8 mayo, 2021
Por Ignacio Zuleta
Tema de la semana: la herencia recibida. Es para que debute en esa especialidad Cristina de Kirchner, desde este domingo a cargo de la presidencia. No le pasó antes, porque lo que recibió de Néstor fue un activo y no un pasivo de gestión.
Alberto Fernández, antes de partir apuró algunas decisiones con la que tiene que convivir en este interregno. La principal es la negociación de los tuneleros del oficialismo y la oposición para que se avance en la postergación de las elecciones. La tramitaron, a solas, pero por vía remota, Eduardo de Pedro y Mario Negri. Navegaron sin luces y en jurado secreto, para que el gobierno aceptase una cláusula cerrojo que permita postergar las PASO al 12 de setiembre y las generales al 14 de noviembre. De Pedro debió actuar en secreto en la cúpula, porque el socio principal de la trifecta presidencial se opone, y quiere lisa y llanamente suspensión de las primarias.
“Que no se entere porque está en contra”, le recomendó a la oposición, en donde ya se sabe que Sergio tiene más de un amigo. Lo logró porque Massa estuvo agazapado toda la semana digiriendo la prórroga del régimen de biocombustibles, un gol en contra para él, para Máximo y el lobby petrolero. Querían una nueva ley, pero para darle dictamen sin protocolo Covid – venció el 30 de abril – debía hacerlo en sesión de comisión presencial. Y nadie quiere acercarse al Congreso en estas horas de nueva ola.
Negri habilitó la contraseña de los acuerdos: el mensaje “¿Estás” que abre los diálogos discretos por whatsapp? Puede iluminar la pantalla a cualquier hora. Esta vez el jefe radical debió negociar en dos rounds con los 18 miembros de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, también con pedido de secreto. La ronda incluyó a Macri, que albergaba en el lujoso Biltmore Hotel (Miami) para participar de una cumbre de dirigentes conservadores de la región.
Cristina deberá refrendar el avance de sus negociadores hacia un acuerdo en la cúpula, del mismo nivel que alcanzó el oficialismo con la oposición en el caso de las leyes Guzmán de Emergencia, Endeudamiento y Baja de Ganancias. No le costará, porque ella militó contra Massa para sostener las PASO. “Las creó papá”, se justificó Máximo, aliado de Wado en este round. De ella depende el envío en tiempo del proyecto de ley. Hubiera querido que fuera un acuerdo presencial en Casa de Gobierno, pero la oposición impuso, no solo la cláusula cerrojo (o cláusula Negri). Hubo otras dos: fotos no, y que el proyecto lo mande el Ejecutivo, que en vez quería que fuera validado por los radicales Carrizo y Yacobitti, en una chicana para dividir a Juntos por el Cambio. Pudo haber una condición inconfesable: que el Frente de Todos le aceptase a Juntos por el Cambio los candidatos a designar en el sistema de medios (Enacom y RTA), los radicales José Corral y Javier Monte, y el macrista Cristian Larsen. Un desaire al bloque federal que inspira Graciela Camaño, y que se referencia en Roberto Lavagna. Esto no va a quedar ahí.
Le pueden pesar otras dos herencias que contradicen su programa: las prórrogas de Hidrovía y Biocombustibles. La revolución se hace cuando se puede, no cuando uno quiere. Y más si las fuerzas que tenés para emprenderla son provisorias, compartidas y, en el fondo, más débiles que las de tus adversarios. Gobiernos que presumen de revolucionarios, o al menos de reformistas, la emprenden con cambios cuando el antiguo régimen ya cayó. La oportunidad choca con el deber ser -para usar un sintagma que recordó Alberto en su grito de Ensenada-. La administración de los Fernández – un festival de debilidades – llena la agenda de decisiones que sólo se explican por la oportunidad que ofrecen las fechas de vencimiento. ¿Por qué se revisa el programa de auspicio de los biocombustibles?
El que regía podía ser bueno o malo, como el que vendrá. Lo revisan porque a fines de abril venció el que regía hace 15 años. Se prorroga para darle espacio a uno nuevo. Ocurre lo mismo con otra gran batalla interna en el gobierno, la de la Hidrovía. ¿Por qué se revisa al sistema de concesión del servicio que viene de 1995? ¿Porque es malo y el que puede venir es bueno? No, es que también vence aquella prestación, por la que el empresario Romero dice que hasta puso una valija por US$600 mil que se lo renovasen.
