pagado a un alto valor y ahora especula con que el precio pueda seguir bajando. Por otra parte, el poder adquisitivo en la calle se ha resentido, se espera que se resienta aún más y los compradores prefieren esperar.
El costo de este producto en un barco de 2.500 cajones (50 toneladas) es de entre 6 y 6,30 dólares, más el 6% de derechos de exportación. Algunas empresas diversificadas han decidido armar el buque para capturar otra especie; y otras que compran a estos barcos han comenzado a prescindir de sus servicios, ante el planteo de un aumento del precio. En los barcos más grandes, la ecuación sigue cerrando porque tienen otros márgenes de amortización de costos.
En el sector se esperanzan con que el precio del langostino se estabilice y que comience a crecer la demanda, lo que podría permitir incluso algún aumento del valor ante una reducción de las capturas. “Hay una situación en la que se especula que habrá mucho producto y no sé si será así. Se está pescando bien, pero nos dicen que vamos adelantados en las prospecciones, estamos pescando más arriba y quizás esto se corta en septiembre”, señala Juan Pablo Basavilbaso, de Iberconsa.
Reducir el número de barco en el caladero, a partir de la decisión comercial de ir en busca de otras especies, podría contribuir en ese sentido. El langostino entero no se está vendiendo en los niveles habituales pero otros productos están funcionando muy bien, con una cadena de valor que ha aumentado considerablemente.
La merluza hubbsi se está vendiendo a 4 dólares, su máximo histórico. “La Guerra en Ucrania y los consecuentes bloqueos a Rusia que controla la mayor pesquería del mundo, el alaskan pollock que hasta donde sé, la mayoría no les está comprando y la pesquería de bacalao que controlan el 60 por ciento de la captura también deja un mercado desabastecido y buscan reemplazarlo con otros pescados blancos, por eso hace el precio de la merluza vuela”, explica Federico Angeleri.
Para el langostino, en cambio, no son muchos los mercados que están funcionando. Europa sigue comprando, pero mucho menos. China comenzó a comprar algo, pero nadie se esperanza con llegar a las 30 mil toneladas que supo demandar: si el mercado termina de despertarse creen que a lo sumo se llegará a unas 5 mil toneladas en todo el año. Además, la complejidad de los protocolos de covid que impone el gigante asiático no pueden garantizarla todas las empresas. Luego de estos mercados con sus particularidades, Japón y Rusia son los que vienen traccionando, pero no con los volúmenes del mercado tradicional.
Las colas de langostino con mejor diganóstico
De la misma forma en que los exportadores coinciden en que la situación del mercado del langostino entero es preocupante, también acuerdan en que el mercado de las colas de langostino está mejor; la demanda de mercados asiáticos y principalmente de Perú se sostiene. El precio es muy bueno para la cola sana, incluso algunos creen que no podrá mantenerse por mucho tiempo en los niveles actuales de 9,20 dólares FOB y es solo en este subproducto donde los operadores observan un margen de ganancia.
Con las colas rotas para reproceso, el margen es muy bajo y algunos creen que muchos están produciendo a pérdida, incluso con el aumento del dólar que se experimentó del año pasado a este, pasando de 7 a 8 dólares FOB. El tema está en los costos de producción: en el caso de la cola sana se calculan en 8,4 dólares, pero en la cola rota se encuentran al mismo valor de venta, 8 dólares.
Las empresas consiguen márgenes de rentabilidad únicamente en la cola sana y pensar en una reducción de costos en el contexto actual del país parece una utopía; es por ello que algunos creen que solo un control de la oferta puede contribuir a que la recesión en el hemisferio norte no los golpee y puedan mantenerse a flote con el único producto que está respondiendo de forma favorable en este momento.
Consideran desde el sector exportador que no se pude perder de vista que la reducción de circulante en Estados Unidos a partir de la suba de las tasas de depósitos reducirá la demanda de un producto que para el consumidor estadunidense está caro. Luego del reproceso en terceros países, las colas peladas y devenadas tienen un costo de 12 dólares y creen que la demanda comenzará a bajar.
Pero a pesar de los pronósticos desalentadores en el mercado internacional, los empresarios confían en que podrían mejorar si la situación en el país se acomodara. “El problema principal lo tenemos adentro; con un dólar blue de 250, una inflación del 70 por ciento y un dólar oficial que no despega está muy difícil”, concluyen y consideran que solo si se logra aplanar la inflación y se reduce la brecha cambiaria, podrán llegar a septiembre en condiciones de soportar una reducción en la demanda.