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19 septiembre, 2021

Arcioni apoya a Alberto

La política tiene cosas tan impredescibles como que los gobernadores menos pensados terminen siendo soporte de un gestión nacional en crisis de gobernabilidad. Es el caso de Mariano Arcioni, para con quien el oficialismo no midió cuestionamientos y encontronazos, siempre desde el ala dura k. Una de las más notorias situaciones se dió ante la primera y única visita presidencial a Chubut, que terminó en bochorno público y dejó sensibilizadas las relaciones.

Sin que le sobre nada en cuanto a posicionamiento político a Arcioni -que quedó tercero y cómodo con ChuSoTo en las legislativas de hace una semana-, fue sin embargo de la partida del diezmado grupo de gobernadores que bancaron a Alberto el día después del ´mazaso´ epistolar que lanzó Cristina. y que derivó en una crisis política sin precedentes del Frente de Todos.

Ya con 7 ministerios reemplazados, Alberto buscó blindarse con las fuerzas federales que le responden en tierras del mismísimo Carlos Saúl, donde además se quedó todo el fin de semana, para recuperarse de la embestida cristinista y el estres electoral.

Arcioni, que responde a la pata massista dentro de la coalición gobernante, se llegó hasta La Rioja y fue de la partida de un grupo periférico de provincias que puso el cuerpo a la crisis. Y ese fue el sentido de su posicionamiento que hizo público por sus redes sociales: «Los desafíos de Argentina y nuestras Provincias nos obligan a consensuar proyectos y a establecer objetivos para mejorar la vida a la gente», parafraseó el gobernador de Chubut en medio de un almuerzo light, con declaraciones aún más ayunantes.

Por ‘casa’ falta aún una profunda reflexión de los resultados de las urnas, que en el caso oficial fueron directamente proporcional a las dificultades de caja y de proyectos que enfrenta Arcioni. Un gobernador que fue surfeando la ola del posdasnevismo en piloto automático, que dicho sea de paso no podrá repetir gestión, lo que le facilita la dosificación de estrés y permanencia, y que le facilitaría una continuidad política mucho menos intensa en algún directorio de empresa estatal en dos años más, de acuerdo a especulaciones firmes de fuentes extraoficiales. Todo siempre y cuando las alianzas no terminen de romperse del todo, por supuesto.