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5 septiembre, 2021

La perversidad intrínseca de las PASO

Oligarquía electoral. Las primarias imponen candidatos a dedo desde arriba que eluden la construcción desde abajo.

Por Ignacio Zuleta

El sistema de las PASO es el producto más perverso de la era de las estatizaciones del ciclo cristinista. Figura en la misma estantería de otras estatizaciones impulsadas por la vicepresidenta entre 2007 y 2015, junto a las jubilaciones, Aerolíneas y las acciones de YPF.

El sistema es perverso porque intercepta el espíritu de la democracia republicana -que era la construcción de poder y de dirigentes de abajo para arriba-, atornilla el poder de las oligarquías partidarias, disciplina a los partidos, y castiga el debate y la disidencia. Consagra una construcción de poder de arriba hacia abajo, cuyo producto es el candidato “puesto”, que desplaza y compite con el dirigente que construye su poder.

La herramienta fue la estatización del sistema de selección de candidatos, que era una atribución privada de los partidos políticos. Completó el ciclo obligatorio abierto con la reforma constitucional de 1994, que impuso el voto obligatorio –hasta entonces era por ley– y la regulación constitucional de los partidos políticos. Los que mandan justifican el sistema porque “ordena” la oferta electoral y disciplina hacia abajo. Un mandato despótico e ilustrado. Hace añorar aquel ingenioso lema del frentismo de los ’90: “Arriba los de abajo”.

 

 

Una enfermedad del peronismo y del AMBA

 

 

La diferencia entre los dirigentes y gobernantes que han construido su base de abajo hacia arriba, con quienes asumen por designación de las oligarquías partidarias, define todo en política. Los dirigentes genuinos tienen fuerza y poder.

Por ejemplo, los gobernadores que administran las provincias argentinas, con la excepción de algunas de importancia como Buenos Aires, son políticos que no le deben el cargo a ningún dedazo. Son fuertes y pueden, por esa condición, emprender jugadas de riesgo. O balconear desde sus distritos a los caciques del AMBA que suelen tener cargos nacionales y fracasan cada cuatro años.

Los dirigentes y candidatos «puestos» son débiles y generan rencores que los debilitan más. Nadie puso a Perón, a Alfonsín, ni a Menem, De la Rúa o Macri. Tampoco a Juan Schiaretti, a Sergio Uñac, Jorge Capitanich, Gustavo Valdés, a Gustavo Bordet ni a Omar Perotti. Eso les permite ser banca en un juego en el cual los políticos y candidatos «puestos» son punto.

No extraña que el peronismo haya implantado este sistema perverso que parece una enfermedad del AMBA. Isabelita, Cámpora, Néstor y Cristina de Kirchner, y Alberto Fernández han sido presidentes puestos. Como fueron gobernadores puestos Carlos Ruckauf, Daniel Scioli, o Axel Kicillof.

Como son «puestos» la miríada de candidatos que el próximo domingo van a las primarias en el AMBA, como Diego Santilli, Victoria Tolosa, María Eugenia Vidal, Daniel Gollán, Facundo Manes, Leandro Santoro o Martín Tetaz.

 

 

El lado débil de un sistema fuerte

 

 

La intrusión de las oligarquías partidarias en la selección de candidatos es el flanco débil de un sistema fuerte: esa perversidad de bajar candidatos de arriba hacia abajo choca con la consistencia de un sistema electoral, porque:

  • 1) tiene 105 años de vida, resiste los parches y renace después de cada interrupción institucional;
  • 2) permite que el 80% de la sociedad se vea representada por las dos familias políticas históricas de la Argentina;
  • 3) esas familias, a través de diversos partidos, alianzas y pactos, representan al conservadurismo (hoy el peronismo) y al progresismo (hoy las alianzas del radicalismo y partidos regionales);
  • 4) el fruto de esa convivencia de las dos familias es una agenda de objetivos políticos moderados, de reivindicación de la igualdad, la promesa del cielo para los pobres y la búsqueda de las utopías que se permite concebir la Argentina, el país del recurso abundante;
  • 5) el sistema permite que gobierne quien gana, algo cada vez menos frecuente en otros países;
  • 6) la calidad de la representación permite que no haya violencia política: pudo haberla en 2019 cuando se arañaban Macri y Cristina, pero quienes entonces caían eran Dilma, Evo, Piñera y la tira de presidentes peruanos.

