29 noviembre, 2021
Por Ricardo Natalichio
Primero es necesario definir que la tecnología wifi (Wireless Fidelity), que se ha popularizado tanto en la última década, y que ofrece al usuario la posibilidad de conexiones rápidas a través de señales de radio, sin cables o enchufes.
Estas tecnologías inalámbricas, tanto las del tipo Bluetooth (alrededor de 10 metros de alcance) como los sistemas de internet wifi, con mayor alcance (entre 15 y 100 metros según el router y el ambiente), han ganado mucho terreno en los últimos años, ya que nos permiten estar todo el tiempo conectados. Sin embargo, para que esto sea posible, emiten campos electromagnéticos de microondas pulsantes.
En el mismo sentido nos encontramos con los dispositivos que se conectan a estas redes inalámbricas -celulares, laptops y tablets-, que se han vuelto tan omnipresentes que ya la vida sin ellos es inimaginable.
Si bien es cierto que todo esto tiene un lado bueno, que es la evolución en la forma de comunicarnos, también conlleva una mala noticia, estos aparatos crean campos electromagnéticos –radiaciones no ionizantes- que, cuando se emiten en niveles muy elevados, pueden calentar los tejidos biológicos, según se desprende de varios estudios realizados y reconoce la propia Unión Europea (UE).
Diversos especialistas en medio ambiente e incluso asociaciones ciudadanas y organismos que tienen que ver con la ecología han empezado a exigir tener más precaución con el uso del wi-fi y las nuevas tecnologías, especialmente en espacios públicos, como escuelas y hospitales ya que estos aparatos inalámbricos –laptops, tablets y celulares- también se convierten en emisores de ondas electromagnéticas y afectan a las personas.
Según se evaluó, los routers wifi emiten a lo sumo 100mW, pero suponen un riesgo para la población escolar por su cercanía a los niños/as en especial a la cabeza, en edad pediátrica, cuando se está desarrollando su cerebro y su sistema nervioso. Habría que usar el wifi como último recurso, cuándo no se pueda establecer conexión por cable y si es absolutamente necesario. No se debería instalar en los dormitorios de los niños o cerca de los mismos.
Sus efectos pueden clasificarse en dos tipos:
-Efectos térmicos: Para la ciencia si la temperatura del cuerpo se incrementa en 1 grado como mínimo, se considera un efecto térmico por el cual se provoca un aumento en la tensión sanguínea, además pueden ocasionarse náuseas, fuerte dolor de cabeza (cefalea) y la vista puede sufrir de cataratas.
-Efectos no térmicos: No existe aún consenso científico sobre ellos, pero se evaluaron los siguientes ejemplos, interrupción del sueño, dormir entrecortado, con sobresaltos, también se han detectado casos de esterilidad masculina, personas con alzheimer, y se han dado patologías como arritmias cardíacas o enfermedades autoinmunes como la electrosensibilidad, que es un síndrome de intolerancia a los campos electromagnéticos y produce entre otros efectos, fatiga, dolor, jaquecas, mareo, sensación de quemadura, espasmos, nausea y palpitaciones.
-En bajas frecuencias se producen radiaciones ‘no ionizantes’ con las líneas eléctricas de baja, media y alta tensión, transformadores eléctricos y subestaciones.
-En altas frecuencias se producen radiaciones ‘no ionizantes’ con antenas de telefonía móvil, Hornos microondas, teléfonos inalámbricos, aparatos para vigilar bebés y los routers WiFi.
Parece razonable pensar que si la radiación WiFi y la de celulares afectan negativamente al ser humano, también deben afectar a los animales y a las plantas.
Las radiaciones electromagnéticas como las de (Wifi o celulares), afectan a los cetáceos que utilizan campos electromagnéticos terrestres para su orientación pudiendo quedar varados en playas porque no saben donde se encuentran. Esto producto de las radiofrecuencias de radares submarinos y otros buques.
También se evalúa si estas radiaciones electromagnéticas no son las responsables de la gran mortandad de aves o también la misteriosa desaparición de las abejas en todo el mundo.
Además de interrumpir la orientación de animales, también puede afectar la salud metabólica de las plantas, según expertos.
Una de las recomendaciones para atenuar impacto es desconectar el wifi las horas que no se utiliza, por ejemplo durante la noche, un hábito que por lo menos contribuiría a reducir frecuencias y atenuar impacto.