28 febrero, 2024
Un estudio demostró que se puede usar el azafrán para tratar la melancolía y la depresión, además de la pérdida de memoria que se produce con el paso de los años.
El azafrán es uno de los cultivos más antiguos de la humanidad que se remonta a 3000 años1 y abarca diferentes culturas, continentes, y civilizaciones. El azafrán, es una especia que se obtiene de los estigmas de la flor de Crocus sativus, planta que crece hasta alcanzar poco más de 15 cm de altura. Investigadores descubrieron ahora que su extracto resulta una buena medicina contra el Alzheimer leve a moderado.
La pérdida de memoria es un síntoma asociado al envejecimiento, caracterizado por olvidos inusuales donde la persona afectada tiene dificultades para recordar hechos recientes o acceder a recuerdos pasados. Este deterioro puede interferir con las actividades diarias y empeorar con el tiempo.
Aunque algunos alimentos pueden perjudicar la función cerebral, como los ultraprocesados, otros tienen propiedades beneficiosas para la capacidad cognitiva. Entre ellos se encuentran el salmón (rico en omega 3) y los frutos rojos (ricos en flavonoides y antioxidantes esenciales).
Sin embargo, hay un ingrediente destacado para proteger el cerebro del envejecimiento: el azafrán. Esta especia, comúnmente utilizada en platos como paellas, guisos y sopas, ha demostrado tener propiedades medicinales a lo largo de los años.
Un estudio publicado en la revista Journal of Clinical Pharmacy and Therapeutics investigó los efectos del extracto de azafrán en pacientes con enfermedad de Alzheimer leve a moderada. Durante 16 semanas, se administraron dos dosis diarias de 15 miligramos de extracto de azafrán con estigmas de la flor Crocus y melaza, previamente utilizada como remedio natural para la melancolía y la depresión.
Los resultados mostraron una mejora significativa en la función cognitiva en comparación con el placebo. Los investigadores concluyeron que, al menos a corto plazo, el azafrán es seguro y eficaz para tratar la enfermedad degenerativa leve a moderada que provoca pérdida de memoria.
El azafrán es una especia que se obtiene de los tres estigmas secos del pistilo de la flor de Crocus sativus. Se trata de una flor de color lila en la que destaca el rojo de los estigmas y el amarillo de los estambres. Procede de Oriente, dado que se cultivaba en Asia Menor ya en épocas anteriores a Cristo, y tiene su origen en unas especies silvestres precursoras, muy apreciadas por sus propiedades tanto culinarias, como medicinales y cosméticas, que le han valido el apelativo de “flor de la salud”.
Sus mil virtudes y el hecho de que su cultivo, recolección y manipulación suponen un trabajo manual que no tiene precio, convierten el azafrán en la especia más cotizada del mercado, cuyo precio es tan elevado que se le ha llegado a conocer como “oro rojo”.
El azafrán destaca por su característico color, su sabor amargo y su aroma intenso, seco y penetrante. Estas características proceden de sus componentes químicos: la “picrocrocina” y el “safranal”.
También contiene un tinte de tipo carotenoide denominado “crocin”, que es el responsable de otorgarle a los platos ese característico color amarillo y que ha hecho del azafrán un condimento imprescindible en la cocina asiática y europea. Además de su uso culinario, el azafrán se ha empleado desde la más remota antigüedad en perfumería, cosmética y medicina.
El azafrán tiene muchas aplicaciones medicinales, ya que contiene esencia, materia colorante y principios amargos, que le otorgan propiedades estimulantes a nivel del sistema nervioso central y del aparato digestivo, tónicas, carminativas, antiespasmódicas, antiinflamatorias, antibacterianas, antioxidantes y analgésicas. Además, es un alimento rico en vitaminas y minerales.
El azafrán es un ingrediente esencial de muchas recetas, sobre todo paellas, arroces y “risottos”, pero también algunos platos de carne, pollo, pescado y mariscos y algún que otro postre. Otorga a cualquier plato un toque de color, sabor y olor de lo más rotundo, intenso y reconocible, y combina muy bien con el jengibre, limón, ajo, tomillo y tomate.
El azafrán puede usarse molido o en hebras. El azafrán molido ya viene listo para usar, pudiéndose aplicar directamente al caldo o disolver en un poco de agua tibia.
El azafrán en hebras puede usarse sin tostar, aunque se recomienda tostarlo ligeramente para sacarle el máximo partido. Una vez tostadas, las hebras deberán triturarse en un mortero.
En todo caso, hay que emplear cantidades pequeñas, ya que tanto su sabor como su poder colorante son muy intensos y un uso incorrecto podría estropear el plato.
La paella es el plato más popular de la gastronomía española, cuyo origen se sitúa en los arrozales de Valencia, y entre los ingredientes básicos requiere el auténtico azafrán español.
El azafrán le va bien a los platos con arroz en general, pero también en crema de espárragos verdes, risottos con calabaza, salsas y platos con legumbres.
Los expertos afirman que el azafrán en hebras es más conveniente por sus propiedades y debe estar bien tostado, aunque no pasado. Sin embargo el mas conocido en la cocina doméstica es el que se consigue en polvo en pequeñas porciones, disecado al sol y pulverizado que también aporta su cuota de poder a los platos.
