9 junio, 2020
Por Trivia Demir
Parece que fue hace mucho, pero apenas pasaron doce meses. El 10 de junio del año pasado, Mariano Arcioni-Ricardo Sastre ganaron las elecciones provinciales por el 39,8% de los votos con una alianza electoral que conformó Chubut al Frente, cosechando incluso más votos que en las PASO de abril de 2019, donde la fuerza más votada había sido el justicialismo representado como Frente Patriótico.
Pasó un año, y por supuesto una vuelta completa del sol a la tierra puede sentirse muy corta en tiempos de bonanzas, pero interminable en tiempos de incertidumbre. Nada cambió mágicamente y el déficit que arrastraba la provincia se convirtió en una bola de nieve de peligrosísimas dimensiones. A la par, el grueso de la ciudadanía observa con preocupación la falta de ´plataforma´, de planificación y hasta de idea de conducción de una nave que administra los destinos públicos pero donde hay 600 mil habitantes embarcados. Para colmo la alianza de la dupla gobernante Arcioni-Sastre duró menos de dos meses de idilio, logrando el triste récord de convertirse en el ´matrimonio político´ que menos duró en Chubut desde el regreso de la democracia.
La pregunta del millón es: ¿se equivocó tanto el electorado?, o la política provincial arrastra un agotamiento de fondo que no dio margen para otra cosa.
Dicen que en política, no surge renovación hasta que no se toca fondo, pero fondo en serio. ¿Faltará mucho? Quién sabe…
Un dato por lo menos a tener en cuenta es que si el electorado prefirió a Arcioni-Sastre tras un Chusoto ´original´ medio procesado judicialmente y un sello coptado electoralmente, fue ni más ni menos porque del otro lado no alcanzó para ganar ni siquiera en esas condiciones. De hecho, el peronismo provincial que administra el sello, no logra levantar cabeza desde 2003 cuando Mario Das Neves gana y se empieza a distinguir por sí mismo. Son casi diecisiete años en el llano absoluto, sin contar los doce anteriores donde gobernó el radicalismo. Porque el ensayo de colonización del gabinete de Buzzi, fue eso, apenas un ensayo.
Esto fue lo que Carlos Linares no pudo remontar, ni siquiera en un escenario de retirada de Cambiemos a nivel nacional, pese a hacer una buena elección. A la par, el radicalismo-pro provincial representado en Gustavo Menna a su vez sufrió el pesado arrastre del escuálido desempeño del gobierno de Macri, sumado a las internas históricas en territorio que desplomaron las aspiraciones liberales.
Todo esto dejó pocas alternativas al electorado que sin embargo eligió entre lo menos conocido. Un dato de la falta de entusiasmo para optar fue el alto ausentismo en las urnas, con un 30 % de electores que prefirieron no votar, antes de elegir entre lo que había de propuestas en Chubut. Y fueron nada menos que unas 140 mil personas aproximadamente, tanto en las PASO como en las Generales del año pasado.
Para ganar el año pasado a Arcioni le bastó con despegarse de todo lo conocido. Incluso la incorporación de Sastre en su fórmula fue una cuidadosa decisión de asesores que no improvisaron. Con la suma del exintendente de Madryn, el comodorense completó la exigencia de uso y costumbre de compartir marquesina con alguien del Valle, y desactivó la candidatura a gobernador del propio Sastre.
A lo largo de los dos años anteriores, Arcioni hizo los ´deberes´ que la sociedad pedía a gritos: se puso a disposición de la Justicia y se fue despegando de las distintas causas de corrupción con ex funcionarios imputados y encarcelados (algunos incluso con continuidad en sus primeros días. Un gesto que dio señales de cambio, y de intención de despegar la institucionalidad de los ´malos caminos´. También fue mostrando diferencias con lo que podría denominarse como el dasnevismo duro, lo que le costó deserciones en la Legislatura. igual que ahora, donde sus aliados electorales no terminan de convencerse que se puede compartir gobierno, pero no poder.
En aquel triunfo del año pasado, Arcioni tomó nota que su figura logró incluso mayor adhesión que algunos de los candidatos a intendentes con peso propio en Chubut al Frente. En Trelew Arcioni tuvo un claro acompañamiento, mientras Adrián Maderna tuvo que pelear ´finito´ con Florencia Papaiani y el Mackarthismo que creció de manera considerable. Mientras que en Puerto Madryn Arcioni sacó más cvotos que Sastre y logró ganarle al lema completo del Frente Patriótico( 17050 votos), y aunque Gustavo Sastre no pudo imponer lo mismo, si le sacó a su inmediato competidor nada menos que el doble de votos (8 mil), a Leslie Roberts del FP.
Esos datos y algunos más que parecen ´minucias´ electorales serían las que el gobernador hace valer al momento del repartos de espacios en el gabinete y en el esquema de decisiones.
