9 agosto, 2024
Un informe demográfico sobre la mujer argentina, incluyendo datos del último censo, destaca la acelerada disminución de la fecundidad y postergación de la maternidad. La tasa de natalidad ya ronda los 1.4 hijos. Problemas para la medicina reproductiva
Hace pocos días se celebró en el mundo el «Día Internacional de la Familia» y un equipo de la Universidad Austral aprovechó para presentar un informe social y demográfico sobre el lugar de la mujer, incluyendo datos actualizados del último censo.
Entre las conclusiones del informe destaca la acelerada disminución de la fecundidad y años de postergación para la maternidad. Esto marca que se acerca el momento de cambios significativos en la estructura de la población argentina y la llegada de nuevas problemáticas a considerar y planificar.
«Hay muchos cambios demográficos y estamos constatando varias tendencias que se aceleran en forma abrupta en los últimos años. A punto tal de que –en cierta medida– son hasta preocupantes si no se planifica para eso correctamente. Por ejemplo, es lo ocurre con el envejecimiento general de nuestra población» le dijo a PERFIL la doctora María Dolores Dimier De Vicente, investigadora y docente del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.
Uno de los puntos destaca el informe de la Universidad Austral es el de la edad promedio de las madres al dar a luz. Según el censo 2022, la población denota una marcada disminución de la fecundidad y, a la vez, una composición por sexo más feminizada y de edad más envejecida. «Vemos que va aumentando en los últimos años en comparación con décadas anteriores y, a la vez, cae la maternidad adolescente», resume De Vicente.
Según la experta, desde 2021, la tasa mayoritaria de nacimientos se produce en mujeres de 25 a 29 años y el segundo lugar lo ocupa la franja etaria de entre 30 y 34 años. También es posible observar un aumento en la maternidad de mujeres en el rango 35-39 y 40-44 años. En cambio, la maternidad en menores de 19 años va en claro descenso en los últimos 10 años.
Esto lo corroboran los datos que maneja el equipo de estadísticas del Registro Civil de la ciudad de Buenos Aires. Según la data que le proporcionaron en 2016 se anotaron 77334 nacimientos. En el 2023 la cifra cayó a 43086. Algo similar se ve a nivel nacional: entre 2014 y 2022, la cantidad de nacidos vivos cayó 36%. Y se agudiza en mujeres menores de 25 años, donde la caída ronda del 40% al 60%
Otro punto llamativo es la cantidad de hijos «promedio» que tiene una mujer. La experta de la Universidad Austral explicó que, «hoy en promedio la tasa de natalidad argentina ronda los 1.4 hijos. Son valores que calculábamos a los que se llegaría recién hacia el año 2040. Además hay disparidades internas. Por ejemplo CABA ya registra 1.2 hijos por madre.
Para De Vicente, estas tendencias indican la importancia de comenzar a planificar acciones para mejorar el bienestar en las próximas décadas. Por ejemplo, el envejecimiento poblacional que provoca, básicamente, la baja natalidad; indica la importancia de diseñar soluciones alternativas para los sistemas jubilatorios. «También hay que pensar la llamada «economía senior», relacionada con los cuidados, gastos, inversión, espacios laborales, entretenimiento y otros temas adecuados considerando el protagonismo de la tercera edad».
Otro aspecto demográfico que surge de los años de postergación de la maternidad es que es más difícil para la mujer concebir. Ocurre que, más allá de las tendencias sociales, el período de mayor fertilidad sigue siendo el de siempre: entre la segunda y la tercera década de vida.
«Tengo casi dos décadas de consultorio y lo que observamos en forma general es que la edad de búsqueda del primer hijo se ha ido postergando y ya se acerca, o supera, los 30 años», le detalló a PERFIL la doctora Romina Pesce, Jefa de Fertilidad en el Hospital Italiano de Buenos Aires y profesora de Ginecología en la pata universitaria de dicha institución. Pesce también aclaró que esta tendencia se replica en casi todos los países desarrollados y también en desarrollo, salvo en los de menores ingresos. «Y tras la pandemia esta situación se viene acentuando mucho más velozmente.»
Los factores que se ven en la práctica son claros: la mujer viene incorporándose al mercado laboral, tiene mejor desarrollo profesional, busca su independencia financiera y hay mayor facilidad de acceso a métodos anticonceptivos.
La profesional también llama la atención sobre otro punto: «cuando la mujer busca hijos más tarde en la vida, pasan dos cosas: tienen menos hijos, pero también es más difícil para ellas quedar embarazadas».
Por eso está creciendo mucho la demanda por la medicina reproductiva. Y en ese sentido Pesce advierte: «nuestra especialidad avanzó mucho, pero no puede hacer milagros. Y hay como un mito de que puede ayudar a ser madre a cualquier edad con un tratamiento. Pero eso no es así: no siempre se logra superar la problemática ligada con la infertilidad por edad avanzada».
Por eso el consejo de los especialistas es dejar abierta la posibilidad de una eventual maternidad tardía lo antes posible, incluso pensando en alternativas como la preservación de óvulos y espermatozoides ya desde antes de cumplir los 30 años.
Según De Vicente, otro fenómeno que reflejó este estudio es el de la violencia de género. «La gran mayoría de las víctimas de violencia son mujeres. Y eso se ve en varios trabajos, como los que hace la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema. También es llamativo que vemos un aumento de la violencia en edades promedio más elevadas. Esto es algo relativamente nuevo, porque hasta hace algunos lustros, las mujeres mayores de 60 años (tal vez por un tema cultural) no acostumbraban a denunciar estas situaciones.
Y lo cierto es que, en los registros se ve un aumento en la cantidad de denuncias de este grupo etario. Y la mayoría de las veces esa violencia se ejerce en un contexto familiar». En el 90% de los casos, víctima y victimario de violencia doméstica están unidos por un lazo cercano: por ejemplo, cinco de cada 10 denuncias –por parte de personas mayores– involucra a un vínculo filial.
En el marco de la caída en las tasas de natalidad, una ONG encontró lo que considera “una oportunidad”. Según el trabajo que encargó el “Observatorio de Argentinos por la Educación”, la caída del 36% en la natalidad podría ser una “oportunidad demográfica” para poder mejorar la calidad educativa. Es que la disminución de nacimientos está impactando en la matrícula escolar. Y, en los próximos años, al sistema educativo ingresarán hasta un 31% menos de estudiantes
“Esta tendencia”, afirman, “puede representar una oportunidad para fortalecer los aprendizajes de aplicarse las políticas adecuadas”.
Entre las múltiples políticas a aplicar, este informe considera tres escenarios para aprovechar la oportunidad y mejorar la calidad educativa. El primero es mantener la cantidad de secciones (aulas), y reducir la cantidad de alumnos por aula, para favorecer la personalización de la enseñanza. El segundo es mantener la cantidad de alumnos por aula y aumentar la cantidad de docentes que ejerzan un rol de tutores. El tercero es mantener la cantidad de alumnos por aula y capacitar en forma rotativa a los docentes mientras no están al frente de una clase.