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13 octubre, 2024

Es un “outsider”, pero no queda otra

Es un “outsider” pero le tiene que ir bien. No hay otra opción posible en lo inmediato para argentina: Me da miedo, tengo muchas dudas, pero no hay otra salida

Por Sergio Mammarelli

Comenzaría pidiéndole a nuestro presidente que deje por favor de “pegarse un tiro en los pies, todas las semanas”. Decididamente, no es bueno para su salud y menos, para la de todos los argentinos.

Esa mayoría del 56% que voto a Milei en la segunda vuelta, si es que existe hoy, estaría pensando lo siguiente: “No te elegimos para que te suicides sino para que nos gobiernes. No seas tonto, el país espera otra cosa diferente. Acaso no la ves!!!“

Veamos por algunos instantes la siguiente película para dar dimensión a lo que quiero expresarles: Primero, luego del triunfo innecesario por oponerse a un aumento de 14 mil pesos a los jubilados, el presidente Javier Milei organiza un asado bochornoso en la quinta de Olivos para festejar la resistencia del veto que limitó ese aumento. Hoy aprendieron y nadie festejó el sostenimiento del veto en contra de las Universidades. En el mientras tanto, “yuyito” prepara su mudanza a Olivos, como la mejor reminiscencia de las épocas doradas del menemismo, aun cuando Yuyito tenga algunas décadas de más.

Segundo, sin reponerse del bochorno, Milei rompe la tradición y concurre al Congreso para presentar el presupuesto 2025, un domingo a la noche, utilizando la cadena nacional como Cristina con un discurso agresivo en el que no dijo nada. Su resultado más contundente fue el bajo rating y la crítica de todo el arco político opositor, amigable o no y de gran parte del mundo económico. Enseguida viaja a Córdoba invadida por los incendios, sin tomar contacto directo con los damnificados ni con los bomberos que estuvieron tratando de paliar la situación. Es decir, para qué fuiste.? Solo para quedar mal. Sin embargo, tuvo tiempo para lucir sonriente en el balcón de la Casa Rosada con Susana Giménez.

Tercero, se pelea con la comunidad internacional con su discurso ante la ONU (que además fue el plagio del discurso de otro) quedando del lado de los peores países del mundo, insultando a la ONU con su modelo socialista y concluye su periplo con un acto político al mejor estilo peronista, con micros y choripanes, para criticar furiosamente a la prensa y a la casta donde ya pertenece sin lugar a duda.

La frutilla del postre se dio la semana pasada, donde luego de una multitudinaria marcha realizada el miércoles, el presidente Javier Milei vetó la ley de financiamiento universitario aprobada por ambas Cámaras del Congreso. Se trata de la segunda vez que Milei rechaza un proyecto convalidado por el parlamento, tras lo ocurrido con la ley de movilidad jubilatoria. Mas allá del éxito obtenido en el parlamento, todo es patético (¿victoria o salvar las papas?). Un cambio sin consenso solo brinda desconfianza a los mercados y tiñe de precariedad todo lo logrado hasta ahora.

A esta altura, sin ninguna buena noticia que contar, el interrogante sería el siguiente: ¿extravió Milei el agudo sensor del humor social, que había sido su gran activo durante su ascenso al poder y sus primeros meses de gestión? O ¿la narrativa original, basada en la defensa irrestricta del ajuste y la lucha contra la “casta”, está exhibiendo un desgaste ante las dificultades del Gobierno para exponer una recuperación económica vigorosa? ¿Es posible gobernar exitosamente sin partido, en minoría parlamentaria y sin una red de aliados estable? No lo sé, pero me preocupa muchísimo, si es que el relato está llegando a su fin en tan poco tiempo.