Se solía decir que Arcioni es un profesional recién llegado a la política, pero ahora ya varios de sus contrincantes dudan de eso. Y una cosa es el tipo de gobierno y otra lo que logra frente a sus adversarios eventuales políticamente hablando.
En 2015 acompañó a Mario Das Neves como su vicegobernador siendo la fórmula triunfante en las PASO y en la general. En 2017 le tocó encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales resultando electo por mayoría, aunque luego declinó asumir en el Congreso y poco tiempo después tuvo que reemplazar en la Gobernación a Das Neves tras su fallecimiento, tarea para nada fácil.
De allí, enfiló sin dudar pese a tener clarísima la situación financiera de la provincia, a su propia candidatura y Arcioni fue el candidato más votado en las PASO y logró la gobernación cosechando nada menos que un sexto triunfo electoral. ¿Improvisado? Poco probable. Además de que dejaría mucho que desear en consideración para sus experimentados contrincantes y sus eventuales aliados, se sabe que en política no hay ´suerte´.
Hay quienes dicen sin embargo que Mario Das Neves labró una alianza de tal magnitud con Sergio Massa y sectores económicos del peronismo ´renovador´ que garantizó en Arcioni esa continuidad. Apenas una hipótesis, pero que la realidad va confirmando con la supervivencia que muestra el conductor en el peor de los escenarios y con una seguridad tal como si detrás de si el respaldo fuera incondicional. De hecho, el ´albertismo´ ya dio señales inequívocas a las resistencias provinciales patrióticas y co-gobernantes de que Arcioni ´no se toca´.
(Ver https://chubutline.com/chubut-depende-del-proyecto-de-sustentabilidad-de-deuda/ )
De no ser así es innentendible aquel triunfo electoral de hace doce meses, que dio en medio de una crisis brutal. Con pago escalonado a los empleados públicos desde hacía meses, la tardanza en cubrir con un bono la deuda con proveedores del Estado, los paros docentes y de auxiliares de la Educación, todas constantes pero que en ese momento tuvieron menos peso en la consideración de la mayoría del electorado que el esfuerzo por superar la crisis en Chubut, que proclamaba la fórmula del triunfo Arcioni-Sastre. Sin embargo, esa ´superación´ no llega nunca.
Para Arcioni que confió probablemente en los respaldos mayores que lo empujaron al frente, la agotadora peregrinación a golpear la puerta del apoyo estabilizador se estaría haciendo pesada, pero el hombre se sigue encauzando y apelando a la alianza por ahora inquebrantable de Massa con el albertismo y el cristinismismo.
Para la sociedad, el ´alumbramiento´ de lo nuevo ya se ve como un imposible absoluto. La ´coronacrisis´ acentuó además las complicaciones económicas que se sumaron a las financieras públicas, y el combo se torna complicado de digerir. Una situación que por ahora es un movimiento público de resistencia desde los agentes estatales, con debilitada participación gremial y apenas capitalizada por ahora, por la minoría que se alinea con su propio compañero de fórmula y actual vicegobernador, Ricardo Sastre.
La interna que sangra
El vicegobernador Ricardo Sastre proclama y puede probar ´que -hasta ahora- se le aprobó todo lo que mandó Arcioni a la Legislatura´, pero en el fondo conociéndoselo como se lo conoce, y considerando su perfil incluso candidateable a las máximas aspiraciones, el arco político entiende que Sastre juega de ´brazos caídos´. Donde su rol institucional como presidente de uno de los dos poderes del Estado raya en analogías a la lógica transaccional de los empleados de planta, en lugar de asumirse como segundo al mando.
A la par, la tercera pata de esta mesa que es el Estado, el Poder Judicial, también mantendrí ´brazos caídos´. Todos ahora quieren diferenciarse del Ejecutivo para pensar en la próxima jugada personal o superviviente. Porque en el fondo el variopinto armado que ganó el gobierno, no puede hacerse del poder y por supuesto de los derrames de negocios y beneficios que siempre se especulan que existen en las cumbres, aún en las más agónicas coyunturas. Un proceso que ya vivió otro comodorense pero con condiciones bastante diferentes, donde basta recordar como terminaron Buzzi y Mac Karthy, lo que se puede considerar ´un ensayo´ de errores que ´los interesados´ de fondo se supone que no volverán a cometer. Todo esto es la macro por donde circula lo que hay de gobernabilidad, palabras y miradas, más menos. Superaron el año. Para los gobernantes en este escenario excepcional, pura ganancia, para los gobernados nada para festejar.
“En la política, el olor a viejo existe, vaya si existe”, dice un columnista amigo desde el otro lado del charco, y tiene razón. No se supera con perfumes afrancesados ni posturas impolutas. Sólo se aerea con movimiento. Quedan tres años y medio. Habrá que ver…