16 agosto, 2020
Ya se testearon cerca de un millón de personas desde que arrancó la pandemia. En el Mallbrán hay otros 200 mil kits disponibles, sin embargo el Gobierno nacional espera la llegada de un cargamento desde el exterior de entre 350 mil y 400 mil test de coronavirus que se adquirió de emergencia.
En el Instituto Malbrán hay 211.886 tests de disponibilidad inmediata. Mientras que tanto desde ese organismo estatal como de los laboratorios privados como Roche ya se distribuyeron 369.310 kits a las provincias, que se encargan de su propio «stockeo».
Desde que arrancó la pandemia, se testearon 949.170 personas. En el Gobierno destacan que eso equivale a un testeo de 20.917 personas por millón de habitantes. Pero entendidos afirman que esos números siguen estando lejos del nivel de los países desarrollados, como España que lleva realizados 98.753 test por millón o Alemania que expone 102.448 por millón.
Justamente desde el país germano llegarán la mayoría de los nuevos test que el Gobierno espera repartir a la brevedad. El Gobierno había anunciado tiempo atrás un desarrollo local conducido por el Conicet que entregaba el resultado en dos horas, pero por algún motivo esa iniciativa no logró suplir de manera consistente la demanda de las autoridades.
«Algunos los usamos nosotros y otros fueron enviados a las provincias», explicaron desde el Ministerio de Salud.
La semana pasada, el Ministerio de Salud amplió la definición de caso positivo de coronavirus a aquellas personas que vivan en zonas con transmisión comunitaria, tengan síntomas y sean convivientes de personas ya diagnosticadas, sin la necesidad de realizar hisopados, una manera de ahorrar un insumo crítico que se paga en dólares.
Luego de esa decisión, en el Gobierno creen que mejorará el rendimiento de los nuevos test para abarcar a una mayor cantidad de población y detectar asintomáticos.
Pasar de una posición defensiva a una activa
La cuarentena lleva 144 días y es la más larga del mundo. Fue exitosa en muchos sentidos: mantuvo el sistema médico sin saturar y le dio tiempo a ampliar su capacidad, contuvo el ritmo de los contagios y morigeró la mortalidad del virus al punto que hoy Argentina cuenta con menos de un cuarto de los muertos que tiene Chile por millón (106 vs 532) o Brasil (480).
No son logros para minimizar, pero la cuarentena no puede ser eterna y muestra signos de saturación relevantes: la economía va rumbo a perder el 12% de su PBI, la pobreza se disparó (con el consecuente deterioro para la salud de la población) y el costo psicológico de un encierro tan prologando es difícil de medir, pero evidente. Con un elemento que suma ansiedad: la ralentización de la curva estiro la llegada del famoso pico y ahora la Argentina vive con una curva ascendente de casos que parece no tener fin.
Desde el Gobierno consideran que se está testeando lo suficiente. Para ahorrar tests, optó por dar por hecho que un conviviente con un caso positivo es positivo ante el primer síntoma sin hacerle el debido PCR. De esta forma, se ahorran reactivos para otros casos sospechosos. Por el contrario, el programa DetectAr que se puso en marcha en las villas de la Ciudad de Buenos Aires y luego en otros barrios consiste en dejar de esperar que los casos lleguen al sistema de salud y salir a buscarlos activamente, incluso si esto se traduce en un aumento de los casos en las estadísticas, tal y como sucedió en la Ciudad a mediados de julio.
Así se armó la primera grieta entre testear más o testear mejor. En la tierra de las falsas dicotomías, testear más y a la vez mejor parece ser una opción que pasa desapercibida. Incluso si es la estrategia que predomina en los países que ya pasaron el pico y trabajan por evitar un segundo repunte.
De lo que casi no quedan dudas es que ‘al virus hay que salir a buscarlo’ testeando, para acotar contagios, mientras se logra la ansiada inmunidad de manada o se aplica masivamente la vacuna, al menor costo de vidas posibles en el tiempo que eso demande.