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6 noviembre, 2021

Análisis: Cómo la inflación deteriora las condiciones de vida y consolida la pobreza

n promedio, los hogares pobres necesitan ganar un 40% más para alcanzar la canasta básica total. Hace tres años, la brecha era del 36,2%.

Análisis: Cómo la inflación deteriora las condiciones de vida y consolida la pobreza

En los últimos tres años, producto de la alta inflación, la canasta básica total (CBT) aumentó 224% y los ingresos promedio de los hogares pobres, 204%. Esos 20 puntos porcentuales de diferencia no sólo hicieron que creciera la cantidad de familias a las que lo que ganan no les alcanza para satisfacer sus necesidades elementales (alimento, vestimenta, transporte, vivienda), sino que cada vez están más lejos de poder escapar de esa condición.

En el primer semestre de 2008, antes de que comenzara a impactar la crisis económica que aún persiste, la CBT ascendía a 19.435 pesos y los ingresos promedio de los hogares pobres eran de 12.397 pesos: una brecha del 36,2%.

Tres años después, y con la pandemia de por medio, la CBT pasó a 62.989 pesos y los ingresos, 37.803. La diferencia: 40%.

Según los últimos datos publicados por el Indec para los 31 aglomerados urbanos del país, un hogar pobre promedio debería ganar 25.186 pesos más por mes para no serlo. Esto equivale, por ejemplo, a una jubilación mínima (25.922 pesos) o casi un salario mínimo vital y móvil, que desde septiembre pasado es de 29.160 pesos.

Aunque se produjo una leve baja en la última medición, la brecha monetaria que distancia a los pobres de la “salida” de esa condición por ingresos hace un año y medio que está estacionada encima del 40% y, desde 2019, no baja del 39%, cuatro puntos arriba de la diferencia que se presentaba en 2017 (35,5%).

Los resultados del primer semestre de 2021 correspondientes al total de aglomerados urbanos registraron que en la Argentina urbana hay 11,7 millones de pobres que viven en 2,9 millones de hogares en esa situación. A toda esta gente, lo que gana, no les alcanza para cubrir la CBT.

Extrapolado a todo el país, se trata de unos 18,7 millones de argentinos.

En porcentaje, los hogares por debajo de la línea de pobreza son el 31,2% del total y allí reside el 40,6% de las personas. Dentro de ese conjunto, 756.499 hogares se encuentran por debajo de la línea de indigencia, donde viven poco más de tres millones de personas cuyos ingresos no son suficientes como para cubrir la canasta básica alimentaria (CBA). Dicho de otra forma: no les alcanza para comer dignamente.

 

 

 

Indicadores y alternativas

 

 

La única buena noticia es que la brecha monetaria para los hogares indigentes, que al primer semestre de este año era de 10.134 pesos (37,7%), bajó casi tres puntos desde la última medición (40,4%). Esto se produjo porque si bien la inflación de los alimentos golpeó muy duro en la CBA, los deciles de ingresos más bajos fueron los que más ayudas recibieron en los últimos meses.

Igualmente, estos últimos datos sobre indigencia hay que tomarlos con reservas. En uno de los últimos informes del Ieral, se advierte sobre la robustez de este dato puntual (la indigencia del primer semestre de 2021) debido a problemas metodológicos de la encuesta permanente de hogares (EPH).

En el informe, firmado por Laura Caullo, la economista dice: “Cabe destacar que parte de la discrepancia observada a nivel de aglomerado urbano se encuentra asociada a problemas metodológicos en la EPH del país, tales como la alta proporción de casos con ingresos no declarados”. Para la analista del instituto de Fundación Mediterránea, “estas problemáticas inciden, especialmente, sobre la calidad y robustez del dato de indigencia informado por Indec a nivel de centro urbano”.

En el estudio, se explica que el mismo Indec, en la información correspondiente a las tasas de indigencia publicadas el 30 de septiembre, aclara que en 25 de los 31 aglomerados analizados la cifra presentada para indigencia tuvo un coeficiente de variación mayor al 16%. Un porcentaje alto.

Esto no sucedió en el caso de la tasa de pobreza, donde sólo dos jurisdicciones presentaron este inconveniente. Esto “sugiere una dificultad para acercarse al verdadero valor del parámetro poblacional”, indica el Ieral.

El índice de Riesgo País que elabora la consultora JP Morgan sube sin descanso esta semana y se mantiene por encima de los 1.700 puntos básicos. Este viernes se ubica en 1.747 pb, el valor más alto desde que se cerró el canje de deuda en septiembre de 2020.

