16 septiembre, 2025
La película expone un caso de bullying digital en Beal City, Michigan, con un giro impactante que sorprende a los espectadores.
Un escándalo de ciberacoso escolar, se convirtió en el documental dirigido por Skye Borgman que narra un caso real de ciberacoso con un final inesperado que dejó atónitos a los espectadores. El filme revela cómo Lauryn Licari y su novio Owen McKenny fueron víctimas de un hostigamiento implacable, que escaló hasta convertirse en uno de los casos más perturbadores de los últimos años en Estados Unidos.
La secundaria puede ser difícil para cualquier adolescente. Pero para Lauryn, estudiante de Beal City, en el estado de Michigan, la presión escolar se transformó en una pesadilla cuando comenzó a recibir mensajes anónimos junto a su pareja. Lo que al principio parecía una broma pesada se convirtió en una campaña de acoso que duró más de 20 meses y que puso en riesgo su salud mental.
Los mensajes llegaban a cualquier hora y eran entre 30 y 50 por día. Tenían tintes agresivos, humillantes, sexualmente explícitos e incluso contenían instrucciones escalofriantes como decirle a Lauryn que se suicidara. “Antes de todo esto, de salir con Owen, simplemente tenía una buena vida. Amaba la vida”, recuerda Lauryn en el documental. “Me cuestionaba qué vestía para ir a la escuela, cómo me veía, cómo estaba mi cabello. Definitivamente afectó mi percepción de mí misma”.
La desesperación de las familias Licari y McKenny llevó a pedir ayuda a directivos escolares, a la policía y hasta al FBI. Sin embargo, nadie lograba descubrir quién estaba detrás de los ataques digitales. Lo que revelaría finalmente la investigación superó cualquier hipótesis y conmocionó a toda la comunidad.
El documental reconstruye cómo una relación adolescente normal derivó en un caso de ciberacoso que parecía imparable. Los mensajes comenzaron alrededor de octubre de 2020, cuando Lauryn y Owen llevaban casi un año saliendo. Ambos compartían amistad y pasión por los deportes, pero todo cambió con una invitación a la fiesta anual de Halloween: Lauryn quería quedarse en casa, y dos semanas antes del evento empezaron a recibir mensajes que decían que Owen rompía con ella y que ya no le gustaba.
«‘No sé qué te dijo’, decía uno de los mensajes, ‘pero viene a la fiesta de Halloween y ambos estamos listos para tener sexo’», recuerda el documental. En un primer momento, Lauryn y Owen descartaron los mensajes como una broma, pero la situación se intensificó once meses después, cuando volvieron a salir. Los textos no solo continuaron, sino que aumentaron en cantidad y violencia, llegando a 30 o 50 mensajes diarios, dirigidos principalmente a Lauryn.
“Cuando me mostraron algunos de los mensajes de texto, me quedé atónito por su tono mordaz”, cuenta Dan Boyer, director de la escuela secundaria Beal City. “Nunca había visto tanta cantidad de mensajes en mi carrera”. La violencia y la frecuencia de los mensajes hicieron que los padres intervinieran quitando los celulares y tratando de filtrar la comunicación, pero la avalancha de hostigamiento no cedió.
Las familias intentaron con diferentes estrategias: la escuela revisó videos de las cámaras de vigilancia y los adolescentes tuvieron que cambiar de números, pero nada detuvo los mensajes. “No puedo contarles las innumerables veces que me quedé en la oficina del director, llorando, diciendo: ‘¿Podemos hacer cumplir una política de teléfonos celulares?'», recuerda Jill McKenny, madre de Owen.
La policía local investigó inicialmente a varios sospechosos, incluyendo a Khloe Wilson, amiga de Owen; Sophie Weber; y su prima Adrianna, quienes negaron haber enviado los textos y ofrecieron acceso a sus teléfonos para revisar metadatos, sin que esto arrojara pistas. La situación escaló hasta que la oficina del Sheriff solicitó ayuda a la unidad de Delitos Cibernéticos del FBI.