Este método de revoluciones por vencimiento del ancien regime brinda otra radiografía de las entretelas del poder. Esas dos batallas enfrentan a sectores del gabinete, y al gobierno con la oposición. Las prórrogas de la concesión al grupo Emepa y sus socios holandeses en la Hidrovía, y la del régimen de biocombustibles son, miradas en perspectiva, dos victorias – aunque episódicas – de la oposición. Juntos por Cambio querría que el régimen de la Hidrovía se renovase, quizás con mejoras, pero con la misma música de 1995, es decir que el concesionario cobre el peaje y haga las obras que no hace el Estado. En biocombustibles, apoya la renovación del acuerdo que rige en la actualidad, según lo aprobó el Senado. Que la oposición, a tan poco tiempo de las elecciones, le haya trabado la iniciativa a un oficialismo que ganó holgadamente las elecciones de 2019, y domina en las dos cámaras del Congreso, es también una radiografía de su fuerza. Tiene razón el gobierno al echar mano de todos los recursos que le permitan: 1) mantener la unidad, clave del éxito electoral en 2019 después de una década de divisiones, y 2) ensayar todas las martingalas de campaña, que le crean alguna ilusión de rédito electoral – subsidios, tarifas bajas, vacunas, etc.
Ilusiones, en realidad. La rigidez del voto argentino produce pocas novedades de una elección a otra. Es difícil que una campaña o un candidato dé vuelta las expectativas. En el ciclo de la transición desde 1983, las grandes familias políticas han dominado en la representación de la mayoría de los votantes. En la articulación de las reformas de la constitución de 1994, quedaron expresados el peronismo y un arco del no peronismo. La capacidad de cada uno de estos dos sectores de permanecer unidos es lo que les asegura el rol dominante en la grilla. Cuando alguna de esas familias se divide se producen los cambios. En el último cuarto de siglo ha ocurrido dos veces. La primera, el ciclo del FrePaSo, disidencia del peronismo, que generó el triunfo de Alianza con el radicalismo en 1999. La segunda fue la división del peronismo no kirchnerista que representó, entre otros, Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires.
Esta novedad cifró la derrota del pejotismo en varias elecciones desde 2009, y el triunfo de Cambiemos en 2015. Desde la reunificación del peronismo en 2019, nada indica que aparezca un fenómeno equivalente en el negocio electoral. Por eso es una fantasía que las guerras de desprestigio como las que se libran en tribunales, ni la vacuna, el poder de compra de los salarios, ni el control de la inflación, pueden torcer la suerte electoral del oficialismo y la oposición. Puede preverse, con realismo, que conservarán sus posiciones legislativas merced a que: 1. mantienen la unidad, que les da espesura para conservar su electorado.
Esta semana debieron tragarse la puja Larreta-Patricia, que llegó a tanto que se canceló la cumbre de la mesa de Cambiemos nacional. La exministra lo criticó a Horacio por toquetear las clases de secundario. Horacio, proveedor de recursos, es señalado como responsable de que el Pro, cuya presidenta es Patricia, se haya quedado sin fondos ni contratos para encender las luces del cuartel de Balcarce 412. Se queja la militancia de que hay que pagar el gas y nadie la pone. Lo buscan a José Torello, apoderado y fund-raiser del partido. Pero el que la pone es siempre Horacio, que acorta la manta por donde siente más frío.; 2. han sostenido los básicos de su capacidad de representación. Ya un mérito que las dos familias deberían festejar.
En los dos casos, el oficialismo pierde en el área chica por las diferencias ideológicas, esperables dada la variedad de la coalición Frente de Todos, que une el centro derecha de Massa, el tercerismo peronista clásico de Cristina de Kirchner, y el realismo político de los gobernadores que expresan intereses territoriales sin pasiones ideológicas, y que han aprendido a convivir con quien sea. Medraron con éxito bajo el mandato macrista de Cambiemos, que les permitió estabilidad financiera y recuperación de capacidad fiscal. Con eso les bastó para reelegir en sus cargos y resistir con firmeza la convivencia con el peronismo metropolitano. En ese juego Alberto Fernández es una variable de trascendencia tenue, y de muy escasa influencia. En el grito de Ensenada – el acto de la foto de unidad en la cúpula- exasperó a sus socios al decir que acatará el fallo de la Corte sobre la CABA, cuando el proyecto de Cristina es no acatar ninguna sentencia que contradiga a sus intereses. También mencionó al demonio cuando clamó: «elijan el candidato a presidente que quieran, aunque no sea yo, no sea Sergio, no sea Cristina, no sea Axel, elijan al que quieran». Olvidó que está en campaña electoral y esas cosas no se dicen, y menos en presencia de las víctimas.