La marcha del miércoles fue igual de multitudinaria que la anterior, más allá de las peleas de siempre por el número de asistentes que poco importan. Sin embargo, como bien destaca Carlos Pagni, giró alrededor de otro tema. La primera marcha giraba alrededor de la supervivencia de la universidad pública. Este miércoles, la principal reivindicación fue salarial. Un sueldo de un docente de la UBA diplomado con una maestría, con dedicación exclusiva y 20 años de antigüedad pasó, en términos reales, de 2.973.646 pesos, en noviembre de 20223, a 2.286.009 pesos en julio de este año. Es decir, un recorte del 23%. Pero los docentes con 20 años de antigüedad cobran, promedio, 1.000.000 de pesos por mes.

Casi en forma paralela, la Universidad de Buenos Aires se ubicó en el puesto 10 del ranking QS de América Latina y ratificó su posición como la primera del país. Entre las 10 mejores universidades argentinas hay 6 públicas y 4 privadas. No es momento para criticar sino para callarse, no.?

Porqué tiene tanta importancia ahora, esta discusión salarial universitaria?

La desigualdad aumentó en el segundo trimestre del año y el ingreso promedio no llegó a cubrir la canasta básica. El decil más rico ganó 14 veces más que el más pobre mientras que el coeficiente de Gini marcó un empeoramiento respecto al mismo período del año pasado.

El ingreso promedio per cápita fue de $289.562 y la mediana, $205.000 y, tal vez el dato más relevante, el 62,4% de la población tuvo ingresos, con un promedio de $458.474. Ese promedio no puede cubrir la canasta básica total que mide la línea de pobreza. En promedio, el valor de esa canasta ascendió durante el segundo trimestre a poco más de $850.000 para una familia tipo. De eso trató la marcha universitaria del miércoles pasado, pero el gobierno no la ve.

Los ingresos de los asalariados en la argentina ascienden a 9.632.592 de personas registradas con un ingreso promedio de $501.825. Sino lo ves Milei, estás y estamos en un problema.

Pero también algo ocurrió el miércoles de la marcha. El presidente identificó a Martín Lousteau, Horacio Rodríguez Larreta y Elisa Carrió como integrantes de una coalición opositora de la que también participan, Cristina Kirchner y Sergio Massa. Ojo, van quedando pocos amigos: El Pro, algunos radicales y el cada vez más lejos bloque de la Coalición federal.

¿Está en la naturaleza de Milei matar a quienes lo ayudan a cruzar el río?

¿O lo que lo agobia es el miedo a mimetizarse con la rana del cuento y dejar de ser la figura peligrosa que emergió desde los márgenes para hacer lo que nunca nadie se había atrevido? No lo sé, pero mientras tanto, la oposición empieza a desentumecerse. Desde Schiaretti, que todos saben está en el armado de algo; Cristina, la eterna, que volvió al conurbano para mostrar su fuerza y vigencia y el pobre Macri, que llegó a la conclusión que por más que comas milanesas con el presidente no se puede ir a ningún lado, incluso dando una prueba más de amor en la votación en diputados.

Milei debe reflexionar. Los argentinos no solo queremos, sino que necesitamos que le vaya bien, por más que la película que vemos nos diga otra cosa. Todavía Milei no cumplió un año de gobierno, aunque nos parezca que hace una eternidad. Qué pasará con la próxima marcha contra el gobierno.? Cuál será el próximo tema para que Milei se pelee con los argentinos.? O peor aún, Y si la comunidad universitaria no se rinde.?

Si apelamos al humor, no puedo dejar de recordar a “Micky Vainilla”, fantástica creación de Capusotto, quién se podía atrever en modo chiste a decir: “Ya hay suficiente tristeza en el mundo. Gente pobre, enferma y rodeada de miseria. ¿Por qué no festejar, entonces, que pertenezco a un grupo cuya superioridad, felizmente y con justicia, hace que estemos alejados de todas las desgracias que otros sectores de la humanidad, evidentemente, merecen?”. Mi temor, es que ese pensamiento en la argentina deje de ser un chiste en la actualidad. ¿Sería espantoso? Sin embargo, el gobierno de Milei sigue sosteniendo una máxima con el siguiente razonamiento: “estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho, pero se olvidan de que alguien lo tiene que pagar. Cuya máxima aberración es la justicia social…”. El parecido con el chiste de Micky Vainilla es muy paradójico, ¿no?

