Coco Gauff, a los 19 años, derrite Nueva York con una obra maestra: ¡campeona del US Open! La norteamericana superó a la bielorrusa Aryna Sabalenka, ahora en la cúspide del ranking, y consiguió el sueño de su vida; el estadio más grande del mundo, a sus pies.
Se tira al piso y llora desconsoladamente. Es una adolescente, todavía. Deja la raqueta y va a saludar a los suyos, pura simpatía y emoción. Nueva York arde, se emociona, delira por una niña convertida en mujer. Coco Gauff explota de felicidad con su familia: nada es más valioso en la vida. Hizo historia. Lo que verdaderamente se llama historia. Su magnetismo trasciende el tenis, el deporte.
Celulares a flor de piel. Aplausos. Hay personas que lloran, como si el triunfo hubiera sido suyo. La magia del estadio Arthur Ashe, con tantas figuras del espectáculo, se la lleva ella. Sus manos, sus piernas. La magia de sus destrezas. Sola, apartada de todo, ahora reza. El revés paralelo, el definitivo, debe seguir recorriendo su cuerpo. Cuando arroja la raqueta y se acuesta sobre el cemento azul, de frente al cielo. Más tarde, el saludo con la flamante número 1. Nace, ahora sí, una nueva era, en la que ella escalará hasta el número tres del ranking mundial.
A un año de la emotiva despedida de Serena Williams, la crack adolescente emerge como la figura que puede tomar su posta dentro y fuera de la cancha. No le tembló el pulso en su primera final del US Open frente a la temible Aryna Sabalenka, al ganarle por 2-6, 6-3 y 6-2. La pulverizó. A los 19 años, la joya estadounidense se corona por primera vez como campeona de un Grand Slam frente a un público de Nueva York que la adora y que recuerda cómo Serena Williams logró la misma gesta en 1999 con solo 17 años.
Si Williams fue capaz de batir a Martina Hingis, entonces número uno mundial… Gauff tuvo el mismo ángel. Destrozó a la bielorrusa Aryna Sabalenka, la jugadora que asumirá el liderazgo de la WTA desde este lunes. En su recorrido hacia la final, Gauff trató de escabullirse de las comparaciones con Williams, ídola de la infancia y campeona de 23 torneos de Grand Slam, un peso con el que carga desde que se dio a conocer al mundo con 15 años.
“Serena es Serena”, advirtió más de una vez Gauff, sobre todo, luego de su victoria en las semifinales contra Karolina Muchova. “Ella es la ‘GOAT’ (La Mejor de Todos los Tiempos). Yo esperaría hacer la mitad de lo que ella hizo”. Tras poner las comparaciones en perspectiva, la joven tenista afroestadounidense reconoció que Williams fue una figura decisiva para inspirarla a tomar una raqueta y perseguir sus sueños.
“Fue capaz de transformar un deporte que es predominantemente blanco”, recordó Gauff. “Eso es algo que de niña, e incluso ahora, significaba mucho para mí”. Y fue más allá: “Antes de que yo naciera, no había muchas (tenistas negras) hasta Serena. No había ningún icono de este deporte que se pareciera a mí”, apuntó. “Así que, al crecer nunca pensé que yo era diferente porque la jugadora número uno del mundo era alguien que se parecía a mí”, remarcó.
Gauff irrumpió en el mundo del tenis con una asombrosa y simbólica victoria frente a Venus Williams, la hermana mayor de Serena, en la primera ronda de Wimbledon en 2019, recuerda la agencia AFP. Desde ese logro, con apenas 15 años, Gauff forjó su propia identidad y erigiéndose en una voz reconocida tanto para los asuntos deportivos como los desafíos sociales y raciales que afronta su país.
“No tengo palabras para todo lo que me está pasando, esto es mágico. Se lo dedico a la gente que no creía en mí. Sigue ardiendo mi corazón”, dice, ahora, como campeona, con todos los espectadores de pie. El desarrollo de la joya de Delray Beach (Florida) no fue tan vertiginoso como el de Williams, pero este año está comenzando a traducir su inmenso potencial en trofeos importantes.
El mes pasado, tras ganar el título de Washington (WTA 500), logró en Cincinnati su ansiada primera victoria sobre Iga Swiatek, la número uno mundial, quien la había batido siete veces, una de ellas en su primera final de Grand Slam en el Roland Garros de 2022. A pesar de su talento y su físico privilegiado, Gauff vivió momentos difíciles y padeció el “síndrome del impostor”, cuestionándose si podía estar a la altura de las enormes expectativas. Ríos de tinta corrieron sobre sus virtudes y defectos. Y recién tiene 19.
Su cambio de mentalidad coincide con la llegada a su equipo como asesor del prestigioso Brad Gilbert, tras su dolorosa eliminación en julio en primera ronda de Wimbledon. La joven explicó que el primer consejo que le dio el exentrenador de Andre Agassi fue que simplemente aprendiera a disfrutar. “En la primera reunión que tuve con Brad antes de que empezara los entrenamientos me dijo: ‘Tienes que sonreír más”, reveló.
“Cuando dijo eso me quedé un poco sorprendida. Me puse a pensar y dije: ‘Sí, lo voy a hacer”, explicó. “Es algo en lo que estoy intentando trabajar y obviamente creo que está ayudando a mis resultados”. Con su título en Cincinnati, su primero en categoría WTA 1000, Gauff construyó una racha de 12 partidos seguidos ganados que disfruta su máximo examen este sábado ante Sabalenka. Se sacó un 10.
“Es la primera vez que veo llorar a mi papá”, asume. Y envuelve en emoción, otra vez, a todos. Acaba la faena y sentada en su silla, habla por celular. “Llamé a mi hermano y no me contestó…” Levanta la copa más bonita. Se ríe. Ahora sí: se ríe una y otra vez. Huellas que quedan para siempre.