20 julio, 2020
Por Trivia Demir
Se dice que en política hay enemigos mortales y luego están los compañeros de partido. La frase es conocida e ilustra el tipo de relación que se da en los ámbitos de poder. También hay fraternidad y abrazos en las formaciones políticas, pero no en la cima. Allí no hay amigos, si acaso aliados. Y también los peores adversarios.
No es casual que en la historia institucional del mundo, haya enormes silencios si se le pregunta a muchos exdirigentes que cayeron o están en eso, si su situación fue propiciada ¿desde fuera o de dentro del partido?
“Los liderazgos suelen ser temporales, se desgastan y pierden fuerza y muchos factores los ponen en duda, primero de forma sutil y luego evidente –afirma el consultor español en comunicación Pau Canaleta–. Eso favorece que otro se vea con fuerzas de intentar el asalto, influenciado por su equipo, que a menudo le dice sólo lo que quiere oír”. Ocurre incluso en liderazgos de segundo nivel, que acaban creyendo que tienen derecho a más y que, como si fuera un reloj vital, ahora ‘les toca’ a ellos.
Es increíble, pero real que análisis de realidades políticas tan lejanos como de Gran Bretaña o España, tengan tanta similitud con los sucesos que se avizoran en nuestra periférica provincia del Chubut.
¿Seguirán siendo amigos Arcioni y Sastre? Difícil considerar siquiera en pie la alianza que los amontonó en el poder. Y así sucede con repetitiva certidumbre casi siempre cada cuatro años entre los protagonistas de la alianza gobernante, excepto que tengan claro sus roles y objetivos. Eso sí, los perdedores circunstanciales siguen siendo o pareciendo amigos. Por lo menos hasta nueva oportunidades.
“Lo he visto tantas veces…, los motivos sentimentales en política son importantes y cuando chocan con la realidad brutal de que el poder es para uno y no para el otro, los códigos de amistad, que entienden del hoy por ti y mañana por mí, tienden a romperse”, agrega el consultor Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicación Pública.
Y así son las cosas porque lo único que cohesiona y pega voluntades en política es la búsqueda de poder. “En épocas de tensión, cuando se impulsa un proyecto político o en una campaña electoral, o incluso en una travesía del desierto, se crea un sentimiento de equipo muy fuerte que es difícil de encontrar en otros ámbitos. Ahí hay un antagonista claro, el rival político, y se comparten muchas confidencias e información importante que la gente común no sabe. Cuando ese vínculo se rompe, por discrepancias o porque ha habido confrontación y hay un ganador y un perdedor, la decepción es mayor”.
Y no solo se rompe el objetivo, sino que el aprecio del vínculo se convierte hasta en desprecio y conspiración.
No es sólo una reflexión de los psiquiatras modernos, está en los griegos clásicos como Aristóteles y en los dramas de Shakespeare, en los que se relata la crudeza de la ambición política. Entre personas que forman una coalición estrecha, que además se basa en una amistad juvenil, siempre existe la percepción íntima de quién es el líder, aunque no se reconozca. Y si el segundo va a asaltar el poder deberá esperar a que el otro muestre una flaqueza.
“En el poder no hay amigos, lo que hay son aliados. Se puede partir de una relación de amistad muy estrecha, pero si el objetivo es llegar a la cima, saben que el de al lado será una pieza descartable. Y lo saben desde el inicio”, reflexiona el psiquiatra Adolf Tobeña, en su libro Cerebro y poder.
“Siempre ha sido así y por eso es tan habitual la traición, porque no hay alianzas perennes en aquellos que aspiran al cetro”, añade.
Ahora, no por estar tan institucionalizada la puja de poder signifique que indefectiblemente deba terminar en guerra campal a desmedro de lo que le suceda a los gobernados. De eso hay también demostradas pruebas de pérdida de paciencia de los pueblos.
El ejemplo más repudiable de traiciones y ambiciones desmedidas quedó picando en el área unos días antes del festejo de este extraño ´Día del Amigo´ criollo 2020, con tal distanciamiento social por la peste, que pulverizó los abrazos y digitalizó los amigos.
