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15 octubre, 2023

Ilan Pappé, historiador sobre el conflicto Israel-Palestina: «Si no tienes compasión, no habrá paz ni reconciliación»

De nacionalidad israelí, el historiador Ilan Pappé se caracteriza por una visión crítica y alejada del adoctrinamiento en el tortuoso vínculo histórico entre Israel y Palestina, así como de los factores políticos, sociales y culturales involucrados.

Por Cristhian Pagot*

Ilan Papé, nacido el 7 de noviembre de 1954 en Haifa, Israel, es un historiador y activista social reconocido por su perspectiva crítica hacia el sionismo y su postura pro-palestina. Papé se ha destacado por su extensa trayectoria académica, siendo profesor en la Universidad de Exeter, Inglaterra, y director del Centro Europeo de Estudios sobre Palestina en la misma institución. Antes de exiliarse al Reino Unido, Papé fue profesor de ciencias políticas en la Universidad de Haifa, pero su relación con esta institución se volvió tensa debido a sus posturas políticas y su crítica abierta al estado israelí, lo que eventualmente lo llevó a buscar horizontes académicos en otro lugar.

A lo largo de su carrera, Ilan Papé ha publicado numerosos libros y artículos que han sido influyentes en el ámbito académico y en debates sobre el conflicto israelí-palestino. Entre sus publicaciones más destacadas se encuentra La limpieza étnica de Palestina (2006), donde argumenta que la violencia y la expulsión de palestinos en 1948 fueron actos premeditados y no consecuencias no deseadas de la guerra, una afirmación que ha generado tanto apoyo como controversia. Otros libros relevantes en su bibliografía son La idea de Israel: Una historia del poder y el conocimiento (2014), Una historia de la Palestina moderna: Una tierra, dos pueblos (2004) y La cárcel más grande de la tierra: Una historia de los territorios ocupados.

Papé ha sido un defensor constante de los derechos palestinos y ha participado activamente en debates y conferencias internacionales sobre el conflicto israelí-palestino. Aunque ha sido objeto de críticas y controversias, especialmente en Israel, también ha sido reconocido por su valentía al abordar temas difíciles y por su compromiso con la búsqueda de la verdad histórica y la justicia. Su trabajo ha sido fundamental para entender las dinámicas y las narrativas del conflicto desde una perspectiva que desafía las versiones oficiales y busca dar voz a los desposeídos y oprimidos.

Compartimos a continuación los subrayados de algunas entrevistas ofrecidas por Ilan Papé, así como artículos publicados en años recientes, de los cuales se puede obtener una visión alternativa de la compleja situación entre Palestina e Israel.

 

Javier Biosca Azcoiti: ¿Cuál ha sido el objetivo israelí con las actuales operaciones militares en Gaza?

Ilan Pappé: En primer lugar se trata del objetivo personal del primer ministro Netanyahu, que es crear una crisis que le permita mantenerse en el poder y no ser enviado al juzgado y, posiblemente, a la cárcel. Hay razones mucho más profundas, pero este ciclo de violencia en particular tiene mucho que ver con la lucha de Benjamín Netanyahu por su supervivencia como primer ministro de Israel.

El segundo objetivo, que se ha visto en ataques anteriores, es tener un gueto en Gaza que acepte la forma en que Israel controla toda la Palestina histórica. La estrategia, en definitiva, es mantener el statu quo de forma que muestre que no hay una resistencia seria palestina, árabe o internacional a la forma en que Israel se comporta como Estado.

 

JBA: ¿Cómo se ha llegado al punto en que las vidas de los civiles importan tan poco?

IP: Ya estábamos aquí desde hace muchos años. Para entenderlo hay que centrarse en la deshumanización. El sionismo es un movimiento colonialista y si estás colonizando el territorio de alguien, no puedes tratar a la población nativa en igualdad de condiciones contigo. El movimiento sionista ve a los palestinos como un obstáculo y un problema demográfico más que como seres humanos.

Siempre me ha sorprendido que mis amigos, colegas y compatriotas israelíes no tengan en el caso de Gaza al menos una mínima compasión. ¿Piensas que Hamás es responsable? Vale. ¿Que Hamás es terrorista? Vale. ¿Pero no sientes nada cuando ves la matanza de niños en Gaza? Y la mayoría no lo siente. La sensación general es que ellos tienen la culpa. Si no tienes compasión, no habrá paz ni reconciliación.