Todos de países con sistemas políticos en crisis terminal, desbordados por los indignados manejados por El Guasón. En la Argentina no hay indignados, salvo los locutores que animan en radio y TV a la a minoría que escucha radio y mira TV.

 

 

El dedazo produce traidores

 

 

Militar un poder prestado genera debilidad y odio. El político puesto dedica su vida a independizarse de quien lo puso en donde está. El parricidio es una exigencia del crecimiento. Es la historia del camporismo de los ‘70 con Perón y del kirchnerismo del siglo XXI que quiso enterrarlo a Duhalde, que los llevó al poder.

Hoy Alberto Fernández hace fama prometiendo que no va a traicionar. No basta con que prometa, porque llegó a donde está traicionando. Si de traiciones se trata, Alberto traicionó a Ginés González García que fue quien redactó la plataforma del Frente de Todos para las elecciones de 2019, como coordinador de los equipos profesionales y técnicos del PJ.

El sistema de las PASO también genera rencor hacia los compañeros, camaradas o correligionarios en esa confrontación simulada, que obliga al precandidato a odiar, pero poquito, con plazo fijo, por ahora, porque después nos juntamos en la lista definitiva. Otro lado de la perversión. Quien odia por un rato no olvida jamás. Julián nunca se olvidó de Aníbal, como Gerardo no olvidará que Martín le dijo, sin decirlo (se oyen risas), ladrón.

 

 

Una democracia de ricos y famosos

 

 

El candidato puesto, encima, se desentiende y se vuelve indiferente ante quienes lo votaron. Su deuda es con quien lo eligió con el dedo, no con quien lo eligió en la urna. Esa condición de alquilado obliga a que la campaña del candidato puesto sea para que el público lo conozca. Un oxímoron: si un candidato es desconocido es porque no construyó su poder.

Ser desconocido es una condición inhabilitante. Si a Ud. los votantes no lo conocen, es razón para que no sea candidato. Además, como para que lo conozcan debe tener dinero para la campaña, queda malversado el sentido de la política, que es el servicio público.

En la antigüedad, con la democracia naciente en Atenas –que es donde se escribió el manual– hubo momentos cuando las bancas se sorteaban con el objetivo de que las elecciones no fueran una competencia entre los ricos, sus hijos y entenados. La democracia popular de mercado selecciona mal, porque limita la competencia a quienes tienen billetera.

 

 

El peronismo AMBA, a prueba

 

 

Es útil una deconstrucción de las PASO ahora que la campaña entra en la región más transparente: unas PASO nacionalizadas en las que miran todos a la provincia de Buenos Aires, como si se jugase en ese distrito el destino colectivo. Se decide la suerte de la trifecta presidencial. O sea, importan más los destinos personales más que el interés público.

La integran dos dirigentes de la PBA -Cristina y Massa-, forzados a un resultado en este distrito que mantenga o amplíe la diferencia de 2019 frente a la oposición. Hay para elegir: la diferencia frente a JxC fue de 18,20% en las PASO; 14,12% a gobernador; y 8,74% a diputados nacionales. Tienen, además, que aportar las bancas que logren la diferencia necesaria para acercarse al quórum propio en Diputados. Sin esos dos objetivos, el peronismo del resto del país les pasará factura.

El tercer integrante, Alberto Fernández, es responsable de la suerte en la CABA, pero nadie da mucho por sus candidatos ahí. El resultado final mostrará si el gobierno nacional tiene músculo hacia adelante.

El presidente está enredado en tramas de desprestigio entre el voto moderado, en donde han hecho impacto los desaciertos de Olivos. Cristina espera mejorar la suerte judicial, que está anclada en la misma situación de 2015, y nadie (ni los suyos) ha hecho nada. Massa sueña con una nueva oportunidad sobre la tierra. Por lo menos volver a ser jefe de gabinete, como en 2008. No es vida, señor, esto de repetir la historia –dice su almohada-.

De la fuerza que muestre el trío presidencial depende que arranque de una buena vez una gestión paralizada por la peste y por la incertidumbre del país sin moneda confiable ni crédito. En suma, una prueba de confianza ante el público. Fue el karma de Macri en 2017 y 2019. Es el karma de la actual gestión.

