25 noviembre, 2020
El presidente del Comité de Ética de la Asociación Internacional de Medicina Geológica, Diego Fridman, afirmó que «la minería aporta trabajo, que es uno de los primeros determinantes de la salud de las comunidades», y que «siguiendo los estándares de calidad que corresponden, tenemos la seguridad de que la salud no se va a ver afectada» en el desarrollo de la industria.
Fridman, egresado de la Universidad de Buenos Aires, y con posgrados en Investigación Clínica y en Bioética, es director del Departamento de Investigación Clínica en la Fundación Centro de Estudios Infectológicos (FUNCEI) en Argentina, y presidente del Comité de Ética en Investigación Clínica (CEIC). También es cofundador y director médico de INCLODE, empresa que desarrolló un dispositivo para incisión y cierre de la piel en los procedimientos quirúrgicos.
«Sin datos, sin información, estamos a ciegas. Es importante articular los distintos sectores para que tanto las comunidades como las empresas y el Estado sean conscientes de cuál es la situación y trabajen en conjunto para que todos estemos muy bien», dijo Fridman.
El médico expresó estas ideas en el marco del proyecto de zonificación minera en la Meseta del Chubut que elaboró el Gobierno Provincial y que el martes tomó estado parlamentario, al ser girado a la Comisión de Desarrollo Económico, Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Legislatura.
«La minería aporta trabajo, que es uno de los primeros determinantes de la salud de las comunidades. Si la gente tiene trabajo, está sana», definió Fridman.
Como presidente del Comité de Ética de la Asociación Internacional de Medicina Geológica, el profesional de la salud afirmó que en la actividad minera «hay que respetar profundamente los estándares de calidad y ejercer todos los controles».
En este marco enfatizó que «la minería es una industria moderna, segura y que mejora la calidad de vida de los pueblos próximos a los emprendimientos», y que «una industria de calidad y con buenos estándares tiende a cuidar a la gente, a los empleados y a la población».
En relación con el trabajo de los emprendimientos mineros, Fridman explicó que «el agua se utiliza con un circuito que hace recircular el agua original que se toma para los procesos mineros, con la intención de que la utilización de agua potable sea la mínima indispensable».
«Siguiendo los estándares de calidad que corresponden tenemos la seguridad de que la salud no se va a ver afectada», añadió en este sentido.
«Los insumos y el equipamiento médico, pero también toda la vida moderna tiene que ver con la minería», dijo Fridman.
«Un resonador, un bisturí, una aguja, una computadora, todo transversalmente tiene que ver con la minería. El tema es si queremos verlo o no. Y en todo caso, qué vamos a aportar cada uno de nosotros para hacer que sea armónica y sostenible. Tener los beneficios de la industria sin ocuparnos de la obtención correcta, es una actitud hipócrita», indicó.
Por eso, consideró, «es una discusión estéril ‘minería sí o no’. Hay que procurar una minería armónica, responsable, que permita el desarrollo de las comunidades próximas a los emprendimientos».
Fridman mencionó, en relación con los controles, una investigación que realizó en Catamarca. «Cuando se cuestionaba el impacto en la salud, que la minería enfermaba o generaba trastornos respiratorios, en un estudio en Catamarca vimos que nada de esto sucedía. Sí vimos pasivos en salud, pero vinculados a situaciones endémicas de la zona», manifestó.
Y concluyó: «Hay países desarrollados, como Australia, Canadá y Suecia, que tienen una raíz minera, y son sociedades acostumbradas a controles estrictos, lo cual sin lugar a dudas colabora», aunque indicó que la calidad de los emprendimientos mineros en todo el mundo «tiene que ver con estándares de las compañías internacionales».
*DEM