 

JBA: Hace unos días la profesora Hanan Ashrawi decía que la Nakba es un proyecto en curso para completar la expulsión de la población palestina, algo que coincide con lo que usted dice. ¿Cuándo terminará este proyecto?

IP: Hay dos opciones: o paran cuando logren deshacerse de todos los palestinos o cuando el mundo les diga que este tipo de mentalidad, ideología y estrategia es inaceptable. Para evitar esa condena de la comunidad internacional no lo hacen como lo hicieron en el 48, sino que es mucho más sofisticado.

Incluso creo que los Acuerdos de Oslo son parte de este plan con los palestinos. Algunos de los palestinos no entendieron que la idea de dividir Cisjordania en zonas A, B y C era en realidad para los israelíes resolver de alguna forma el problema demográfico concentrando a los palestinos en las zonas A y B. No necesitan echarlos, pero pueden controlarlos desde fuera, como hacen en Gaza. Por lo tanto, hay varias formas con las que intentan resolver el problema demográfico. No digo que siempre utilicen la limpieza étnica o expulsión. Pueden utilizar un sistema de apartheid, el llamado proceso de paz… pero en el fondo es algo que debería ser moralmente inaceptable.

JBA: ¿Por qué Netanyahu es tan popular?

IP: Hay tres razones por las que no solo Netanyahu, sino toda la derecha israelí, ha sido el único poder real en Israel durante los últimos 20 años. Netanyahu es sólo una versión de ese poder. Una son los 70 años de adoctrinamiento. Hubo un intento de la izquierda en Israel, de los sionistas liberales, de decir que se podía ser una potencia ocupada ilustrada y un colono socialista. Pero la mayoría de los israelíes entiende que sólo tienen dos opciones: ser democráticos y renunciar a la idea de un Estado étnico judío o ser un Estado judío étnico y renunciar a la democracia.

La segunda razón es por el miedo sembrado en la sociedad de que, de acuerdo, tal vez los palestinos tengan razón, pero nunca nos perdonarán y ahora es demasiado tarde, así que hay que seguir haciendo lo que estábamos haciendo. La tercera razón es que los israelíes han llegado a la conclusión de que el mundo hablará mucho y condenará sus acciones, pero en la práctica es un mundo muy cínico y continuará apoyando Israel aunque su faceta como Estado racista y antidemocrático sea cada vez más evidente.

 

JBA: En su libro ‘La cárcel más grande de la Tierra’ argumenta que el término ocupación es engañoso y no refleja la situación real sobre el terreno, ¿por qué?

IP: La ocupación existe y es una ocupación brutal, pero la gente lo utiliza para describir todo el panorama. En realidad estamos ante algo más difícil de entender y es la colonización en el siglo XXI. Para la mayoría de nosotros el colonialismo es algo del pasado que ha terminado, pero hay una colonización que continúa en Palestina hoy en día: parte es ocupación, parte es limpieza étnica, parte es un sistema de apartheid y parte es lo que hacen en Gaza –que a veces me parece un proyecto genocida–. No todo es ocupación. La ocupación es temporal y termina. Cuando dura 52 años, ya no es ocupación. Es algo más.

 

JBA: Incluso Israel no se considera una potencia ocupante.

IP: Creo que casi todos los judíos en Israel piensan que Cisjordania es parte de Israel. Lo consideran el corazón del antiguo Israel y por lo tanto no está ocupado, sino que para ellos es una liberación. La cuestión para ellos no es si es una ocupación, sino cuál es la mejor forma de controlar ese territorio dado que hay tantos palestinos. Como un académico e intelectual, creo que estamos frente a una colonización que comenzó a finales del siglo XIX y que se extiende hasta hoy.

JBA: Y según su visión de la historia, ¿Por qué ha aceptado la sociedad israelí esta situación sin cuestionarla?