 

Mezquindades internistas

 

En la oposición estas primarias han puesto a prueba la resistencia del material. Así como el peronismo se apiña en donde tiene más fuerza -PBA, con protagonismo de Cristina en el cierre-, Juntos por el Cambio movilizó hasta a Macri, que apareció este viernes en un acto con voluntarios.

También aprovechó la renovación de la rutina de Mirtha Legrand para llevar este sábado a sus estrellas de pantalla. En esa prueba de resistencia hubo hostilidades que se cobrarán a futuro. La principal, la reticencia de los socios de la coalición para participar de la batucada radical por el triunfo en Corrientes.

La reelección de Gustavo Valdés por el 76,75% de los votos contra 23,25% del peronismo, pudo ser el motivo principal de la reunión del lunes de la mesa nacional de Cambiemos. Valdés, si le habilitaban hora ese día, hubiera estado en la mesa repartiendo garrapiñada. Pero no fue invitado. Mordieron el freno los radicales, que creen que la mesa vuelca sus preferencias hacia el PRO de manera exagerada. Un desperdicio en tiempos de tanta indigencia de oportunidades de festejo.

 

Explosiones controladas

 

 

A eso se agregan las incursiones de dirigentes del macrismo en querellas de radicales como la de Córdoba. La pareja Juez-De Loredo recibió el apoyo de Patricia Bullrich y sus socios porteños de la UCR- Lousteau, etc. Macri se diferenció y respalda a Negri-Santos.

En Buenos Aires se dan entrecruzamientos más jugosos, porque en muchos distritos hay lista de unidad a concejales, pero no a cargos en el Congreso o la Legislatura de La Plata. Esto produce escenarios como el de General Pueyrredón- ar del Plata.

Allí disputan Santilli (que es allí Montenegro, intendente PRO)-vs. Manes (que allí es Maxi Abad, presidente de la UCR provincial). Pero la esposa de éste, la abogada Marisa Sánchez Herrero, es candidata a concejal en lista de unidad y seguramente será la presidente del Concejo Deliberante desde el 10 de diciembre.

La campaña en esa plaza-vidriera, se debe hacer por segmentos: por una vereda, los candidatos nacionales, por la vereda de enfrente, juntos y por el cambio, van los postulantes de la lista única. En todos los casos se corren riesgos de división, pero la oposición asegura que las primarias les sirven para despertar militancia.

Si gana Santilli, ¿querrá Manes ser tercero de una lista, cuando se sueña candidato a presidente? En Córdoba, si Negri gana, lo sepulta a Larreta y lo salva a Macri; si pierde, manejará 30 diputados que no van a ayudar al jefe porteño.

 

 

Lilita lo indultó a Larreta

 

 

En la reunión de la mesa se logró el regreso de Elisa Carrió a la campaña. Había avisado que se retiraba de las actividades proselitistas si no le explicaban los movimientos en los socios hacia algún acuerdo en favor de Ricardo Lorenzetti para presidir la Corte, y hacia un acercamiento después de las elecciones.

El blanco de la bronca de Lilita eran Cristian Ritondo y Horacio Rodríguez Larreta. El jefe del bloque del PRO retiró la firma del proyecto cortesano que impulsaba Emiliano Yacobitti. Larreta llevó el entuerto a la mesa de Cambiemos: argumentó que había aparecido en los diarios del fin de semana pasada y que había que desmentirlo. Lilita se había quejado de que intentaban «el abrazo del oso» y un «nuevo 2009», para referirse al intento de pacto político aquel año entre Cristina-Randazzo-Massa y la oposición. Hay que negarlo, avanzó Horacio. Macri, fogonero como Lilita del anti-acuerdismo, le dijo a María Eugenia Vidal: si hacen eso es porque te quieren perjudicar a vos. Ella agregó que esas noticias las instigaba el gobierno para confundir. «Hay que negar todo -dijo Macri- y si el gobierno cambia el rumbo, la sede es el Congreso».

Leído en clave opositora: para cualquier conversación, que el gobierno retire todos los proyectos tóxicos, como reforma judicial, procurador, etc. Con eso bastó para que Carrió reapareciese el jueves en la Recoleta para acompañarla a Vidal en un manso paseo de campaña.

 

*NAr