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6 julio, 2025

¿Comienzo de época o presente tumultuoso? La Argentina entre la promesa de cambio y la duda existencial

Qué le pasa a la Argentina que no puede consolidar un camino cierto.? Qué nos pasa a los argentinos, que no podemos construir un sendero de paz y prosperidad?

Las noticias de esta semana, más allá del ruido y repercusiones mediáticas, reflejadas en las redes con insultos presidenciales y un léxico que da vergüenza ajena, nos hace retroceder varios casilleros en la perspectiva de consolidar una promesa de cambio que nos retorna a una esquizofrénica duda existencial. Seguimos sin encontrarle el agujero al mate!

Por Sergio Marcelo Mammarelli*

Esta semana, una voz que suele escucharse con atención desde los templos del poder financiero global –J.P. Morgan– agitó las aguas ya turbias del escenario económico argentino, con un informe para sus inversores que recomendó cerrar posiciones en pesos construidas mediante carry trade y buscar refugio en activos dolarizados. La señal es peligrosa. Cuando el capital golondrina empieza a batir las alas, es porque huele tormenta. Y la noticia la protagoniza, quién entre otras cosas elabora nuestro “riesgo país” todos los días. El argumento de la banca es tan brutal como previsible, advirtiendo aquello que los “economistas mandriles” anuncian hace tiempo. Déficit externo, falta de ingreso genuino de divisas y un gobierno que empuja las importaciones en una economía sin motores internos. A eso se suma una demanda insaciable de dólares para turismo, la verdadera meritocracia argentina, y un endeudamiento que crece sin pausas, primero con el FMI, ahora con colocaciones internas que prolongan la fantasía de la liquidez.

El diagnóstico recuerda a ese viejo tango, que nos hablaba de “la falta de fe, la falta de voz, la falta de todo” -Cambalache-, que ahora sería reemplazada por “la falta de dólares, de inversiones, de consumo, de confianza y de estabilidad”. Y como si todo esto fuera poco, Carlos Melconian, jefe de los mandriles, desliza esta semana, que el Gobierno estaría ejecutando su propio “plan platita”, esta vez en versión renovada: no pesos para la tribuna electoral, sino dólares para calmar la calle, vía deuda sin freno.

Para colmo, la semana nos regresó otro recuerdo casi olvidado. “YPF y el verso caro de la soberanía”. La vergüenza internacional que implica el fallo contra la Argentina por la estatización inconsulta y mal gestionada de YPF no es solo un tema judicial o económico. Es un papelón de soberanía fingida, que nuevamente encubre negocios y torpezas, sean por desidia, arrogancia o simple improvisación. La decisión de expropiar sin cumplir ni con el estatuto de la empresa ni con las reglas del derecho internacional le abrió la puerta a un fondo buitre que ahora está a centímetros del control accionario de la principal petrolera del país. Aquello que se vendió como «recuperación del patrimonio nacional» terminó en una hipoteca monumental, no solo económica, sino también política y moral. Mientras se hablaba de soberanía energética, se desmantelaba la institucionalidad. El sueño de la energía nacional quedó reducido a un costoso litigio, y a la posibilidad real de que un fondo buitre administre YPF. Lo que empezó como un acto de soberanía terminó como una clase magistral de cómo no manejar un país ni una empresa. Un bochorno más y de los más caros.

En el frente político, el panorama no es más alentador. Las elecciones provinciales que vienen desarrollándose muestran una constante ineludible: el ausentismo, que ronda o supera el 50% en muchos distritos. No es un fenómeno menor. Es la crónica del desencanto, el hartazgo con la oferta partidaria y una democracia que, para amplios sectores, ya no promete, ni cumple. Y lo peor, es que Libertad Avanza, en este contexto, no logra capitalizar plenamente ese vacío. Si bien encuestas lo posicionan como el gran ganador de las legislativas de octubre, sus candidatos provinciales no consiguen despegar.

Y en paralelo, los gobernadores reclaman recursos que ayudaron a recortar con su voto legislativo. Votaron el ajuste y luego ahora piden compensaciones. Te apoyo si es que el ajuste le toca al otro.

¿Y qué hay de la microeconomía? La que realmente vive el ciudadano. Esa que no aparece en los PowerPoint ni en las cuentas oficiales. Ahí falta todo. No hay inversión, no hay consumo, no hay mejora de salarios reales, salvo en segmentos formales privilegiados. Es ese país mayoritario que no exporta ni especula, sobrevive.

Mientras tanto, el Gobierno promete “orden”, pero carece de poder político para imponerlo. Los sectores sociales no están dispuestos a ser “disciplinados” sin perspectiva de progreso. El ajuste duele, y si no promete futuro, se vuelve insoportable. Es ahí donde el relato empieza a hacer agua y ni la narrativa del sacrificio redentor, ni la épica libertaria parecen alcanzar para legitimar el deterioro. La pobreza baja en los números, pero sube en la calle.

En este panorama poco alentador, viene una pregunta que me hago con insistencia a medida que nos acercamos a octubre: ¿Qué significa una victoria de Milei con un 40% de votos y un 50% de abstención? ¿Es acaso un mandato popular? ¿Un cambio de época? ¿Una señal de refundación? Cada vez es más difícil afirmarlo. La victoria puede ser real, pero no necesariamente representativa de nada. Puede consolidar un poder institucional, pero no implica hegemonía cultural ni verdadero cambio. No define todavía el rumbo de la sociedad, solo marca el vacío de alternativas en el océano de fragmentación política de argentina.

En definitiva, no sabemos si estamos ante el inicio de una era histórica o simplemente transitamos un presente confuso, en el que las certezas políticas se diluyen, los actores económicos se resguardan y la sociedad observa sin apoyos mayoritarios a ningún conductor.

El gobierno de Milei tiene aún el beneficio del descontento, pero no la legitimidad activa de una sociedad movilizada detrás de un proyecto común. Y esto es lo más preocupante desde todo punto de vista, porque no sabemos si este es el inicio de algo o el final de todo, solo el tiempo podrá decirlo. Por ahora, vivimos en un país donde el dólar define la política, el ausentismo define la democracia, y la incertidumbre define la época.

 

*Abogado laboralista, ex Titular de la Catedra de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad Nacional de la Patagonia, autor de varios libros, ex Ministro Coordinador de la Provincia del Chubut