La gran asesina de las democracias es la desigualdad. No hay ningún país del mundo con 95% de pobres (por más que el presidente sostuviera que nos evitó llegar a esa cifra en diciembre). Los que más pobres tienen están entre 72% y 60% de pobreza en África: Zimbaue, Madagascar, Sierra Leona, Nigeria, Burindi y Congo; en Latinoamérica: Haití, Guatemala y Surinam. Estamos cerca de esos récords, ¿nos falta muy poquito?

En el medio de este tumultuoso panorama, no dejo de pensar que todavía le faltan a Milei más de dos meses para cumplir el aniversario de su primer año de gobierno. Seguramente, el núcleo duro de sus electores contará todas sus hazañas libertarias contra la casta. Sin embargo, mi preocupación es el tiempo faltante para la conclusión de su mandato. Basta con recordar las frustradas experiencias de los gobiernos no peronistas que tuvieron que adelantar la entrega del mando: por seis meses en 1989 Alfonsín, y en 2001 con la renuncia de De la Rúa, además de escuchar que el mérito de Mauricio Macri fue ser el primer gobierno no peronista en terminar su mandato, dándole a eso carácter de logro excepcional.

En nuestro país, las elecciones no son una garantía de democracia si no existe además alternancia y división de poderes. El objetivo es desprofesionalizar la política para que quienes la ejercen entren y salgan de la función pública sin buscar permanecer para siempre en el poder. Esta era la idea que tenía la democracia en Atenas, así como la república romana y la República de Florencia. En ellas el punto clave era que nadie podía estar demasiado tiempo en el poder, para que no pudiera acumularlo. ¿Tendría una sociedad que soportar cuatro años de un gobierno que demostrara arruinar al país solo por cumplir con el calendario electoral?

El Papa ya nos dio su fórmula: “Hagan lío” no es violencia, es hacerse escuchar, peticionar, visibilizar el descontento, para ser agentes y no pacientes. Pero siempre dentro de las normas que dispone la Constitución. Precisamente aquella que, entre sus normas, permite el veto del presidente, pero también el juicio político.

Lo peor de todo es que Milei era bastante predecible ya desde la campaña electoral. Ninguno de nosotros puede sorprenderse. No es un político tradicional capaz de negociar y cambiar; como todo líder mesiánico, su impulso inicial siempre es el dogmatismo, es decir imponer una verdad única que Dios le reveló en forma directa. Por último, lo más evidente, su estilo de comunicación, destacada por la agresividad con la que castigan a sus adversarios, sus estéticas no convencionales, su lucha sin cuartel contra el comunismo asesino, los chistes de mal gusto, etc.

Hoy aparecen las dudas, con la noticia que la imagen de Javier Milei cayó 10 puntos en tan sólo un mes. Una encuesta difundida esta semana registró una nueva caída en la imagen del presidente por cuarto mes consecutivo, con la novedad de que ya es mayor la negativa que la positiva. El estudio de opinión pública de la Consultora Giacobbe muestra que Milei cuenta con un 42,2% de imagen positiva frente a un 46,2% de negativa y un 10,5% regular. Ahora la pregunta será, ¿cómo repercute la victoria pírrica del gobierno en diputados.?

El presidente debe entender que la estrategia de ir por todo, con la rendición incondicional de los oponentes, no le está funcionando bien como pretendía con el apoyo incondicional del 56 por ciento de los votos del balotaje. Hoy ese porcentaje podría haber descendido drásticamente. Pese a todo, aún con todas estas dudas, le tiene que ir bien, por el bien de todos nosotros.

El clima político en Argentina no podría ser más turbulento. Tanto en el seno del ex Juntos por el Cambio como en el peronismo, las tensiones y divisiones internas son claras señales de una crisis de liderazgos que amenaza con paralizar a las fuerzas opositoras en un momento clave para el país. Solo este desconcierto está salvando a la Libertad Avanza (LLA), mientras las demás fuerzas políticas parecen desintegrarse.