Bradley Peter, enlace del FBI, descubrió que los mensajes se enviaban a través de Pinger, una aplicación que permite enviar textos por Wi-Fi, ocultando así el número real. Con una orden de registro, el FBI rastreó las direcciones IP y el rastro llevó a un sospechoso inesperado: Kendra Licari, la madre de Lauryn.
El documental muestra la confrontación policial con Kendra. Inicialmente negó ser autora, pero luego confesó que comenzó a enviar mensajes para intentar identificar al agresor original, aunque terminó replicando el acoso. “Siendo realistas, muchos de nosotros probablemente hemos infringido la ley en algún momento u otro y no nos han atrapado. Estoy segura de que hubo gente que conducía ebria y no la han atrapado», dice Kendra.
En diciembre de 2022, la mujer fue arrestada y acusada de dos cargos de acecho a un menor, dos cargos de comunicación con otra persona para cometer un delito y un cargo de obstrucción a la justicia. Durante el juicio de 2023 se declaró culpable de dos cargos de acoso y pasó 19 meses en prisión, siendo liberada el 8 de agosto de 2024.
La directora Borgman explica que Kendra nunca estuvo segura de por qué actuó de esa manera. Mientras algunos observadores creen que se trató de una forma de síndrome de Munchausen por poder adaptado a la era digital, Kendra misma reconoció que actuó por miedo y por querer mantener a su hija cerca: “Cuando mi hija estaba llegando a la adolescencia, me asusté. Tenía miedo de dejarla crecer”.
La participación de Kendra en el documental permitió que Lauryn pudiera ver a su madre contar su versión, lo que Borgman describe como un proceso de ajuste gradual de cuentas, más que una aceptación inmediata de responsabilidad. “Fue una realización lenta para Kendra, de que había sido atrapada, y creo que aún había en su mente la posibilidad de que pudiera salir de eso”, señala.
A pesar de todo, Lauryn mantiene sentimientos complejos hacia su madre: «Ahora que salió, solo quiero que reciba la ayuda que necesita, para que cuando nos veamos, no volvamos a las viejas costumbres ni a como era antes. La amo más que a nada», dice en el documental, notablemente conmovida por su mezcla de amor, dolor y desconcierto hacia la mujer que le dio la vida
El núcleo emocional del documental se centra en Lauryn, quien vivió un acoso constante y tuvo que enfrentar la confusión y la incredulidad de la comunidad antes de conocer la verdad sobre su madre. “La primera vez que nos sentamos con Lauryn fue en la primavera de 2023… y en ese momento ella amaba a su mamá. Solo quería que su mamá volviera a su vida”, recuerda Borgman. Un año después, tras la liberación de Kendra, Lauryn comenzó a procesar la complejidad de la situación y a acercarse a su madre con cautela: “Ha hecho mucho pensamiento crítico… Son años fundamentales para los jóvenes”, asegura la directora.
Owen y Lauryn eventualmente rompieron antes de que se resolviera completamente el caso. Por su parte, Lauryn inició un nuevo capítulo con su padre Shawn, fortaleciendo una relación que Borgman describe como “amorosa y respetuosa… un gran resultado de algo tan trágico y terrible”.
Por su parte, el público reaccionó con sorpresa y desconcierto ante la revelación de que la madre estaba detrás de los mensajes. Además, la película generó debates en redes sociales sobre ciberacoso, la salud mental adolescente y las complejidades de las relaciones familiares. Desde su estreno el 29 de agosto, Número desconocido reemplazó a la exitosa película animada KPop Demon Hunters en el primer puesto del ranking global de Netflix.
Además, Borgman espera que el documental genere conversaciones entre padres e hijos sobre el uso de la tecnología y los vínculos de confianza. “Este caso es una circunstancia extrema, pero los chicos reciben mensajes terribles todos los días, y lidian con ciberacoso todos los días. El FBI quizá no intervenga, pero lo enfrentan”, afirma.
En cuanto al llamado a la acción del filme, la directora es clara: “Escuchá a tus hijos, entendé las amenazas que existen y dales la capacidad de tomar buenas decisiones”. En este sentido, sostiene que el documental no solo expone un caso real estremecedor, sino que también ofrece una oportunidad para reflexionar sobre los límites del control parental y el impacto del acoso digital en la vida adolescente.
*PC/RV CP