31 julio, 2024
Diversos estudios científicos se han concentrado en la música y los efectos que tiene en las personas. Estos son algunos de los resultados que dan muestra de su poderoso impacto.
No hay nada como la música. A través de la historia de la humanidad se han encontrado indicios que desde tempranas etapas se hacía música. Sea su efecto social y que fuera el acompañamiento obligado en danzas, ritos y fiestas, la música ha permanecido como algo inherente al desarrollo de la historia de los humanos.
Por otro lado está la evolución misma de la música, sus etapas, su uso como rasgo distintivo y cultural la hacen parecer infinita, tan distinta en cada región, época, cultura, subcultura, nicho, estrato, banda, tribu urbana, persona… así hasta el infinito. Y por si fuera poco, la música, eso que hace un acierto la vida, tiene efectos poderosos en el cuerpo humano.
Ha habido múltiples estudios científicos que han abordado los efectos de la música en las personas, incluso en los animales y en las plantas. Lo que se ha encontrado no son poca cosa, conozcamos un poco sobre esto.
Como decía, distintos estudios se han realizado con el paso del tiempo, y en ellos se ha encontrado que la música, por ejemplo, afecta la química del cerebro. Y es que la música que nos es agradable hace que liberemos dopamina, una neurohormona liberada por el hipotálamo, y que se le relaciona con el placer; sin embargo, tiene otras benéficas funciones como estar presentes en los procesos de aprendizaje, comportamiento, actividad motora, el sueño, el humor, la atención.
Es por esto que otros estudios han encontrado en la música la relación en la mejora de la actividad motora en el tratamiento de pacientes con parkinson o el incremento del razonamiento espacial en pacientes autistas y apoyo en terapias de pacientes que sufren convulsiones.
Tu cerebro se activa en distintas áreas. Debajo puedes ver las partes que se activan, de hecho este gráfico, que pertenece a un estudio realizado por la Universidad de Florida, sugiere que la música activa más partes que cualquier otro estímulo humano.
La música:
Tu cerebro entra en procesos que a simple vista no parecieran tan poderosos. Pero lo son. Un estudio en niños demostró que niños que tenían una educación musical de 3 años o más, presentaban un incremento en su motricidad fina, así como en la discriminación auditiva (esto indispensable para el estudio de idiomas distintos a la lengua materna). También esos niños presentaron un mejor vocabulario, mejores habilidades en su lenguaje no verbal y su entendimiento de la información visual, distinguiendo con mayor facilidad las similitudes, las diferencias de formas y los patrones.
Si alguna vez has cantado en un coro o has hecho música con alguien más sabrás a qué se refiere este punto. Un estudio muy interesante encontró la respuesta científica a esa sensación de trabajo en conjunto o las olas de emoción que corren cuando estás cantando junto a otras personas. Y es que literalmente se sincronizan. Se encontró por ejemplo que un canto al unísono hace que los corazones de los cantantes aceleren y desaceleren de forma simultánea.
Se dice esto de la música ya que escucharla afecta el latido del corazón, el pulso y la presión arterial. También, como mencionaba líneas arriba, la música es capaz de cambiar la velocidad de ondas cerebrales, así pues, la música con un pulso de unos sesenta beats por minuto puede cambiar la conciencia beta hacia el rango alfa, esto mejora el estado de alerta y el bienestar general, algo muy parecido a lo que sucede con la meditación y la yoga.
En otros estudios se ha encontrado que la música incide directamente en el fortalecimiento del sistema inmunológico, esto debido a la actividad del cerebro que se presenta, al bienestar que se puede sentir, así como el decremento de los niveles de ansiedad. De hecho se encontró que escuchar música durante sólo quince minutos podría aumenter los niveles de una familia de proteínas asociadas con la sangre y la producción de plaquetas, estimulación de linfocitos y la protección celular contra el SIDA, el cáncer y otras enfermedades.
También se ha encontrado que escuchar música mientras nos ejercitamos nos puede ayudar a «confundir» a nuestro cerebro y anular sus constantes señales de fatiga que envía lo cual desembocaría en detener la actividad. El ritmo que utilicemos para hacer ejercicio puede resultar beneficioso. De hecho se encontró en otro estudio que los ciclistas que escucharon música requieren 7% menos de oxígeno para hacer el mismo entrenamiento que los ciclistas que lo hacen en silencio. Acá una pequeña gráfica con el tipo de ejercicio y los beats que necesitas poner en tus listas de reproducción para incrementar tus resultados.
Ahora bien, luego de repasar algunos beneficios de la música y en sí como estimula nuestro cuerpo, también es cierto que la música puede afectarnos de forma negativa. Y es que la música que nos desagrada genera estrés, el volumen al que se escucha también incide en los beneficios de la música, si este es muy alto, puede también puede generar ansiedad. A su vez, sabemos de algunos casos en que la música se ha utilizado como forma de tortura y es que el nivel emocional al que se conecta es realmente poderoso, así como el nivel de atención que nos requiere y que puede, literalmente, hacernos pedazos si se usa para dichos propósitos.
Por último, ¿alguna vez haz tenido un «ear worms»? Esta desastrosa situación en que no puedes quitarte una melodía de encima también ha sido objeto de estudio de los científicos. Lo que se ha encontrado es que los «gusanos musicales» son melódica y rítmicamente simples, que ocasionan que los circuitos neuronales se atasquen en un bucle que repite una y otra vez. Puede, incluso, ser tan perjudicial que eleva los niveles de ansiedad de las personas. En estos casos se sugiere escuchar otras melodías o sonidos que ayuden a salir del bucle en que se encuentra el cerebro.