1 diciembre, 2024
La Cámpora y la Carlos Menem. La Fundación FARO y el nuevo brazo armado de la LLA, «Las fuerzas del cielo”..Nos queda más cómodo el conflicto que la paz
Por Sergio Marcelo Mammarelli*
Dirigentes de La Libertad Avanza (LLA) lanzaron en el Hotel Presidente de la Ciudad de Buenos Aires la agrupación «La Carlos Menem», un nuevo espacio que integra el ecosistema del oficialismo y que busca reivindicar la figura del ex presidente argentino. En la oportunidad, el secretario general de la agrupación, Enzo Di Fabio, explicó la brillante idea sobre la base que «el legado de Carlos Menem sigue siendo un ejemplo de modernización y una inspiración para salir de la decadencia. Nos inspira a trabajar por una Argentina más libre, ordenada, y unida, reafirmando los valores occidentales».
Recordemos que ya, en el 2006, fue fundada La Cámpora como una organización política, que apoyó desde sus inicios las gestiones de gobierno de Néstor y Cristina, expresidentes de la República. En aquel momento su nombre fue un homenaje al expresidente argentino Héctor J. Cámpora, quien aceptó presentarse como candidato en las elecciones de marzo de 1973, en cuya campaña el lema principal fue «Cámpora al gobierno, Perón al poder». Hoy perdura como agrupación política, con referentes de la magnitud de Máximo Kirchner y otros caciques del conurbano bonaerense, disputando en la actualidad nada más y nada menos que la renovación del Peronismo.
Siguiendo este combo intelectual y político, “La Fundación Faro”, presidida por Agustín Laje, fue lanzada en el Yacht Club de Puerto Madero y contó con la presencia del Presidente Javier Milei, su hermana Karina Milei y aproximadamente 400 invitados, entre ellos destacados empresarios, influencers y políticos. El lanzamiento tuvo como objetivo principal presentar la Fundación Faro, que se propone como una usina de ideas y formación orientada a promover el liberalismo económico y los valores históricos argentinos. «Nos proponemos formar cuadros políticos, referentes culturales y líderes económicos que se comprometan con la misión de hacer grande a la Argentina de nuevo«, comentó Laje y por su parte, el Presidente Javier Milei, principal orador de la noche, reafirmó su compromiso con las ideas libertarias y la promoción de políticas orientadas al libre mercado. La Fundación Faro se presenta como una plataforma destinada a formar futuros líderes políticos, referentes culturales y empresarios, con el objetivo de promover el desarrollo económico y social del país.
La usina de ideas libertarias concluye con el influencer libertario y conductor del canal de streaming oficialista «Carajo», apodado el Gordo Dan, que presentó en San Miguel la agrupación «Las Fuerzas del Cielo» a la que calificó como el «brazo armado de la Libertad Avanza«. Daniel Parisini, conocido en redes sociales como «Gordo Dan” aseguró que serán la “guardia pretoriana del Presidente Javier Milei” y señaló que “Somos tus soldados más leales, los que estuvieron desde un principio y vamos a estar hasta el final”.
Que interesante, que el profundo cambio que reclamaron el 56% de los argentinos, transite por estas cuatro agrupaciones, en virtud del claro declive y relevancia de la Fundación PENSAR del Pro.
Siguiendo las enseñanzas de Tato Bores, seguramente en algún futuro dirán: la Argentina, un país simpático, con gente buena, amantes del futbol y de un futuro promisorio. Sin embargo, hoy se han extinguido .
Basta con imaginar que, si Milei triunfa en las elecciones legislativas del año 2025, la “Carlos Menem”, reemplazará a “La Cámpora” como centro adoctrinador y político de la nueva Argentina junto con la “batalla cultural” que propone la “Fundación Faro”, custodiada militarmente por “Las fuerzas del cielo”. Me están jodiendo, ¿no?
Una nueva refundación de la Argentina de mano de estos personajes e ideas. ¿Acaso no nos alcanzaba con La Cámpora y el Instituto Patria, para repetir un nuevo delirio?
La sociedad argentina que eligió a Milei, nada tiene que ver con las experiencias liberales del pasado. Del mismo modo, tal como lo resalta Giuliano da Empoli en “Los ingenieros del caos” existe hoy un nuevo modelo de liderazgo del movimiento populista global.
La rabia acumulada de la sociedad argentina está en su más alto nivel esperando un líder que la canalice. Tal vez ésta sea la mayor diferencia a la hora de contrastar las experiencias liberales del pasado.
