21 julio, 2025
No se conoce su cara, porque en sus presentaciones en redes siempre se presenta con una máscara blanca de cartapesta, lo que recuerda bastante al personaje Kaonashi (Sin Cara) de la película “El viaje de Chihiro”, de Hayao Miyazaki. Lleva escrito dos libros, que ya fueron traducidos a más de treinta idiomas (entre ellos el español). Pero el éxito editorial que suscitó en Europa y Asia no se replica en la Argentina ni en ningún país de Latinoamérica. ¿Por qué?
Por Omar Genovese/PC*
Existen distintas formas de evocar el realismo y sus convenciones al momento de narrar, entre ellas el policial. Y dentro de sus variantes, el más popular, que bien señalara Alfred Hitchcock el más simple y efectivo: Whodunit, contracción gramatical de who has done it? (¿quién lo hizo?). Durante décadas, el privilegio en este rubro y en nuestra lengua lo tuvieron dos pesos pesados de la lógica misteriosa, Agatha Christie (1890-1976) y Arthur Conan Doyle (1859-1930), padre de Sherlock Holmes. La lista de referencias es mucho más larga, pero con estas dos es más que suficiente para introducirnos en qué escribe Uketsu.
La identidad de Uketsu, escritor japonés del que se han publicado dos libros a la fecha –Strange Pictures y Strange Houses (Imágenes extrañas y Casas Extrañas)–, resulta un misterio. La promoción de la casa editora refuerza la noción de que se trata de un best séller mundial traducido a más de treinta idiomas, precedido por una fama mediática anclada a las visitas de sus videos en YouTube y un film basado en su relato Strange Houses, que recaudó más de 30 millones de dólares en su país, todo esto en 2023. ¡Ah!, los niños japoneses se disfrazan como si fueran él cuando festejan Halloween.
Uketsu es visible en esos videos de YouTube, luce máscara blanca de cartapesta, viste de negro y su voz está alterada de manera digital. Puede ser hombre, mujer, muy joven o una anciana; o varios actores que rotan en el rol performativo de Uketsu, con el apoyo de un grupo creativo publicitario, ¿por qué no? Es una sospecha.
La promoción del supuesto “fenómeno” resalta tópicos como relatos de terror, finales abiertos, desconcierto ante lo cotidiano y hasta el extremo de invocar un “surrealismo inquietante”. Con estos laureles, a este cronista y al editor de esta página, nos surgió otro misterio: ¿por qué Uketsu no es un fenómeno de ventas en Argentina? Las pruebas, sin dudas, están en el texto publicado y de allí en los reportajes que Uketsu brindó solamente por mail.
Strange Pictures-Imágenes Extrañas, se publicó con este título dual en Penguin Random House, y muestra una estructura narrativa de tres tercios. El más logrado, como caso policial integrador y dominante, es el que podemos ubicar en la mitad. El último tercio oficia de cierre, o coronación de los hilos sueltos desde un principio, es decir, un recorrido tranquilizador.
Existen crímenes, personajes misteriosos, sí, pero nada de terror. Del surrealismo ni noticia. El conjunto remite a un whodunit clásico, incluso bastante simple. Pero, a la vez, acaso siendo cómplice a nuestra cultura de la imagen contemporánea, el autor intercala dibujos infantiles y gráficos para que avance el relato de los acontecimientos. En esto se justifica por la interpretación forense que a los dibujos de niños y delincuentes la Justicia adjudica prueba sobre abusos, horrores intrafamiliares, también de estructuras psicopáticas. En tanto valor literario, hubiese sido más edificante que lo dibujado estuviera narrado, así de simple.
Pero la novela muestra otros “dibujos”, o garabatos literarios, que podemos considerar como síntomas de cierta anomalía en la escritura. Esto aparece en el primer tercio de la novela: “–No hace falta que les diga que el arte y la arquitectura están estrechamente relacionados. Lo mismo pasa con la pintura. Seguro que todos ustedes conocen a Maurits Cornelis Escher, famoso por sus pinturas de trampantojos. Estudió arquitectura en Haarlem… “Trampantojos…”. Aquella palabra despertó una idea en Sasaki. ¿Y si los dibujos de Yuki fueran trampantojos?”
De la mención de Escher, su nombre completo y que estudió en Haarlem, es lo primero que se cita en Wikipedia. La palabra “trampantojo” deriva del francés trompe-l’oeil, que significa “engañar al ojo”, y es lo primero que aparece destacado por la inteligencia artificial en la búsqueda por Google. ¿Y si la forma en que escribe Uketsu también es un engaño para la lectura?
A pocas páginas de esta cita se lee: “La señorita Isozaki era la encargada de la guardería, donde iban los bebés, de cero a dos años. Bastaba con que se ausentara unos segundos para poner en riesgo la vida de los pequeños.” ¿Una guardería de cero a dos años? ¿Bebés a punto de nacer? El inverosímil llama la atención, el enunciado remite a una lógica donde el personaje resulta objeto, un algo para la continuidad del relato.
¿Esto lo escribió una inteligencia artificial? Los dibujos como motor del relato, la noción de relleno que exhala tanto el tercio inicial como el final, ¿no son caminos abiertos por una IA generativa educada con textos de Doyle y Christie? De ser así, estamos ante una novela híbrida, mitad algoritmo, mitad humana.
Es más, las respuestas en reportajes de Uketsu van por ese sendero: “…terminan descubriendo el placer de experimentar el miedo a lo sobrenatural” (El Mundo, España), y “…quiero describir la fragilidad que atormenta a los verdugos. Tengo la sensación de que hay algo muy grande, algo incontrolable, que de repente hace que esta debilidad se convierta en violencia.” (Reportaje con Roberto Saviano, Corriere della Sera, Italia.) Y en este último cierra con una alarmante frase sintética: “Estoy estudiando una técnica expresiva que me permitirá ser accesible también en Audible.”
Pero existe otro motivo para que no sea best séller en la Argentina: la diferencia social. En la novela de Uketsu todos tienen trabajos estables, viven bien, tienen obligaciones y cumplen. El lector argentino, sin importar edad, vive en la incertidumbre, vinculado al dinero negro, que es informalidad, precariedad e inseguridad. Por esto nada es menos atrapante que un policial nipón.