Me parecieron que las palabras del jefe del Bloque de Encuentro Federal, Miguel Pichetto en la cámara de diputados, constituyen el mejor resumen de lo que pienso: “¿Cuál es el programa que tienen? Es un barco sin luces en el mar, un tren que no llega a ninguna estación, una sociedad anónima de destrucción masiva de lo poco que nos queda de un cierto nivel de bienestar en el Estado argentino»… “probablemente hoy el oficialismo obtenga un triunfo en la Cámara Baja, pero perdieron con un sector de la sociedad, como lo hicieron cuando rechazaron el aumento a jubilados”. «Lo que hay es una apuesta a la confrontación, al conflicto como único eje, a tratar de ganar batallas que en el fondo pierden, porque lo que acaban de hacer es consolidar el partido de la minoría«. Y terminó diciendo: “se está «jugando con valores muy sensibles», y se está tomado un camino que no es conveniente para el país ni para el Gobierno”.

Tras el resultado en diputados, comenzó tímidamente una protesta en las universidades más combativas. Pero ya son más de 20 las que fueron tomadas por alumnos y docentes en protesta por la decisión del Gobierno de vetar la ley de Financiamiento Universitario. Por ahora, nada es alarma, ¿pero si sigue escalando.?

No soy vidente y por eso apelo a la historia. El 29 de mayo de 1969, en la provincia de Córdoba se desató un acontecimiento que marcaría un hito en la historia argentina: el Cordobazo. Esta huelga política de masas, liderada por una coalición de fuerzas de izquierda y sectores del peronismo, desencadenó una serie de eventos que debilitaron la dictadura militar encabezada por Juan Carlos Onganía y tuvieron repercusiones duraderas en la vida política y laboral del país.

Para comprender la magnitud del Cordobazo es fundamental tener en cuenta el contexto en el que se desarrolló. En 1969, Argentina estaba bajo el régimen militar de Onganía, quien había llegado al poder tres años antes tras el derrocamiento del presidente radical Arturo Illia. Durante su gobierno, Onganía impuso políticas restrictivas y adoptó medidas económicas que afectaron negativamente a los trabajadores.

Las consecuencias políticas del Cordobazo fueron significativas. La dictadura de Onganía perdió legitimidad y, menos de una semana después de este evento, el ministro Krieger Vasena renunció a su cargo. El Cordobazo dejó en claro que los trabajadores argentinos estaban dispuestos a luchar por sus derechos y a enfrentar a las autoridades opresoras.

Pero las implicaciones del Cordobazo no se limitaron al ámbito político. Como resultado de este proceso de lucha, se negociaron la mayoría de los convenios colectivos de trabajo, que aún hoy tienen un impacto en la legislación laboral del país. Estos acuerdos, a pesar de las múltiples modificaciones a lo largo del tiempo, continúan siendo objeto de debate y disputa, ya que algunos sectores políticos y económicos los consideran un obstáculo para la modernización o, según otros, una oportunidad para «flexibilizar» las relaciones laborales.

Nada puede repetirse, pero la historia deja sus enseñanzas

En fin, debemos bancar a Milei en estas horas, aunque él no se da cuenta de la difícil encrucijada que comenzó a rodearlo y en que está transitando su gobierno. Su gran caballo de batalla, la inflación, no cede en la medida esperada y los recortes comienzan a ser insostenibles en una argentina pobre donde el humor social comenzó a vencer su imagen indestructible del equilibrio fiscal y del ajuste sin piedad. Es cierto que nos avisó que íbamos a sufrir, solo que comenzó a hacerse más nítido el umbral al dolor en toda la sociedad. Estamos ingresando en un sendero peligroso donde todo puede ocurrir en cualquier momento. Esperemos que se dé cuenta. Sin embargo, la oportunidad política estará del lado que la vea primero. Ojalá sea por parte del gobierno.

 

*Abogado laboralista, extitular de la Catedra de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad Nacional de la Patagonia, ex ministro Coordinador de la Provincia del Chubut, autor de varias ublicaciones