Entre esas extravagancias que se permite Alberto, alguna puede disgustar a la presidenta en ejercicio: por ejemplo, la decisión de Alberto de llevar periodistas invitados al viaje a Europa. La presidencia no lo hacía desde los tiempos de Néstor Kirchner. Pequeños renuncios que indican cierta racionalidad. Como llamarlo a Larreta a conversar de plata. También éste se negó a ir a la casa de gobierno: nos veremos en la Corte. Tampoco quiere entradera de fotos. O la pequeña capitulación de Máximo de postergar las asunción en el PJ de Buenos Aires hasta fin de año y apagar la pelea con los disidentes que encabeza Fernando Gray y un ala del duhaldismo. De paso, el expresidente recibió el viernes una delegación del peronismo Federal, encabezada por Miguel Pichetto y Ramón Puerta. Una previa al viaje de este equipo a San Luis, donde este sábado el anfitrión es Adolfo Rodríguez Saá.
Hay señales que llaman a la reflexión y la cautela. Madrid prueba que 1) Con pandemia la gente quiere votar – hubo récord. 2) que el voto castiga a quien cierra y premia al que abre. La ganadora Isabel Díaz Ayuso festejó: «Taberneros, espero que hayáis pasado un buen día; yo, también». Fue la candidata de los gastronómicos que sufren el cierre de comercios. 3) que Alberto se quedó sin amigos en Madrid; sus anfitriones de antaño, los hispano-chavistas de Podemos, se fueron a la casa después de la paliza que les propinó la derecha. Llega esta semana a España como el astronauta ruso que bajó de la estación espacial y se enteró que la URSS, que debía pagarle el sueldo, había desaparecido. Otra. Colombia prueba que un impuestazo puede derivar en una pueblada a lo Chile, Perú, Ecuador o Bolivia en 2019. De eso habló Macri en la cumbre de Miami, de la cual se bajó Iván Duque, que es noticia por los muertos de Cali.
El peronismo cristinista, al que representa con más ciencia y vigor el excanciller Jorge Taiana – hoy senador – respalda una estatización del sistema de la Hidrovía. Se enfrenta con la línea Massa del ministerio de Transportes, ayer de Mario Meoni, hoy de Alexis Guerrera, que pretende una prórroga de la concesión con el actual consorcio por 90 días, para después licitar por un año y medio el servicio. El ministro cree que la Argentina no está en condiciones de administrar la Hidrovía. Le perdonan la vida, por ahora, por su desconocimiento del área. «El único tren que vio en su vida – bromean sus adversarios en esta lid – es el que pasa por General Pinto, su pueblo, el Ferroexpreso Pampeano, que no es el Orient Express».
Taiana, en su exposición de este viernes en la Audiencia Pública por el proyecto del Canal Magdalena, desarrolló los argumentos que respaldan una estatización. Los reproches del senador se extienden a la falta de controles de la facturación de exportaciones e importaciones, el cálculo de los volúmenes transportados que, afirmó, se hacen sobre declaraciones juradas. También le hizo reproches a la oposición por no haber aprovechado, bajo la presidencia de Macri, la anuencia del Uruguay al dragado del canal Magdalena. Se trata de una posible salida directa del sistema fluvial argentino al mar, que haría innecesario que los barcos que salen de la Hidrovía tengan que depender del puerto de Montevideo.
La prórroga del sistema de biocombustibles es una derrota – episódica – del oficialismo cristinista, que quería una nueva ley que mejorase el corte entre el alcohol y el aceite que se mezcla con los hidrocarburos, en beneficio de las petroleras. El actual sistema ha sido defendido por, al menos, una decena de provincias agropecuarias que integran la llamada Liga Bioenergética, todas ellas de administración peronista, salvo Jujuy (Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa, San Luis, Santiago del Estero, Córdoba, Tucumán, Salta y Jujuy). Sus presentantes en el Senado lograron una prórroga, con cambios, con voto unánime. Esa aprobación fue hundida en el archivo por los representantes del sector de hidrocarburos en Diputados y en el Ejecutivo. Usan el nombre de Máximo Kirchner, a quien le atribuyeron la autoría de un nuevo sistema que se pretende imponer. La iniciativa, de la que el vástago vicepresidencial es valedor como representante de una provincia extractiva, busca eliminar las desgravaciones de impuestos a los biocombustibles. Ha buscado dividir al bloque de gobernadores, porque le da más beneficios a Tucumán, productora de alcohol, que a las que producen granos, como Santa Fe y Córdoba. Esto, sumado al rechazo de la oposición, motivó la prórroga que le pidieron a Alberto que firmase antes de subir al avión.
*CL, NAr