Fue el golpe institucional que le metieron al intendente de El Hoyo, Paul Huisman no sólo la oposición, sino sus propios. Donde el presidente del Deliberante busca coparle el sillón. “Salamín (que así se llama el concejal) tenía ganas de ser intendente. Lo viene añorando y se viene probando el traje hace rato. Es un acto de traición no solo hacia el Frente de Todos sino también para los votantes ya que se armó este frente para derrotar al poder real de la localidad. El poder al que ahora responde Salamín”, sintetizó el propio Huisman en su desesperado fin de semana de vigilia adentro del Municipio con unos veinte militantes que le hicieron la banca.
¿Cómo se perdió esa alianza gobernante y esa amistad? Sencillo, el segundo quiere ser primero, y no por fama, porque eso de que ´yo haría las cosas mejor, soy el elegido, es mi turno o solo se trata de altruismo´ es una falacia acá, en la China y en El Hoyo. Lo concreto de la intentona de ´no tan´ Salamín, es que habría sustanciosos negocios atrás.
Según el Intendente que resiste “acá hay un negocio inmobiliario feroz relacionado al ex intendente anterior, Mario Breide”. Se trata, justamente, de un jefe comunal que respondía al gobernador Das Neves. “La conspiración en mi contra estaba en marcha desde hace dos meses y aprovecharon el malestar por la pandemia para hacer esto. Básicamente me hicieron una cama”.
Esa ´cama´ consistió en que un empleado municipal contratado presuntamente emitió permisos de circulación apócrifos y le endosaron el hecho al propio Intendente pese a que lo relevó al conocerse el delito de falsificación de documento.
Pero en el fondo la cosa empieza cuando Huisman dispuso la creación de la primera cooperativa de desarrollo local. Un organismo integrado por doce instituciones que cuenta con asociación de productores y representantes de pueblos originarios. Esta acción pone en jaque el gran negocio inmobiliario local, con tierras de un valor fiscal irrisorio que pueden adquirirse por cien mil dólares por hectárea ´para los amigos´ y que, fraccionadas, puede ser vendidas por un millón de dólares la porción. Un negocio redondo.
Según Ámbito Financiero, una fuente local precisó que en El Hoyo “funcionan dos inmobiliarias: una a cargo de Manuel Silva y otra de Mario Breide. Un ex asesor legal local y un ex intendente. Con este movimiento político se les termina un negocio millonario. Por primera vez se están desafiando intereses históricos que también se dan en otras zonas de Chubut. En ese marco, el presidente del HCD terminó siendo cooptado por el poder real ´conveniente´”.
El hecho no es uno casual, es la punta del iceberg que navega las turbulentas aguas de la gobernabilidad de Chubut. Porque basta preguntarse ¿quiénes deberán definir esa pulseada de poder que afloró en El Hoyo?
Nada menos que el Poder Judicial y el Poder Legislativo. Ambos enfrentados disimuladamente con el Ejecutivo Provincial, más allá que le ‘aprueben casi todo’ y que le ‘juzguen casi todo’. Medias verdades también.
Por eso, a pesar de las voces de repudio a ese ´golpe´ institucional que aparece como ejemplificador de lo que podría hasta naturalizarse en territorio, las definiciones que se produzcan en los otros poderes del Estado mostrarán la animosidad para con este tipo de operaciones.
Pero sobre todo clarifican una postura cada vez más visible, donde los egos posiblemente sean más grandes que los talentos, y donde el mensaje evidente es ´el que manda al final soy yo´.
Una puja que se lleva todo por delante. Pasará con la aprobación o no de la reestructuración de deuda y con cada definición que se dé posiblemente de acá a los tres años que faltan de mandato.
El problema de la falta de amigos en el poder, es que ni siquiera ya hay -como sucedía hace tiempo-, pacto de caballeros, mucho menos afecto para con las ideas, y ni hablar del inexistente abrazo de aquel gran objetivo que superaba todo y era la búsqueda del ´bien común´. Hoy por hoy, la síntesis de la política provincial en el ‘Día del Amigo’ quedó en El Hoyo.
Habrá que ver…