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10 octubre, 2020

Ya se habla de un salvavidas del FMI por más de u$S 5 mil millones para la Argentina

Tras una de las semanas más complejas financieramente hablando para el país, tras la disparada del dólar y la escass perspectivas anunciada, la pregunta del millón es si ¿Hay chances de que el Fondo Monetario «baje» a la Argentina los u$s5.400 millones que quedaron pendientes del acuerdo firmado con el gobierno anterior y que nunca se desembolsaron?

La cuestión forma parte de las conversaciones que el Gobierno y los negociadores del Fondo mantienen en Buenos Aires desde el martes pasado, donde ya abalnadoron temas la UIA, el BCR, ministerios y gremios.

Esa posibilidad, incluso, fue mencionada por funcionarios del organismo en sus habituales contactos con bancos de Wall Street. Esos técnicos mencionaron que esos fondos podrían ponerse a disposición de la Argentina, en el marco de un programa de «estabilización».

A diferencia de otras veces, ahora el diagnóstico del Fondo Monetario se basa en que la economía muestra variables clave ‘ordenadas’. Puntualmente, la sustentabilidad de la deuda: una porción relevante acaba de refinanciarse con los acreedores privados.

-¿Cuál es la posibilidad concreta de que el Fondo aporte esos u$s5.400 millones? Fue la pregunta de rigor para los expertos. «Con el FMI no hay nada pendiente. El último acuerdo está caído. Todo dependerá del nuevo programa que negociemos ahora», opinan los analistas.

Según trascendió, en los primeros acercamientos, la misión del Fondo dejó entrever que para el organismo, el tipo de cambio no está atrasado en la Argentina en términos históricos. Aunque advierten un serio problema de credibilidad en la dinámica económica, que se traduce en la amplitud de la brecha, que ayer miércoles trepó al 100%.

También hay una percepción de que el proyecto de Presupuesto 2021 presentado por Martín Guzmán «es serio», al plantear un ordenamiento fiscal en el complejo contexto de la pandemia que sacude a la economía global.

Las últimas declaraciones de Kristalina Georgieva van en ese mismo sentido: «Hemos tenido muy claro en esta crisis que es importante brindar apoyo a las empresas y, lo que es más importante, a los trabajadores. Así que no venimos con la idea de ‘bueno, veamos cómo podemos ajustar aún más el gasto en estos tiempos’», enfatizó la directora gerente del Fondo.

Para algunos observadores -incluso dentro mismo del equipo económico- los dichos de Georgieva dejan entrever que el Fondo Monetario no va a ir en busca de un plan tradicional -que incluya ajuste de las cuentas públicas- sino de un «plan de estabilización- que le permita al Gobierno seguir con el ordenamiento racional de las cuentas públicas.

El problema -grave- que encontró la Argentina en ese camino está en el mercado cambiario, donde la amplitud de las brechas entre la cotización «oficial» y las «alternativas» le pone un elevado grado de incertidumbre para el corto plazo.

El diagnóstico de la mayoría de las consultoras de la City y bancos de Wall Street refiere a que -a diferencia de otras crisis cambiarias-, esta vez no existe un atraso en el tipo de cambio. Pero que, a pesar de ello, las reservas del Banco Central caen jornada tras jornada, lo que retroalimenta la idea de que se hace necesaria una devaluación.
Guzmán y Pesce coinciden en que un salto del tipo de cambio empeoraría el escenario económico, político y social, en plena pandemia.

Las últimas medidas anunciadas la semana pasada en la Casa Rosada -una rebaja temporal de tres puntos en las retenciones a la soja-, que se complementaron con otras iniciativas para la industria y la construcción, todavía no dieron los resultados esperados.

Recién el miércoles pasado, fue el primer día en el que el Banco Central pudo sumar para sus Reservas (apenas u$s20 millones), y todavía no está claro si -después de varias semanas consecutivas con pérdidas de divisas-, eso hay que interpretarlo como un cambio en la tendencia o, más bien, como una gota en el desierto.

La idea de una devaluación ordenada -al estilo Kicillof en 2014- es rechazada, al menos por ahora, en el equipo económico. Hay dos razones de peso: una, que a diferencia de aquel momento, ahora el tipo de cambio no luce atrasado.

Y, dos, que una devaluación en estos momentos cuenta con la incertidumbre adicional de que el Banco Central se quedó prácticamente sin reservas disponibles para intervenir, ante la posibilidad de un «overshooting».

En el Gobierno hay máxima preocupación sobre la posibilidad de una devaluación: echaría por tierra con todos los acuerdos de precios vigentes con las fábricas de alimentos y obligaría a una revisión de la estrategia de subsidios a la energía, en un contexto de disparada de la inflación y una nueva pérdida en el poder adquisitivo de los salarios, que ya llevan acumulado un quebranto en los últimos años de devaluaciones sucesivas y elevada inflación.

 

¿Y con el Fondo, qué?

 

Un funcionario con despacho en la Casa Rosada confía en que el Fondo Monetario termine por darle un respaldo a la Argentina, tal como hizo durante las negociaciones entre el Gobierno con los acreedores privados.
Está claro que para concretar ese respaldo no alcanzaría sólo con la «letra fría» de un documento. Por eso mismo, no habría que descartar que el organismo ponga «a disposición» del país aquellos u$s5.400 millones que quedaron del anterior acuerdo, ya extinguido.

En un eventual plan de «estabilización», además, sería necesario que el Banco Central habilite una suba adicional de las tasas de interés. Un instrumento que, hasta el momento, fue utilizado de forma esporádica.

En la agenda de corto plazo, el Gobierno también tiene puesta su expectativa en la reunión pactada para la semana que viene con el sector agroexportador. Será el miércoles que viene, cuando los funcionarios oficiales vuelvan a juntarse con los representantes del Consejo Agroindustrial, del cual participan las estratégicas cámaras exportadoras de cereales.

«Tenemos que empezar a trabajar en un ajuste de las alícuotas de las retenciones», apuntan desde el sector empresario, con la expectativa de que el Gobierno haga un retoque bajista adicional a las retenciones.

Esa posibilidad, no obstante, choca contra la visión del ala de funcionarios más cercanos a Cristina Kirchner, que no quieren dar una muestra de debilidad frente a los empresarios.
Guzmán, de hecho, resistió hasta último momento una rebaja temporal de los derechos de exportación, como la finalmente anunciada hace una semana.

De todas formas, un acuerdo de estabilización con el Fondo Monetario sumado a algunas medidas adicionales como las mencionadas (suba de la tasa de interés) podría ofrecerle al Gobierno el puente necesario para saltar hasta la próxima etapa, cuando llegue el momento de la próxima cosecha. Pero por supuesto, antes dependerá todo de la política.

 

*IP, NA