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20 noviembre, 2023

«Cuadernos» de Váslav Nijinsky: un libro sobre el genio loco que revolucionó la danza clásica

El libro editado por el sello Rara Avis recupera el pensamiento y el lenguaje poético del descollante bailarín ruso-polaco, un genio atormentado por la esquizofrenia que en sólo diez años de carrera transformó la historia de la danza clásica para terminar su carrera en forma abrupta y entrando y saliendo de instituciones psiquiátricas durante 33 años.

La publicación de los «Cuadernos» de Váslav Nijinsky recupera el pensamiento y lenguaje poético del descollante bailarín ruso-polaco devenido ícono queer, un genio atormentado por la esquizofrenia que en sólo diez años de carrera revolucionó la historia de la danza clásica y tuvo al Río de La Plata como testigo de su último e inolvidable número, cuando en la cima de su mística se retiró en silencio de su expertise para los siguientes 33 años, hasta su muerte, entrando y saliendo de instituciones psiquiátricas.

El libro editado por el sello Rara Avis presenta a un Nijinsky (1890-1950) sin el atuendo de la danza, sin los zapatos ni el maquillaje: la escritura poética de sus oraciones simples y su sintaxis repetitiva dan cuenta de la psiquis de un bailarín que inspiró y sigue inspirando a los más grandes artistas y que vivió entre Buenos Aires y Montevideo el capítulo final de su mítica carrera.

La publicación cuenta con un texto introductorio del traductor Fulvio Franchi, que introduce al lector a la vida del bailarín en pocas páginas; y cierra con un epílogo de Marie Bardet, filósofa y bailarina, que actualiza a estos «Cuadernos» con nuevas lecturas.

Con saltos de casi tres metros de altura, imposibles suspensiones en el aire y un estilo en extremo sensual, Nijinsky causó un impacto que aún persiste en una escena artística que trasciende largamente el campo de la danza. Lo que hacía con su cuerpo era asombroso, «todo lo que inventó era contrario a todo lo que le habían enseñado”, contaba su colega Marie Rambert.

Pero sus aptitudes de socialización eran escasas. La genialidad de Nijinsky hizo que fuera él quien diseñara sus propias coreografías, pero al querer ampliar el diseño coreográfico al resto de la compañía entraba en el problema de su nula capacidad para la comunicación. Nadie lo entendía y la frustración daba lugar a oscuros e intensos estados psíquicos de los que finalmente no se recuperaría.

Cuenta la leyenda que con nadie más que con su mentor y amante impuesto, el zar de los ballets Serguéi Diaghilev, 18 años mayor que él, a Nijinsky se lo veía en capacidad de algún intercambio de índole social.

Fue Diaghilev, el creador y director de Les Ballets Russes, quien lo «descubrió» en el Ballet Imperial de San Petersburgo, al que había ingresado en el 1900, con apenas 10 años.

El mito asegura que el párvulo Nijinsky fue entregado al empresario por el príncipe polaco Lvov. La excelencia del ballet masculino era concesión de Rusia, en Europa la excelencia en el ballet era deferencia de las bailarinas, y era tradición en el mundo cortesano que rodeaba al ballet ruso ofrendar un bailarín a un amigo.

Fue en Uruguay el 19 de enero de 1919, durante una gala para la Cruz Roja, donde realizó su última presentación pública: pasó media hora en silencio, sentado en el escenario del hotel Saint Moritz de Montevideo ante un público que en un exceso de confusión y esnobismo presumió estar viendo una experiencia artística novedosa.

Según las memorias de Arthur Rubinstein, quien lo acompañaba al piano en aquel momento, él tocaba Chopin pero Nijinsky bailaba la muerte de Petrushka como si fuese su propia muerte. El público no se atrevió a aplaudir al final. Nijinsky tenía 28 años.

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La caída había comenzado seis años antes, cuando en el marco de la gira sudamericana de Los Ballets Rusos, sin dar previo aviso al amante riso, se casó en Buenos Aires.

El 13 de septiembre de 1913, a las 13, en la sección 13 del registro civil Nijinsky contrajo matrimonio con la condesa Romola de Pulszky, hija de Emília Márkus, una famosísima actriz húngara. La ceremonia se realizó en la Iglesia de San Miguel, en la esquina de Suipacha y Mitre de la ciudad de Buenos Aires.

Diaghilev lo despidió. Una pérdida para ambos. Los Ballets Rusos sin su descollante figura perdían brillo, potencia e interés, y Nijinsky no estaba capacitado para armar nada por su cuenta.

Con la Condesa volvió a Europa justo antes de que empezara la Primera Guerra Mundial. Refugiados en Budapest con su hija recién nacida, Nijinsky fue sometido a arresto domiciliario, por extranjero y Diaghilev lo rescató en 1917. Volvió con él a una gira por Norteamérica y Sudamérica y en Montevideo ejecutó su último acto sobre los escenarios.

«La noche de su presentación final declaró su casamiento con Dios y se entregó a la escritura de estos textos casi sin pausa, durante poco más de un mes, hasta que fue internado en un hospital psiquiátrico», cuentan desde la editorial Rara Avis, los responsables de la publicación de «Cuadernos».

«Este libro de culto, generalmente traducido como ‘Diarios’ (pese a que el propio Nijinsky les llama ‘Cuadernos’), está hecho de una escritura que oscila entre momentos de un tono confesional y una profundidad mística, aunque siempre desbordante en ritmo y estilo poético», aseguran desde la casa editorial.

Fue sobre esos diarios/cuadernos que trabajó el coreógrafo y bailarín ruso Mijail Baryshnikov en «Letter to a man», la obra teatral de Robert Wilson que protagonizó en Buenos Aires.

«El lenguaje, llevado hasta el límite de la ecolalia, hace de la lectura un proceso exasperante y magnético -aseguran desde la casa editorial-. Los cuadernos, traducidos directamente del ruso, cuentan con un apéndice en el que se reflexiona sobre los cruces entre escritura, la danza, la razón y movimiento; a la vez que incluye imágenes y fotografías de momentos fundamentales de la vida y obra de Nijinsky».

“Quiero escribir para explicarle a la gente las costumbres a causa de las que muere el sentimiento. Quiero llamar sentimiento a este libro. Llamaré a este libro ‘Sentimiento’. Amo el sentimiento, por eso escribiré mucho. Quiero un gran libro sobre el sentimiento, porque en él estará toda mi vida. No quiero publicar el libro después de tu muerte. Quiero publicarlo ahora», escribe el bailarín.

Y sigue: «Estarás encerrado en un manicomio y comprenderás a los locos. Quiero que te metan en la cárcel o en un manicomio. Dostoievski fue condenado a trabajos forzados, por eso a ti también pueden encerrarte en alguna parte. Conozco el amor de la gente cuyo pecho no calla, por eso no permitirán que te encierren. Serás libre como un pájaro, porque de este libro se publicarán muchos miles de ejemplares. Quiero firmar como Nijinsky para los anuncios, pero mi nombre es Dios”.

 

*Agencia Télam