30 agosto, 2023
Científicos afirmaron que recuperaron el primer material originado fuera de nuestro sistema solar. Se tratan de unas 700 esferas metálicas diminutas encontradas en el fondo del Océano Pacífico por el equipo dirigido por Abraham «Avi» Loeb, profesor de física de la Universidad de Harvard. Según el investigador, es un «hecho histórico» ya que los primeros análisis de los fragmentos sugerirían que vinieron del espacio interestelar.
Los restos provienen de un objeto que pareciera ser un meteorito, el cual se estrelló en la costa de Papúa Nueva Guinea en 2014. Loeb, uno de los principales defensores de la búsqueda de vida extraterrestre, no descartó que se traten de fragmentos de una nave alienígena.
Las 57 esferas analizadas presentaban una composición que no coincide con ninguna conocida en nuestro sistema solar de manera natural o artificial. Otra característica peculiar es su tamaño: son inusualmente pequeñas, con un diámetro de apenas unos micrómetros (milésima parte de un milímetro). A partir de esas propiedades, Loeb y sus colegas concluyeron que lo más probable es que su origen sea interestelar.
El análisis de la composición de las esférulas fue realizado por Stein Jacobsen y su equipo del laboratorio de cosmoquímica de la Universidad de Harvard. El estudio determinó que algunos de los restos de la trayectoria del meteorito contienen «abundancias extremadamente altas» de una composición inaudita de elementos pesados. En ese sentido, los investigadores del equipo indicaron que se trata de berilio, lantano y uranio, etiquetada como composición «BeLaU», junto con un bajo contenido de elementos que se unen al hierro, como el renio, uno de los compuestos más raros que se encuentran en la Tierra.
Si bien son elementos que se encuentran en el planeta, el profesor Loeb explicó que los patrones no coinciden con las aleaciones terrestres, las de la Luna, Marte u otros meteoritos naturales en el sistema solar. Tampoco se hallan en los océanos magmáticos de la Tierra ni coinciden con la lluvia radioactiva de las explosiones nucleares.
Para los investigadores, algunos elementos se perdieron por evaporación durante el paso del meteorito por la atmósfera terrestre. Esto los llevó a teorizar que las esferas podrían proceder de un océano de magma de un exoplaneta con núcleo de hierro fuera del sistema solar.
«El patrón de abundancia de BeLaU encontrado en las esférulas de IM1 podría haberse originado a partir de un océano de magma planetario altamente diferenciado», se lee en el estudio. Otra teoría, según Loeb, es que los fragmentos podrían haber sido expulsados de supernovas o fusiones de estrellas de neutrones debido a que la combinación de BeLaU tiene una «sobreabundancia de elementos pesados».
«Se trata de un descubrimiento histórico porque representa la primera vez que los humanos han puesto sus manos en materiales procedentes de un gran objeto que llegó a la Tierra desde fuera del sistema solar», escribió Loeb en un post de Medium. Sin embargo, los hallazgos no revelan si fueron creadas de manera natural o artificial. Según el profesor, esta incógnita será la próxima cuestión que buscará descifrar con su investigación.
Las 57 esferas analizadas presentaron una composición que no coincide con ninguna conocida en nuestro sistema solar.
El descubrimiento aún se está investigando y el estudio publicado por el equipo de Loeb todavía debe ser revisado por pares. No obstante, si su conclusión es correcta y efectivamente las esferas son artificiales, se trataría de la primera prueba confirmada de vida extraterrestre.
«El éxito de la expedición ilustra el valor de arriesgarse en la ciencia a pesar de todo como una oportunidad para descubrir nuevos conocimientos», escribió Loeb. Por su parte, el emprendedor Charles Hoskinson, que financió la investigación con más de 1,5 millones de dólares, indicó estar «extremadamente satisfecho con estos resultados de este riguroso análisis científico».
A pesar de los resultados alentadores, algunos de los pares de Loeb mostraron cierto escepticismo respecto al descubrimiento. En ese sentido, Steve Desch, astrofísico de la Universidad Estatal de Arizona, aclaró que varios de sus colegas se negaron a participar en la evaluación del trabajo del científico de Harvard.
«La gente está harta de escuchar las aventuradas afirmaciones de Avi Loeb», sostuvo Desch en diálogo con el New York Times. «Contamina la ciencia real, pues combina la verdadera ciencia que desarrollamos con este sensacionalismo ridículo y succiona todo el oxígeno de la habitación», agregó.
Sumado a esto, otros astrónomos señalaron que Loeb se apresura en sus investigaciones y distorsiona la percepción del público sobre la verdadera forma en que opera la ciencia.
*EP/MB / ED