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19 noviembre, 2020

El ajuste ya empezó, y por el lado más doloroso

Por Marcia Dell’Occa

El ajuste es una necesidad pragmática para el ordenamiento de la macroeconomía, independientemente de que se llegue a un acuerdo con el FMI. Y así lo lee Gabriel Torres, vicepresidente senior de la Oficina de Crédito del Servicio de Inversores de Moody’s, para quién «El ajuste ya empezó».

La calificadora de riesgo crediticio realizó un seminario este jueves en el que analizó las posibilidades del mercado de deuda soberana y corporativa en dos nutridos paneles. En el primero de ellos, Torres -que también es el principal analista para la Argentina- consideró que Alberto Fernández inició el ajuste «Desde el momento en que comenzó el gobierno» porque en diciembre suspendió el pago a los jubilados ajustado a la fórmula de Macri, que de lo contrario lo habría hecho subir los haberes en el orden del 44%, muy por encima de las posibilidades de caja del Estado.

En este sentido, Torres señaló que el ajuste sigue, no solo por el lado de la reducción de ciertos gastos con los jubilados -que representan «la masa de pagos más importante del Gobierno»-, sino también por el lado del incremento de impuestos que retira recursos de la economía que el sector privado normalmente destinaría a otros usos. «Luego se discute cuál es mejor y cuál peor impuesto y eso un debate importante», acotó.

Y la otra señal viene por el lado del Presupuesto 2021, que plantea una reducción de 3 puntos porcentuales del déficit en relación al PBI. «Por ahora es más planificado, que realizado, hay que ver si el año que viene -que recordemos es electoral- se concreta la baja del déficit», agregó.

Para él, todavía no es claro si va a haber reformas estructurales como parte del acuerdo con el FMI, pero aunque el Fondo no lo pida, la economía va a necesitar hacer ciertas reformas si quiere generar las condiciones superavitarias para cumplir el acuerdo. Y también si quiere dinamizar el crecimiento. Es que con las cosas como están, «estimamos que Argentina puede crecer a largo plazo al 2% anual, que para las necesidades argentinas es bajo», aseveró.

 

Mapas y rutas

 

En este sentido, aclaró que no va a ser el Fondo quien «solucione los problemas de fondo, valga la redundancia, de la economía argentina» y por eso no cree que sea factible que un acuerdo con el FMI se traduzca en una recuperación rápida del acceso a los mercados internacionales de crédito.

Sí, cree en cambio, que un hoja de ruta como un acuerdo con el FMI puede reducir la incertidumbre y contener medidas que favorezcan el crecimiento económico, lo que más tarde o más temprano favorecerá el regreso a los mercados. Pero aclaró que la deuda argentina no se va a pagar con superávit comercial, sino «con más deuda» como se ha hecho históricamente.

Por eso, explicó, es que el riesgo país siguió en alza tras la reestructuración de Guzmán. Básicamente, el mercado no cree que Argentina pueda cumplir los compromisos asumidos incluso si no tiene vencimientos relevantes en los próximos tres años. De hecho, una encuesta hecha durante el seminario a los participantes, reveló que solo el 11% cree que Argentina va a volver a reestructurar antes del 2023 y el 89% cree que la reestructuración será después del 2023, y ninguno creyó que los bonos van a poder pagarse bajo el esquema de Guzmán.

Esa opinión se vio reflejada también en las pizarras. Los bonos argentinos perdieron hasta 2,2% este jueves y el riesgo país se elevó a 1.368 puntos básicos.

A la vez, el acuerdo con el FMI podría, en su opinión, ayudar a descomprimir la brecha cambiaria y la demanda de dólares que profundiza la pérdida de reservas. La alternativa, para el analista, es que se tomen nuevas medidas para restringir las exportaciones. «Pareciera que el gobierno va a ir en ese sentido», respondió ante la consulta de periodistas.

 

*LPO