26 julio, 2021
Las oportunidades en minería se podrían dar por factores exógenos como las cotizaciones de los metales y el mercado internacional. También aparece el giro político en Chile, que podría volcar la atención de inversores a este lado de la cordillera.
Muchos son los debates que hoy atraviesan a la minería. Predomina a nivel nacional la cuestión ambiental, que incluye el uso del agua, la gestión de residuos y sustancias peligrosas, el cierre de minas, entre otros ítems, pero también se ha extendido la discusión acerca del desarrollo de proveedores locales o de la “cadena de valor” como un objetivo fundamental a cumplir al momento de poner en marcha un proyecto minero.
Así las cosas, todo lo que se debate cobra relevancia en la medida de que haya proyectos cerca de realizarse. Aunque en el ámbito de la minería nacional aún es más larga la lista de lo potencial que la de lo que llega a concretarse.
Las empresas mineras, que a esta altura ya se adaptaron a trabajar con los protocolos que impone el Covid-19 y lograron redefinir sus previsiones, se adelantan y advierten como principal -y único- desafío la inestabilidad económica.
Las dificultades que se plantean con respecto al múltiple sistema cambiario, por un lado y algunas restricciones para las exportaciones por el otro, es lo que en general complica más las operaciones.
En ese sentido, los problemas que se advierten para hacer los pagos de los créditos tomados en el exterior para llevar adelante los proyectos y los pagos de los dividendos que se crean a partir de generación de utilidades para las empresas que producen son los que más dudas generan al momento de planificar una inversión de largo plazo.
Las oportunidades, por caso, sólo se podrían dar por factores exógenos, como las cotizaciones de los metales y el mercado internacional.
En este contexto, aparece el giro político en Chile y los cambios propuestos al régimen de regalías mineras del país trasandino, principal productor de cobre del mundo.
Al respecto, la consultora global de recursos naturales Wood Mackenzie indica que existe un riesgo claro de que las enmiendas puedan comprometer el apetito continuo por realizar inversiones a largo plazo y a gran escala en el sector del cobre chileno.
Como consecuencia, se estima que la atención de los inversores podría volcarse a este lado de la cordillera.
En rigor, en todo el país hoy solo hay un proyecto minero que está en construcción: el de litio Cauchari-Olaroz, de Minera Exar, con una inversión en Jujuy de 641 millones de dólares. Las obras se pusieron en marcha en 2018 y ya tienen un avance de un 60%. Tienen previsto el inicio de la fase de producción para mediados de 2022.
En todo el país hay un solo proyecto minero en pleno proceso de construcción
De las inversiones que existen hoy en el país, esta es una de las más importantes y está en manos de capitales chinos pertenecientes a la firma Ganfeng y canadienses, de Lithuim American. En materia minera, no hay otro proyecto con estos volúmenes de inversión y con este nivel de avance.
Según se indicó, para el resto de los proyectos falta dar pasos importantes en cuanto a permisos, estudios y autorizaciones, para finalmente pasar a la parte en que se buscan los inversores internacionales para ponerlos en marcha.
Están en la mira los grandes emprendimientos de cobre que tiene en cartera el país, que en cuanto a inversión, producción, empleo y proveedores son cinco veces más grandes que los de litio. Pero en ningún caso se animan a ponerle fecha de largada.
A mediados de julio, las autoridades de Josemaría Resources, la empresa que lleva el proyecto de cobre del mismo nombre en la provincia de San Juan, presentó el último informe general del Informe de Impacto Ambiental (IIA) y ya tiene hecha la factibilidad.
