14 junio, 2025
FALLECIERON 8 CHICOS ENTRE 10 Y 13 AÑOS Y UNA DOCENTE
Una jueza condenó a las provincias de Chubut y de Buenos Aires a pagar $4000 millones por la responsabilidad en el colapso de una pasarela en el Dique Florentino Ameghino (noroeste de Chubut), que provocó la muerte de ocho alumnos y una docente durante un viaje de egresados hace 22 años. En el fallo, que fue apelado ante la Cámara de Trelew, también se resolvió la indemnización de un grupo de 18 sobrevivientes de la escuela bonaerense de Merlo.
Con dos sentencias definitivas, la jueza civil de Rawson Amorina Úrsula Testino hizo lugar al reclamo de las familias de dos chicos que perdieron la vida y de los que lograron salvarse de la tragedia que conmocionó a esta provincia hace 22 años.
Desde hace más de dos décadas la Villa del Dique Ameghino no es la misma. Guarda un silencio profundo y el recuerdo de aquella tragedia impensada, con los peores protagonistas posibles para las crisis comunitarias: la pérdida de niños.
Los escolares habían llegado desde Merlo hasta Chubut en un humilde viaje de estudio de primaria de la Escuela Nº 39 de Libertad. Aquel 19 de setiembre de 2002, bajaron del colectivo maravillados por los verdes y ocres de los árboles y los atrapantes destellos del agua de la bucólica Villa del Dique Ameghino. Lo más tentador fue la peor de las trampas, subirse todos juntos para la foto, incluso con las docentes, al puente colgante que oficiaba de pasarela rápida desde el camping municipal al resto del pueblo. Una estructura inestable que no tardó en acusar la tensión del sobrepeso y latigó sus cables desde uno de los lados, desplomando sin piedad a todos los chicos a las profundidades de un río que tiene historia en tragarse vidas y alegrías.
Fue tal la desesperacoón que vecinos de la Villa se arrojaron a las aguas tratando de rescatar a los pequeños. Las consecuencias fueron 9 víctimas mortales y una angustia interminable para familiares y vecinos.
Según la jueza, además de las víctimas mortales, el grupo que sobrevivió a la caída al río Chubut también sufrió heridas y consecuencias psicológicas irreparables que aún perduran.
A la vera del río y cerca de donde pendía aquella estructura colgante, remplaza luego por una pasarela estable y firme, quedó el monumento en memoria de los chicos fallecidos. Hace 10 años fallecía Miguel Bernacchia, uno de los padres que todos los años organizaba desde Merlo conmemoraciones, viajes para los familiares y actos para recordar a sus hijos
La jueza Testino coincidió con el abogado Pablo Assín, que representa a las familias. Consideró probada la responsabilidad que tuvo la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense, que no garantizó la seguridad de los chicos que integraron aquel viaje de estudios de la Escuela EGB N°39 “Fragata Libertad”, de Villa Magdalena. Iban acompañados por docentes y por la directora.
El fallo de la jueza Testino favorece a las madres de Valeria Yamila Moreno y Walter Damián Caballero, ambos fallecidos. Su reclamo por daño material, moral, psicológico, patrimonial y costos de tratamiento –entre otros rubros indemnizatorios- se presentó ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación en noviembre de 2002, pero un complejo derrotero procesal trajo la causa a Chubut. En el camino, algunas familias lograron acuerdos de reparación. Ahora, la condena incluye a Provincia Seguros, que tenía contrato con el Estado bonaerense.
Además de Valeria y Walter, las víctimas fueron Gabriel Mendoza, Daiana Antivero, Tomás Acosta, Jonathan Larrosa, José Véliz, Esteban Bernacchia y la directora de la escuela, Graciela Antinucci.
Según quedó demostrado en el largo proceso de investigación, la pasarela del dique no soportaba mas de ocho personas. Pero ese día se subieron 53 para sacarse una foto. Nadie tomó las precauciones del caso ni tampoco había un cartel que alertara sobre esta situación para garantizar la integridad física de los chicos y docentes.
Quienes de los vecinos del Valle no atravesó alguna vez con un poco de temor con niños aquella histórica pasarela en el Dique Ameghino… Tendría el peor de los descenlaces
El fallo repasa que el dique es un sitio turístico habitual, con muchos visitantes de otras provincias que en este caso no conocían los peligros del río ni de aquella pasarela. “Esta situación de potencial riesgo fue debidamente advertida en su momento por quienes se ocuparon de colocar el cartel indicador del máximo de personas que podía transitar por la pasarela, de un lado y del otro”, sostuvo la jueza.
Según el escrito al que tuvo acceso diario Jornada, sostiene que el Estado chubutense incurrió en una “conducta omisiva”. Si bien el puente tenía un cartel de advertencia de capacidad máxima, lo había sacado el jefe comunal de ese entonces Carlos Geréz para repararlo. No fue reemplazado hasta después del episodio. La estructura no estaba rota, pero fue mal usada y no se registraba ningún otro dispositivo de seguridad.