Históricamente, ese sentimiento irreprimible existió a través de todas las sociedades y en
todas las épocas: muchísimas personas creen que están siendo perjudicadas, excluidas, discriminadas o a duras penas escuchadas. Ese descontento en un primer momento fue canalizado por la Iglesia durante siglos, luego fue objeto de los partidos de izquierda que tomaron el relevo a finales del siglo XIX. Hoy no hay nadie que oriente la cólera que la población acumula. Ni la religión católica ni la izquierda. Sin
embargo, comenzaron a aparecen nuevos populismos, los cuales, desde Estados Unidos hasta Italia, pasando por Austria y Escandinavia, dominan cada vez más la escena política en sus respectivos países. Y acá se llama “experimento Milei”.
Donald Trump se consagró en la madrugada del miércoles 6 de noviembre como ganador en las elecciones en Estados Unidos. El próximo presidente número 47, para suceder a Joe Biden. Tras anunciarse su victoria Trump se proclamó ganador de las elecciones y subió al escenario de su búnker y allí pronunció un discurso centrado en el agradecimiento y también en la importancia de haber obtenido la mayoría en el Senado,
con 51 escaños. «Quiero agradecerles a ustedes y a mis amigos aquí presentes«, afirmó Donald Trump. «Esto es un movimiento como nunca se ha visto, el movimiento político más grande de este país». No voy a descansar. Esta será la era dorada de Estados Unidos«. El parecido con la predica libertaria de Milei es formidable, cosa que se confirmó en la cena en Mar -a- Lago (Palm Beach, Florida), el famoso y lujoso club privado del recientemente electo mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, donde todo fue euforia.
Difícilmente alguien sostenga que Donald Trump y Javier Milei tienen la misma concepción del Estado, del mercado y/o del individuo. Por ende, no son las ideas lo que agrupa a estos nuevos líderes sino los instrumentos que utilizan para llegar al poder y reproducirse en él.
Donald Trump sostiene que la globalización es perniciosa y los aranceles son una herramienta crucial para defender al norteamericano de la amenaza extranjera. Mientras que Javier Milei no considera que lo extranjero sea una potencial amenaza. En otras palabras, el proteccionismo de Trump no es compatible con el liberalismo económico de Milei.
Pero ambos usan las mismas herramientas, los mismos instrumentos, y eso genera una interesante similitud. Dicho de otro modo, podemos crear tipologías basadas en la técnica y no en la ideología. El vehículo no son las ideas sino las emociones.
La pregunta, dicho esto, es otra: ¿se pueden institucionalizar esos actos y esas emociones? ¿Qué tanto importan las instituciones en la actualidad? ¿Qué lugar ocupa la política en este descalabro?
Quizá es el mesianismo el verdadero motor de su enorme fuerza de voluntad y lo que más curiosidad despierta: Dios al poder o el hecho de creerse encomendado por Dios para exterminar al Maligno de la Tierra. Los parecidos asustan. Todos son parte de un empoderamiento místico que forma parte de una corriente mundial de políticos que se auto perciben como encarnaciones de una misión divina.
No está claro si el misticismo de Trump es genuino como el de Milei, pero sí representa bien a los sectores más nacionalistas y religiosos. Otro amigo de Milei, Jair Bolsonaro, también se inscribe en ese tipo de relato profundamente místico. Tras sobrevivir a un atentado en 2018, explicó: “Yo tengo una misión de Dios, es un milagro estar vivo y otro milagro es haber ganado las elecciones. Dios me ha ayudado mucho en la elección de mis ministros”.
Algo comienza a manifestarse del otro lado igualmente. Tras conocerse la confirmación de su condena, la expresidenta pareció profundizar su camino místico: “Tenemos que volver a los comandos celestiales, a la convicción absoluta de que Dios y la Virgen y el pueblo van a permitir que podamos reconstruir un entramado social y político que finalmente pueda hacer retornar al país a sus mejores épocas”.
Curiosa batalla entre las “fuerzas del cielo” de Milei, los “comandos celestiales” de Cristina. ¡Tiempos difíciles se avecinan mi querido Harry …! ¿Nuestra misión como argentinos será nutrir ambos ejércitos? Que ingenuidad la mía, que solo pensaba que, en las elecciones pasadas había ejercido solamente mi derecho al voto democrático. Por las dudas aviso como buen italiano, que “soldado que huye sirve para otra guerra”.
Al igual que en el resto del mundo, Milei no predica una idea económica y de desarrollo, sino que coincide como el resto de estos dirigentes, en emplazar el castigo a las elites políticas tradicionales, sean derecha e izquierda. En nuestro caso, desde el Pro hasta el Peronismo. Todos están acusados de traicionar el mandato popular y cultivar los intereses de una minoría atrincherada en lugar de atender los de la “mayoría silenciosa”: LA CASTA. Sin embargo, en todo esto hay algo de real: La ira pública, que lejos de una ilusión tiene causas reales y una impaciencia legítima que nos impide seguir esperando.
