ChubutLine.com "Periodismo Independiente" - Noticias, política y un análisis de la realidad diferente - directora@chubutline.com - redaccion@chubutline.com



28 mayo, 2022

Opinión: La birome de Néstor, la lapicera de Alberto y ¿los últimos cartuchos de Guzmán?

En medio de una interna feroz, el Presidente parece decidido a unificar la gestión. ¿Podrá el ministro de Economía mantenerse a flote?

Por Gustavo Marangoni*

La birome de Néstor, la lapicera de Alberto y ¿los últimos cartuchos de Guzmán?

La imagen de Néstor Kirchner buscando en el bolsillo interno de su saco cruzado la clásica BIC azul con capuchón blanco para firmar un decreto o un proyecto de ley es una de las postales del primer kirchnerismo.

Con su bolígrafo nac&pop, de esos que se vendían (y aún se venden) en colectivos, subtes y trenes, generaba una escena de cercanía y poder. La birome, invento nacional inventariado por la Bersuit en «La argentinidad al palo», era en sus manos un símbolo rústico y efectivo de la capacidad para tomar decisiones.

Desde que asumió Alberto Fernández, se han hecho muchas especulaciones respecto a «la lapicera» presidencial y a la administración de la tinta por parte de Cristina. Las elucubraciones estilográficas alcanzaron su punto cumbre durante el acto organizado en el municipio bonaerense de Esteban Echeverría por el titular del gremio de la construcción, Gerardo Martínez. El jefe de la UOCRA eligió como souvenir para el mandatario una delicada lapicera con estuche apto para el bolsillo del caballero y no para la cartera de la dama. El mundo gremial es así, no deja espacio para las sutilezas. Fue una explícita invitación a resolver «de un plumazo» las controversias.

 

La renuncia de Feletti, más poder para Guzmán

 

Tres días después, fue Roberto Feletti quien escribió su renuncia y Martín Guzmán el que firmó la aceptación. ¿Birome versus lapicera? ¿La tinta del ahora ex secretario de comercio estuvo cargada de la intención de CFK de despejar la cancha para que el ministro de economía quede en el ojo de la tormenta? ¿O Alberto Fernández se decidió a unificar la gestión de la economía?

Por ahora, vale la doble interpretación. Ambos contendientes pueden jactarse de su pericia táctica. Pero el tiempo, ese gran bilardista, dictaminará sobre la base de los resultados concretos. De aquí en adelante, cuando cada mes el INDEC dé a conocer el índice precios al consumidor, las miradas tendrán un solo destinatario, Martín Guzmán, que será el padre de la victoria o de la derrota. Y su padrino presidencial el que recoja los beneficios o pague los costos.

El entrelíneas de la renuncia de Feletti

 

La carta con la que se despidió Feletti es tan cortés como sugerente: «Considero que la actitud más razonable y profesional es facilitar que el ministro tenga libertad para seleccionar funcionarios y funcionarias que compartan el rumbo definido y el programa fijado». De tan conceptuosas palabras se desprende que:

Hasta ahora, las autoridades económicas no contaron con la facultad para controlar áreas clave o designar en ellas gente de su confianza.

De aquí en más, lo podrán hacer pero con el desacuerdo de la otra parte de la coalición. Para bien o mal, son los últimos cartuchos en la guerra contra la inflación y en la puja interna. Una vez más, el «segundo semestre» será el campo de batalla. No hay empate posible.

¿Qué pasa en la oposición?

Mientras tanto, hay quienes desde la oposición ya están gastando a cuenta y quienes creen que no deben almorzarse la cena. Las internas en Juntos por el Cambio también están a la orden del día y las diferencias respecto a cómo encarar el presente y el futuro no son pocas.

Para Mauricio Macri el sentido de la unidad es avanzar con velocidad en las reformas que pongan fin a lo que define como «la decadencia populista». Coincide más con Javier Milei en el diagnóstico y el tratamiento que con los radicales y los lilitos.

«Las internas en Juntos por el Cambio también están a la orden del día y las diferencias respecto a cómo encarar el presente y el futuro no son pocas»

Sean oficialistas u opositores, quienes estén pensando en las estrategias para ganar las elecciones del año que viene deben tener en cuenta que una década larga de estanflación, las consecuencias sociales de la pandemia y el contexto internacional de una guerra prometen más una caja de Pandora que una cajita feliz. Y que en el camino empedrado de los veinte meses que nos separan de las urnas los movimientos sísmicos de una fuerza pueden tener sus réplicas en la otra.

En 2023 se cumplirán dos décadas del kirchnerismo y también del anti-kirchnerismo. La dupla de Néstor y Cristina reconfiguró el mapa de alianzas dando lugar a un polo que reflejó el antagonismo de la sociedad post crisis de la convertibilidad. ¿Marcará el año próximo el fin del llamado bicoalicionalismo que reinó en las elecciones de 2015 y 2019?

¿El internismo que azota al FdT es atribuible a la incompatibilidad de caracteres y las ambiciones de sus protagonistas o es el síntoma de diferencias y fracturas estructurales de la sociedad que atraviesa a todos los jugadores por igual? La respuesta que se irá construyendo nos dirá si presenciamos un fin de época o sólo los avatares de un Gobierno mal construido y una oposición confundida.

 

*iP