“Evidentemente se entendió en su momento que la pasarela era una cosa que podía generar un riesgo, y que correspondía advertir sobre la capacidad máxima a fin de evitar un mal uso del objeto que pudiera ocasionar resultados no queridos”, agregó en el escrito.
“Si bien la pasarela se desplomó por el mal uso dado, la previsión del riesgo que implicaba que tamaña cantidad de personas se ubicaran en un punto de la misma a la vez puede aplicarse a los docentes, quienes debieron representarse el riesgo que implicaba”. En tal sentido, “justamente la cartelería se coloca a los fines disuasivos, por ejemplo de menores que puedan inadvertir los peligros”.
Según la jueza, de haber estado el cartel indicador se hubiese evitado el hecho, advirtiendo a los niños del peligro de una sobrecarga. Tras explicar que “es clara y evidente la responsabilidad de los docentes a cargo del grupo”, el fallo sumó que “la propia Provincia advirtió en su momento la necesidad de colocar un cartel que indicara la capacidad máxima de la pasarela”.
En el caso de dos de quienes perdieron la vida y ahora sus familias serán indemnizadas.
La expectativa por un viaje soñado los había empujado, durante todo este tiempo, a hacer un
gran esfuerzo. Hacía cinco años que estaban preparando la excursión, en un proyecto que fue
aprobado por el Consejo Escolar de ese partido del oeste del Conurbano bonaerense, según reportó el diario El Día tras la tragedia. Los alumnos de la escuela número 39 «Fragata Libertad» habían realizado un trabajo sobre los avistajes de las ballenas, y posteriormente se contactaron con el gobierno de la provincia de Chubut, (cuyo gobernador era por aquel entonces José Luis Lizurume (UCR)), invitándolos a conocer la provincia.
Era la primera vez que este grupo de estudiantes viajaba hacia Chubut. Fueron especialmente invitados por la gobernación de la provincia, según explicaron las autoridades del Distrito Escolar de Merlo. El gobierno nacional facilitó los micros que transportaron a los alumnos; el Consejo Escolar de la Provincia aportó los víveres y el gobierno chubutense dispuso los lugares de alojamiento.
En el viaje fueron los chicos de quinto y séptimo grado, de entre 10 y 13 años, acompañados por
varias personas mayores, a razón de una cada 10 alumnos, entre maestras, padres y personal de la
escuela.
Walter Damián tenía 11 años. Su madre, que se enteró mirando la TV, fue de inmediato a la Escuela y le informaron que su hijo estaba en la lista de desaparecidos. Viajó a Chubut con un grupo de madres y padres a reconocer el cuerpo de su hijo, uno de los primeros en aparecer. Tras el episodio iba todos los días al cementerio, pero le recomendaron no concurrir tan seguido. Tiene pesadillas con su hijo muerto. “Lo recuerda con nostalgia y siente orgullo al decir que era querido por todos”, dice la pericia psicológica.
Una multitud acompañó la última despedida a los chicos fallecido en Chubut
En cuanto a la madre de Valeria Yamila, se enteró del incidente por una vecina y fue a la escuela en búsqueda de información. Allí una docente le dio un tranquilizante. Su hija fue la última en aparecer. Viajó al sur con el grupo de padres y al día siguiente reconoció el cuerpo. Pasa la mayor parte del día cosiendo con su máquina y mientras llora dice: “Tengo que ocupar la mente”. Recuerda que su hija le dijo antes de viajar: “No te preocupes, nos cuida la seño”. La habitación y los objetos de Valeria quedaron tal como los dejó.
“Nadie puede imaginar siquiera el dolor que implica la muerte de un hijo o una hija –escribió la jueza Testino-. Nadie está preparado emocionalmente para esa situación y sigue a quien tiene esa pérdida por toda su vida ya que aunque logre sobreponerse siempre habrá una fecha, una canción, un olor, una estación del año, un cumpleaños sin festejos, que recuerde la misma”.
Sostuvo que “mensurar el dolor de estas mamás que accionan es entonces una tarea que aunque deba hacer siempre me llevará a preguntarme si estoy acertando, generando en mí más dudas que certezas desde que es obvio que ninguna suma puede compensar la pérdida sufrida”.
La magistrada ordenó devolver a las familias las fotos y boletines de calificación de sus hijos que habían aportado a la causa. “Es necesario que los papás y mamás que nos han facilitado con toda gentileza esos documentos únicos, permitiéndonos poner rostro a los niños y niñas, se reencuentren con tales valiosos testimonios de la vida de sus pequeños. Esta necesidad surge de la vivencia que toda madre tiene atesorando las fotos o los boletines de sus pequeños para -a través de ellos- conectarse con sus pequeños”.
Las provincias condenadas ya apelaron el fallo ante la Cámara Civil de Trelew.
*LN/DJ/ED/JCH