IP: La mayor parte de la sociedad civil está bajo la influencia del adoctrinamiento. Para la gente de fuera es difícil entender cómo puede funcionar el adoctrinamiento en una sociedad sin un dictador que te adoctrina. Se trata de un adoctrinamiento que se construye de forma muy inteligente a través del sistema educativo, del servicio militar obligatorio, de la academia y los medios de comunicación. Es un lugar en el que es muy difícil trabajar si quieres ofrecer una alternativa.

 

JBA: ¿Quiere Israel la paz o negociaciones de paz?

IP: Israel no quiere la paz, lo que quiere es que continúe el statu quo y poco a poco mejorar la situación demográfica. La visión de futuro de Israel es que los palestinos acepten esta forma de vida en la que no tienen derechos colectivos, pero pueden desarrollar sus carreras, vivir en esta prisión llamada áreas A y B y jugar con la idea de la autonomía. Cuando hablan de paz, hablan de normalización de relaciones con regímenes árabes –están muy contentos con lo ocurrido con Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos– y de domesticar a la comunidad palestina.

(De la entrevista de Javier Biosca Azcoiti a Ilan Papé publicado en el sitio eldiario.es el 22 de mayo de 2021)

 

Nigel O’Connor​: ¿Considera que Estados Unidos cree realmente en la posibilidad de una solución de dos Estados?

Ilan Pappé: No, creo que EE.UU. no tiene una estrategia para Israel/Palestina, sólo tácticas. La estrategia, si eso es lo que es, se formuló en torno a 1968 con la administración Johnson, y fue una política de ignorancia intencionada sobre las acciones unilaterales israelíes, en particular en Cisjordania. Dado que los sucesivos gobiernos israelíes estaban dispuestos a llamar autonomía o Estado a la parte de Cisjordania y la Franja de Gaza que no deseaban gobernar directamente, el discurso estadounidense e israelí sobre los dos Estados se convirtió en uno solo: permitir a los palestinos, a la espera de su «buen comportamiento», el autogobierno en las zonas palestinas densamente pobladas. Comportarse bien significaba renunciar a cualquier exigencia futura.

 

NO: ¿Cómo ve a los palestinos para alcanzar sus ambiciones nacionales y qué opciones tienen?

IP: Dado el actual equilibrio de poderes local, regional y mundial, hay muy pocas esperanzas de que los palestinos hagan realidad sus esperanzas nacionales en un futuro próximo. Sin embargo, los dramáticos cambios que se están produciendo en la región, el drástico giro de la opinión pública mundial en su apoyo, las crisis económicas mundiales y los posibles cambios en el equilibrio de poder internacional, abren opciones para un enfoque global diferente hacia Israel, tal vez… de forma similar al apartheid sudafricano. Para aprovechar estas posibilidades, las cuestiones de las representaciones y la unidad palestinas deberían resolverse rápidamente, de lo contrario se perderían estas futuras oportunidades. Ni que decir tiene que, por el momento, es la firmeza palestina, a veces a nivel muy individual, [la que] impide que se desencadene una catástrofe total.

 

NO: ¿Cómo valora la posibilidad de que se produzca otra intifada palestina, dada la actual situación política y militar en los territorios ocupados?

IP: Como bastante alta. La desesperación puede llevar, por supuesto, a una especie de parálisis o falta de impulso para rebelarse. Pero ahora que ha nacido una tercera generación en la megacárcel que Israel construyó en los territorios -y que la política israelí de asentamientos y colonos es más extrema, brutal e inhumana que antes-, siempre existe el escenario de una explosión contra todo pronóstico.

 

NO: ¿Cómo caracteriza el enfoque de la clase política israelí para lograr sus objetivos en los territorios palestinos, y en qué cree que consisten?

IP: Los objetivos actuales no son diferentes de los que se fijó el movimiento sionista muy al principio, cuando había aparecido en Palestina: tener la mayor parte posible de Palestina con el menor número posible de palestinos en ella. Las tácticas van cambiando. En 1948 se consiguió mediante la limpieza étnica; hasta 1967, imponiendo un régimen militar a la minoría palestina en Israel; después de 1967, encarcelando a los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza en una enorme megacárcel, al tiempo que se anexionaba la mitad de Cisjordania a Israel y se desarabizaba esta región, y judaizando la Galilea y el Néguev.

Estos objetivos no se han completado gracias a la firmeza y la lucha palestinas, por lo que seguirán siendo la táctica en el siglo XXI.

