7 noviembre, 2023
Un error del gobierno multiplicó los faltantes de combustibles y derivó en el ataque discursivo al sector. Mientras tanto, una serie de trabas en las exportaciones de petróleo podría complicar el futuro de la formación shale.
Casi de la noche a la mañana las empresas que impulsan el desarrollo de Vaca Muerta pasaron de ser un faro generador de divisas para el país, a ser malas y especuladoras, según los términos que, desde un relato discursivo, creó el gobierno nacional para adornar lo que fue la peor crisis de abastecimiento de combustibles de los últimos años. Y en la que gran parte de la responsabilidad de los faltantes estuvo en el mismo gobierno.
Las causas de la falta de combustibles fueron esencialmente tres. Por un lado está el incremento de la demanda, potenciada en las últimas semanas por el inicio de la actividad fuerte en la Pampa Húmeda.
En la vereda opuesta, en la oferta, están las otras dos causas. La primera es que hubo una menor oferta de combustibles por la parada por mantenimiento de dos refinerías, una de ellas la más grande del país que es de YPF, sacando en conjunto un 20% de la oferta.
Habitualmente las paradas de planta se compensan con más importaciones y, en una situación normal, la época de alta demanda del agro es además la de alta importación de gasoil. Ninguna de esas dos cosas pasaron, ya que el gobierno se enfrascó en una discusión con las refinerías, en especial con YPF, sobre cómo se tenían que financiar los dólares para pagar los cargamentos de combustibles que ya habían llegado al puerto.
Durante el acuerdo de Precios Justos de los combustibles, las petroleras accedieron a pagar las importaciones con financiamiento propio, pero ese acuerdo terminó en agosto. Sin embargo, en septiembre y octubre Nación siguió bloqueando el acceso al dólar oficial a las refinerías, un absurdo que llevó así a que cuando más se necesitaban, los cargamentos estuvieran flotando -y sumando multas diarias de 40.000 dólares por buque- en lugar de llegar a las estaciones de servicio.
Los números son claros. Mientras en el tercer trimestre del año pasado se importaron 1.399 millones de metros cúbicos de gasoil, en el mismo corte de este año ese volumen fue de solo 587.000 metros cúbicos, una baja del 48% y justo a la salida de la sequía del campo.
El ministro de Economía y candidato a presidente, Sergio Massa, logró girar discursivamente el relato no solo sacándose de encima el poncho de la responsabilidad, sino señalando a las “petroleras” -mezclando a refinerías y productoras- como sospechosas de haber generado un lockout para luego elevar los precios.
Y finalmente, en claro tono de campaña, el gobierno anunció con bombos la postergación de la aplicación del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y al Dióxido de Carbono (CO2), sin decir que en realidad es la novena vez consecutiva que se realiza esto, una postergación que suma ya 27 meses.
Lo sucedido esta semana dejó perplejas a las operadoras de Vaca Muerta, que vieron cómo en cuestión de días pasaron de ser el faro que podría iluminar el futuro del país, a ser el eje del mal, la causa de una falta de combustibles aunque se trate de empresas que no producen combustibles.
Pero detrás de este relato hubo otra crisis. Una que podría tener efectos mucho más graves y que pasó inadvertida, hasta ahora.
El sector del petróleo es el que mueve a la actividad de Vaca Muerta y de la industria hidrocarburífera nacional. El negocio no está hoy en el gas, sino en el crudo, que con su alto precio internacional llevó a las productoras a acelerar los desarrollos para que haya saldos exportables y así se pueda aprovechar ese viento de cola.
Explicado esto en números, la producción a nivel país de petróleo fue en septiembre de 645.000 barriles por día, cuando el nivel de demanda habitual de las refinerías es de menos de 525.000 barriles, con lo cual hay un plus de 120.000 barriles por día en condiciones de ser exportados puesto que no existe una capacidad para almacenar por más de un par de días tales volúmenes.
El petróleo de Vaca Muerta ha logrado tener una rápida aceptación en el mercado externo y en octubre Nación puso en marcha un mecanismo, el denominado Dólar Vaca Muerta, para que todos ganen algo.
Las empresas pueden acceder a un 25% de las divisas que generan al valor del Contado Con Liquidación (CCL) que hoy está en unos 772 pesos por dólar, haciendo así que el precio final de sus exportaciones esté en torno a los 500 pesos por dólar, en lugar de los 366 del tipo oficial.
Las exportaciones de petróleo tuvieron un freno en octubre para abastecer el mercado interno.
Para acceder a ese beneficio primero deben prefinanciar y liquidar anticipadamente el 75% restante, algo que le da aire a las flacas arcas del Banco Central.
Pero durante el mes pasado sucedió algo imprevisto que generó no solo preocupación entre las productoras de Vaca Muerta, sino también el corte de algunos canales de financiamiento externo que se habían logrado tender.
Pese a los discursos, en el país las exportaciones de petróleo no son libres. Las empresas deben primero anunciar que tienen un determinado volumen para exportar y si una refinería lo necesita realiza lo que se conoce como el “cruce de barcos”. Es decir que solicita quedarse con esa carga.
Este mecanismo fue el que se utilizó y mucho en estas semanas, porque, para sorpresa de las productoras de petróleo que hace mucho no veían cruces, hubo una refinería que solicitó quedarse con la mayoría de los cargamentos.
En algunos casos la refinería Axion, que además es la operadora Pan American Energy (PAE), utilizó ese crudo para hacer combustibles porque lo requería para elaborar combustibles, pero en otros llevó a una negociación con la petrolera que quería exportarlo.
Estas negociaciones no solo hicieron que algunas exportaciones salieran más tarde de lo pactado con los compradores. Sino que lo peor que generaron fue el corte de algunos pre-contratos de mediano plazo, dado que las firmas que desde el resto del mundo compraban el petróleo de Vaca Muerta lo que percibieron fue simplemente una interrupción en las exportaciones.
“Es una muy mala señal para afuera”, reconocieron desde varias de las empresas consultadas por este medio, algunas que incluso plantearon que de repetirse este cruce masivo de pedidos de exportación en este mes “es posible que algunas operadoras bajen sus planes de inversión para el año que viene, porque no tiene sentido aumentar la producción si después no te dejan exportar o te frenan tanto que terminás pagando un sobrecosto”.
Un problema no menor si se tiene en cuenta que, pese al aumento del precio de los combustibles, el valor de que paga por el barril dentro del país sigue congelado aún y valuado en 56 dólares para el shale de Vaca Muerta, casi 20 dólares por debajo de su cotización de exportación.
*EON/RN/ by Victoria Terzaghi