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7 julio, 2025

Estos son los motivos por los que las grandes potencias mundiales se están disputando Groenlandia

Groenlandia, la isla más grande del planeta, ha dejado de ser solo una vasta extensión de hielo para convertirse en un punto clave en la geopolítica global. Bajo su superficie helada se esconden recursos minerales estratégicos que están atrayendo la atención de potencias como Estados Unidos, China y Rusia. Pero no se trata solo de minerales: su ubicación la convierte en una pieza esencial en el nuevo tablero del Ártico.

Por Alfredo A. Rodríguez Gómez, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja*

Una isla en el radar de las grandes potencias

Estados Unidos mantiene una presencia militar histórica en Groenlandia, especialmente a través de la Base Aérea de Thula (hoy llamada Base Espacial de Pituffik), vital para su sistema de defensa antimisiles.

Rusia quiere reforzar su dominio sobre las rutas del Ártico, especialmente la Ruta del Mar del Norte, que se está volviendo más navegable debido al deshielo. Además, busca asegurar el acceso a recursos naturales y zonas de pesca en una región cada vez más estratégica.

China, en cambio, ve en Groenlandia una fuente alternativa de minerales críticos como tierras raras, litio y grafito, esenciales para su industria tecnológica y energética.

Además, este país pretende establecer una presencia logística e inversora en el Ártico a través de su iniciativa de la “Ruta de la Seda Polar”.

Este renovado interés internacional refleja una competencia creciente por el control del Ártico, impulsada por el deshielo y el acceso a nuevas rutas comerciales y recursos.

Thula: más que una base militar

Ubicada a solo 1 500 km del Polo Norte, la Base Espacial de Pituffik es un punto neurálgico para la vigilancia del hemisferio norte.

Esta base forma parte del sistema de alerta temprana de Estados Unidos y alberga radares capaces de detectar lanzamientos de misiles desde Rusia o China. Además, sirve como estación de rastreo para satélites en órbita polar, esenciales para comunicaciones, navegación GPS y meteorología.

En este año de 2025, el Pentágono ha reestructurado su plan de comando unificado para trasladar Groenlandia al área de responsabilidad del Comando Norte, reforzando así su papel en la defensa del hemisferio occidental.

El tesoro bajo el hielo: minerales críticos

El retroceso del hielo está revelando depósitos de minerales esenciales para la transición energética global. Groenlandia alberga tierras raras, litio, grafito y cobre, todos fundamentales para fabricar turbinas eólicas, baterías, vehículos eléctricos y tecnologías de defensa.

Según el Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia (GEUS), la isla podría contener hasta 235 000 toneladas de litio y 6 millones de toneladas de grafito. Aunque estas cifras no compiten con las reservas de China, su valor estratégico radica en ofrecer una fuente alternativa y más diversificada.

La base de datos CMiO del Servicio Geológico de EE. UU. (USGS) confirma que Groenlandia forma parte de las regiones con potencial para abastecer minerales críticos, lo que la convierte en un actor emergente en la cadena de suministro global.

Desarrollo o preservación: el dilema groenlandés

El desarrollo de los recursos minerales en Groenlandia plantea un dilema tan prometedor como peligroso. La isla, que goza de un alto grado de autonomía dentro del Reino de Dinamarca, se enfrenta a una decisión histórica: apostar por la explotación de sus riquezas naturales o preservar su frágil equilibrio ecológico y cultural.

Por un lado, la minería a gran escala podría generar ingresos significativos, crear empleo y fortalecer la economía local. Sin embargo, también conlleva riesgos ambientales considerables.

El ecosistema ártico es extremadamente sensible: la contaminación de aguas, la alteración de hábitats y la pérdida de biodiversidad podrían ser irreversibles. Además, muchas comunidades indígenas temen que el desarrollo industrial afecte sus modos de vida tradicionales, basados en la pesca, la caza y el respeto por la naturaleza.

A esto se suma un debate político de fondo: el deseo de independencia. Groenlandia aspira a emanciparse completamente de Dinamarca, pero su economía aún depende en gran medida de las transferencias del gobierno danés.

La explotación de minerales podría ser una vía hacia la autosuficiencia, pero también implicaría abrir la puerta a inversiones extranjeras, especialmente de potencias como China, lo que podría generar nuevas formas de dependencia.

El caso del proyecto minero de Kvanefjeld, respaldado por capital chino y centrado en tierras raras, es emblemático. Aunque prometía convertir a Groenlandia en un actor clave en la cadena global de suministro de minerales estratégicos, fue rechazado por el nuevo Gobierno en 2021 tras una fuerte oposición social y ambiental. Este episodio refleja la tensión entre el desarrollo económico y la voluntad popular de proteger el territorio.

Un futuro por definir

Groenlandia está en una encrucijada. Su posición estratégica y sus recursos la convierten en un actor clave en la transición energética y en la configuración del nuevo orden ártico. Pero su desarrollo debe gestionarse con responsabilidad, visión a largo plazo y respeto por su entorno natural y cultural.

El reto no es solo económico o ambiental, sino también identitario. ¿Qué tipo de nación quiere ser Groenlandia? ¿Desea ser una potencia minera al servicio del mercado global o un modelo de sostenibilidad ártica?

En definitiva, Groenlandia ya no es solo una tierra de hielo, es el tablero donde se juega una nueva partida mundial. Y su decisión marcará no solo su destino, sino también el del Ártico y el equilibrio geopolítico del planeta.The Conversation

Alfredo A. Rodríguez Gómez, Profesor de Relaciones Internacionales de la UNIR, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.