 

NO: ¿Ha visto cambiar la naturaleza de la sociedad israelí a lo largo de su vida y, en caso afirmativo, diría que estos cambios están suponiendo un obstáculo para lograr una salida justa al conflicto o están actuando como facilitadores?

IP: Hay dos aspectos que siempre me han interesado de la sociedad israelí: uno es su relación con los palestinos y, por extensión, con el mundo árabe, y el otro es la dinámica interna de la sociedad judía.

En cuanto al primer aspecto, he visto muy pocos cambios en la actitud básica. Los palestinos eran y son vistos como extranjeros usurpadores de una antigua patria y un obstáculo para una vida próspera y pacífica. El deseo era no formar parte del mundo árabe, y esto incluía desgraciadamente a los judíos árabes, y esto produjo una mentalidad de fortaleza occidental asediada en medio de una región «hostil». El resultado de esta mentalidad fue una sociedad intolerante, prepotente y paranoica que cree que sólo puede confiar en el poder militar para sobrevivir.

En cuanto al otro aspecto, crecí en una sociedad relativamente modesta que se preocupaba al menos por el otro dentro de la sociedad judía, más igualitaria y laica. Se ha polarizado más entre enclaves americanizados y hedonistas como Tel-Aviv, y espacios teocráticos celosos como Jerusalén y los asentamientos.

(De la entrevista de Nigel O’Connor a Ilan Papé publicado en el sitio de Al Jazeera el 5 de julio de 2013)

La legitimidad de Israel, de hecho, su propia viabilidad, descansa sobre dos pilares principales.

En primer lugar, el pilar material, que incluye su fuerza militar, sus capacidades de alta tecnología y un sólido sistema económico.

Estos factores permiten al Estado construir una sólida red de alianzas con países que desean beneficiarse de lo que Israel puede ofrecer: armas, seguridad, programas espía, conocimientos de alta tecnología y sistemas modernizados de producción agrícola.

A cambio, Israel no sólo pide dinero, sino también apoyo contra su erosionada imagen internacional.

En segundo lugar, el pilar moral. Este aspecto fue especialmente importante en los inicios del proyecto sionista y de la creación del Estado.

Israel vendió al mundo una doble narrativa: por un lado, que la creación de Israel era la única panacea para el antisemitismo, y dos, que Israel se construía en un lugar que religiosa y culturalmente pertenecía al pueblo judío.

Al principio se negó por completo la presencia de una población originaria, el pueblo palestino; después se empequeñeció. Y cuando por fin se reconoció la existencia de los palestinos, se presentó como una desafortunada coincidencia.

Entonces, Israel, la autoproclamada «única democracia de Oriente Medio», se autoproclamó generoso pacificador dispuesto a resolver el problema ofreciendo «concesiones» sobre su supuesto derecho a la totalidad de la Palestina histórica.

[…]

La imagen de Israel -tanto a nivel interno como internacional- como Estado democrático y miembro de las «naciones civilizadas» no parecía corresponderse con la nueva información. Cada vez más, la llamada democracia israelí quedaba expuesta como un régimen de apartheid, que abusa a diario de los derechos civiles y humanos de los palestinos.

Sin embargo, la revelación de la verdadera naturaleza de Israel y el rechazo generalizado de la opinión pública a la narrativa israelí no parecieron calar en las élites políticas y los gobiernos de todo el mundo, cuya actitud hacia Israel permaneció prácticamente inalterada.

Por el contrario, los gobiernos del Norte global son los que encabezan la carga contra los diversos movimientos de solidaridad con los palestinos. Parecen decididos a suprimir la libertad de expresión de sus propias sociedades legislando contra las iniciativas civiles que piden boicotear, sancionar y desinvertir de Tel Aviv.

El Sur global no está mucho mejor, donde gobiernos y gobernantes ignoran la exigencia de sus sociedades de adoptar una postura firme contra Israel. Esto incluye a los regímenes árabes, que hacen fila para normalizar sus lazos diplomáticos con Tel Aviv.

(Del artículo Judea contra el «Israel de fantasía», publicado por Ilan Pappé en el sitio palestinechronicle.com)

 

*PS