En un mercado cambiario que también se recalienta a menos de 10 días de las elecciones legislativas, el riesgo país sigue subiendo y alcanza su valor más alto en 14 meses.

Para Jorge Vasconcelos, Investigador jefe del IERAL, el dato no sorprende porque en realidad, el riesgo país nunca «aterrizó » a un nivel razonable después de la reestructuración con los privados. «No hay un problema de magnitud de la deuda con privados», indicó y agregó que «entre deuda reestructurada y nuevos instrumentos de deuda (estos últimos, básicamente en pesos), significan el 30% del PIB».

Tal como explicaron el elevado riesgo país, se relaciona con tres puntos fundamentales:

«A) el mal diseño de los bonos que se ofrecieron para la reestructuración, que no ofrecen cupones de interés atractivos; B) la incertidumbre en la relación con los organismos multilaterales y bilaterales de crédito, incluido el FMI, un segmento que en total tiene acreencias sobre Argentina equivalentes a 17% del PIB y C), la falta de plan económico de mediano y largo plazo que permita proyectar un crecimiento sostenido de la Argentina, de al menos el 3 % anual. Sin crecimiento, es imposible pagar cualquier tipo de deuda», expresó.

 

 

Sin crédito para las empresas

 

 

Por su parte, Camilo Tisconia de C&T Asesores Económicos analizó el fenómeno y recordó que el riesgo país está en niveles tan altos en la actualidad, que prácticamente ya no hay crédito externo, ni siquiera para las empresas privadas. «En este momento la Argentina no es un lugar atractivo para nada. El crédito que puede haber es mínimamente de tipo comercial», dijo. Además, reconoció también que las limitantes que tienen las empresas para acceder al mercado de cambios les restan las posibilidades de repago de los créditos.

En cuanto a la suba de estos días, Tiscornia recordó que también está subiendo el riesgo país en la región. «Hay un movimiento al alza en todos los países y creo que tienen que ver varias cosas, entre ellas el alza del petróleo; también que los países desarrollados puedan empezar a recortar un poco los programas de compra de activos, en especial la Reserva General», argumentó.

Esas cuestiones, para el analista generan a nivel global una tensión financiera que de alguna manera impacta en los países emergentes, incluso en la Argentina que ya está afuera del mercado.

 

 

De confianza, falta de planes e incertidumbre

 

 

Por su parte, el economista José Lezama, Director del Centro de Producción Documental de GEO Estudio y Opinión, recordó que el riesgo país mide la diferencia que pagan los bonos del tesoro norteamericano contra los del resto de los países que forman parte de este indicador.

«Es decir que mide la sobretasa que debe pagar un bono local (en este caso argentino) frente al rendimiento de los bonos que emite el tesoro de EEUU», explicó y agregó que «cuando es alto repercute negativamente en las inversiones a largo plazo porque tiene que ver con la confianza que se tenga en la capaidad de pago, en este caso del gobierno argentino».

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Para el economista, los niveles actuales del riesgo país muestran una fuerte señal del mercado. «Cuando el indicador es alto significa que hay deconfianza de que la Argentina incumpla con sus pagos o con sus compromisos. Y esto habla de una muy fuerte inestabilidad macro que se evidencia desde hace un largo tiempo», comentó.

Para Lezama, la situación trasciende el color político y no solo atañe a la administración de Alberto Fernández. «No podemos solucionar los problemas vinculados a nuestras cuentas fiscales, no podemos solucionar los problemas vinculados al sector externo, ni los vinculados a la cuestión inflacionaria, ni a la brecha cambiaria»; expresó.

Y continuó, «son todas cuestiones que hacen a un panorama bastante descolador donde la cuestión macro no está coordinada. Eso se traduce en inestabiliad e incertidumbre que se traslada a aquellos que toman decisiones de inversiones en el país frente a otras oportunidades».

Finalmente, Lezama puso en palabras la sensación que se hace carne en los argentinos. «Nos hemos acostumbrado a vivir con el riesgo país elevado. Las señales que da ahora el mercado no dan buenos indicios porque para poder solucionar o mejorar el indicador hay que atender la cuestión inflacionaria, fiscal, tributaria y la referida al frente externo, donde aparece el acuerdo con el FMI que se sigue dilatando», comentó.

 

 

*LV/ by Pablo Petovel