8 mayo, 2023
El informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) encontró que el 14,7% de la población reportó un estado de salud deficitario: mencionaron tener bastantes problemas de salud o padecer enfermedades crónicas o graves. Esos números cambian mucho en cada nivel socioeconómico. Y también por género: el 17,8% de las mujeres indicó mayores deterioros en su salud que los varones: 11%. Las demoras en la consulta con especialistas y la calidad de la atención médica en el ojo de la tormenta. ¿Cómo intentar revertirlo?
Si en algo hay consenso entre todos los expertos en salud pública es que la pasada pandemia afectó fuertemente múltiples dimensiones de la salud. Y explican que fue mucho más que los casos de contagios y muertes por coronavirus o long covid. En realidad, golpeó a todos, aun los que atravesaron estos años sin enfermarse. Pero ¿cómo y cuánto afectó la salud de los argentinos? Un reciente estudio realizado por un equipo de profesionales de la Universidad Católica (UCA) le pone algunos números concretos a esa situación de deterioro durante 2022. Por ejemplo, uno de cada seis argentinos afirmó “tener bastantes problemas de salud o padecer alguna enfermedad crónica grave”. Y lo peor es que también está en crisis la prevención: el 40,6% de los consultados confesó que “durante 2022 no se realizó ninguna consulta anual con un médico”.
El informe se denomina «Estado de salud y acceso a la atención médica en la Argentina urbana en 2022» y fue realizado por investigadores del Observatorio de la Deuda Social Argentina, que encuestaron a las personas de 5.800 hogares. Solange Rodríguez Espínola, una de las autoras del trabajo, explicó en declaraciones a Perfil: “Entre los parámetros que más nos llamaron la atención se destaca el ‘efecto pandemia’ sobre los chequeos anuales con su médico de cabecera. Estos, lógicamente, cayeron”.
Así, del informe de la UCA (Ver https://uca.edu.ar/es/noticias/estado-de-salud-y-acceso-a-la-atencion-medica-en-la-argentina-urbana-1 ) se desprende que –en 2019– tres de cada diez adultos informaban no haber hecho una consulta anual con un profesional. Obviamente, esa cifra se disparó debido al aislamiento social de 2020 y con el covid como tema excluyente. Así, 2021 culminó con un enorme crecimiento en la falta de consultas periódicas, hasta llegar a una cifra imposible: setenta de cada cien personas no vieron a su médico de cabecera.
“Con el paso del tiempo, la situación mejoró”, dijo la experta. “Pero lo preocupante es que, en 2022, encontramos que el 40,6% de las personas no se hizo su chequeo. O sea, continuamos en un franco deterioro de salud y ni siquiera hemos regresado a los valores previos a la crisis sanitaria”, comentó Rodríguez Espínola, que realizó el trabajo junto con los investigadores María Agustina Paternó Manavella y Francisco Lafferriere.
Por otra parte, la profesional de la UCA recordó que las consecuencias de esta situación de desatención actual se harán notar más en unos años, cuando se registre un aumento de la incidencia de situaciones que podrían haber sido prevenidas o tratadas en forma prematura. Y aclaró que a esto no se llegó solamente por falta de conciencia de los ciudadanos, sino también porque el sistema de salud está colapsado y no logra dar una respuesta adecuada. Esto se ve, entre otras cosas, en las demoras para sacar turnos, situación en que la que se volvió al pasado, ya que dejó de ser por internet o celular y pasó a ser personal.
Por otra parte, la experta advirtió que las consecuencias de esta situación de desatención actual se hará notar en el futuro. Y destacó que quienes menos consultan al médico son las personas más jóvenes y más pobres. De hecho, en las clases menos favorecidas socioeconómicamente, la falta de consulta anual preventiva se dispara hasta el 70% de los pobres que afirma no haber hecho chequeos anuales. Y también se acentuó la brecha por edad.
Entre las razones que explican esta situación de falta de controles anuales se destaca la dificultad en el acceso a los profesionales de la salud. Uno de los valores que muestran esta tendencia preocupante es el dato de que un 20,2% de los encuestados refirió haber tenido que esperar un turno con un especialista al menos más de dos meses. Pero al cruzar dicho parámetro con el nivel socioeconómico, la situación se agrava: en el nivel medio-alto disminuye a uno de cada diez personas, pero en el nivel bajo la espera se triplica y tres de cada diez personas dijeron haber tenido que esperar al menos 60 días antes de poder consultar a un médico.
También se refleja la inequidad en la atención a la salud en el sistema privado y público: el 67,4% de los pobres recurrió a la atención pública. Y entre las personas clasificadas como “no pobres”, solo el 19,5% se atendió en un hospital o salita pública.
En este mismo rubro, también se observaron diferencias en la calidad de atención en la consulta médica según la cobertura en salud. Así, los afiliados del PAMI y quienes solo cuentan con cobertura pública, también afirmaron tener “mala calidad de atención y una espera de dos meses o más para la consulta”.
Para revertir algo de todo esto, la profesional de la UCA propone mejorar las campañas de prevención y concientización. A esto se le suma cortar la burocracia y facilitar al máximo el acceso a los profesionales. Y, finalmente, estimular la formación y la incorporación de recursos humanos al sistema de salud, desde enfermeros hasta médicos generalistas y especialistas.
Para el especialista en salud pública Ignacio Katz –director académico de la especialización en Gestión Estratégica en organizaciones de Salud en la Universidad Nacional del Centro–, en este tema el problema argentino es gravísimo y también de larga data: lleva cinco décadas de deterioro: “Hoy hacemos ‘como si’ tuviéramos un sistema de salud”, dijo. Para este experto, la única solución es una adecuada planificación integral, que intente revertir a este sistema atomizado. Eso implica comenzar por crear un observatorio nacional de salud capaz de hacer una radiografía y diagnóstico actual del sistema.
Desde los recursos médicos disponibles hasta las principales enfermedades del país. Adosarle luego un reordenamiento territorial en temas de salud por grado de complejidad. Todo eso debe funcionar con una aceitada articulación en red y, finalmente, lograr una nueva ley que organice la labor de los profesionales de la salud. Con eso y un plan de largo plazo que se mantenga y se respete, se podría desarrollar un nuevo sistema federal de salud. En estas políticas podría trabajar un renovado Cofesa, organismo que reúne a los ministros de salud de todas las Provincias.