En este contexto, aparece el diabólico poder de atracción de las redes sociales que se basa en este elemento esencial. Cada “me gusta” es una expresión de todo esto. Esto transforma literalmente las relaciones que las personas establecen, entre sí y con la sociedad en su conjunto. De este modo, la nueva política ingresa con su mensaje halagador. Entiende al indignado, conoce su ira y la justifica: no es culpa suya, es de los demás.
De esta manera, las empresas que manejan redes sociales no planifican ni organizan ninguno de estos modelos de uso de la política. Todos los estudios muestran que las redes sociales tienden a exacerbar conflictos, al radicalizar los discursos hasta puntos que, en algunos casos, derivan en un verdadero factor de violencia.
De esto trata el ensayo de Giuliano da Empoli: Los ingenieros del caos comprendieron antes que otros que la rabia constituía una fuente colosal de energía, y que podía explotarse para lograr cualquier objetivo, siempre y cuando se entendieran los mecanismos y se dominara la tecnología. Una maquinaria temible que se alimenta de rabia y tiene como único principio el compromiso con sus simpatizantes. Lo importante es alimentar la rabia con contenidos “calientes” que susciten emociones. Poco
importa que sean positivos o negativos, progresistas o reaccionarios, verdaderos o falsos. Los conceptos que agradan son desarrollados y recuperados, y se transforman en campañas virales e iniciativas políticas.
El resto de la política desaparece, con argumentos aburridos, racionales, que no merecen la atención generada en la red, cuya atención es la ira.
Para decirlo en términos más simples. Se crece con el conflicto y a partir de él. Así, se las ingenia Trump, para involucrar a aquellos que lo apoyan. Ese fue el secreto de Salvini en Italia. Así fue la campaña del partido de extrema derecha AFD en Alemania. Algo similar, ocurrió en Brasil, con los comunicadores a cargo de la campaña del candidato ultranacionalista Jair Bolsonaro. Aquí lo importante son las características del contenido en que se basa la propaganda populista. La indignación, el miedo, los prejuicios, el insulto, la polémica racista o sexista se propagan en la web y generan mucha más atención y compromiso que los debates soporíferos de la vieja política.
Es la primera vez en mucho tiempo, que la vulgaridad y los insultos personales han dejado de ser tabú. Los prejuicios, el racismo y el sexismo
salen a la luz en pleno día. Las patrañas y las teorías conspirativas se convierten en una clave para interpretar la realidad.
“Déjenme ser el abanderado de vuestra ira”, es la idea central de nuestro presidente Milei.
Mientras tanto, la realidad, implacable y brutal, sigue su curso. La inflación carcome los ingresos, el desempleo aumenta, y los jubilados —figuras que deberían encarnar el reposo merecido tras una vida de esfuerzo— apenas sobreviven. Muchos se ven obligados a saltar comidas o abandonar las prepagas que ya no pueden costear. La dignidad se diluye con cada privación, y la esperanza se convierte en un lujo reservado para quienes aún no han caído en la desesperación.
Los ingenieros del caos (2019), del politólogo italiano Giuliano da Empoli, examina cómo ciertos asesores y estrategas políticos manipulan la información y las emociones para sembrar caos y confusión, logrando así influir en el comportamiento de la sociedad y el rumbo político. Da Empoli argumenta que estas figuras, a quienes llama “ingenieros del caos”, aprovechan el descontento, la polarización y el poder de las redes sociales para erosionar las estructuras democráticas tradicionales y movilizar a las masas de manera emocional y polarizada. Las ideas principales son:
La influencia de las redes sociales.
Líderes populistas, cuyos asesores adoptan tácticas caóticas para desafiar las normas políticas y explotar la incertidumbre, aprovechando el hartazgo y la falta de confianza de los ciudadanos en las instituciones.
Erosión de la democracia en la manipulación constante del caos que puede debilitar el sistema y favorecer un clima donde se normalizan las desinformaciones, minando la confianza en los procesos democráticos.
Solo me pregunto a esta altura, cuál será el umbral de tolerancia de estas tácticas en la política contemporánea, mostrando cómo la manipulación emocional y el uso de la desinformación pueden alterar el panorama político, polarizar a las sociedades y debilitar los fundamentos democráticos.
Visto así, el experimento Milei es menos inédito de lo que se cree, es el nuevo
Kirchnerismo libertario. Se cree el nuevo rey de una nueva fe, que se convierte en otro “movimiento nacional” fundado en otra “fe de la patria”, con nuevos próceres y mecanismos plebiscitarios a través de las redes sociales. Dicho de otro modo, más de lo mismo.
Todo muy loco, muy bizarro y preocupante. Por ahora, solo veo, Milei para rato, con una oposición totalmente desarticulada, con “La Carlos Menem” reemplazando a “La Cámpora” iluminada por la “Fundación Faro” y custodiada por “Las fuerzas del cielo”, como el nuevo semillero político de nuestros salvadores. Una nueva historia repetida y fundacional de la Argentina que sabemos siempre cómo termina.