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26 mayo, 2021

Sidarta Ribeiro: «El malestar del siglo XXI tiene mucho que ver con el insomnio»

En «El oráculo de la noche», Ribeiro se sumerge en los sueños de las culturas antiguas, analiza situaciones donde los sueños desbloquean conductas que impiden alcanzar determinados logros, y da cuenta de la experiencia creativa de artistas como Salvador Dalí, Beethoven y Paul McCartney quienes crearon a partir de imágenes y melodías que aparecieron en sus sueños.

Por Claudia Lorenzón

Los sueños que a diario visitan nuestro inconsciente son explorados por el neurólogo brasileño Sidarta Ribeiro, quien en su libro «El oráculo de la noche» aborda el tema desde el punto de vista biomédico, histórico, psicológico y artístico, y hace foco en los miedos, deseos y capacidades que oculta nuestra mente, que hasta puede llegar a tener poderes predictivos.

Ribeiro se sumerge en los sueños de las culturas antiguas, analiza situaciones donde los sueños desbloquean conductas que impiden alcanzar determinados logros, y da cuenta de la experiencia creativa de artistas como Salvador Dalí, Beethoven y Paul McCartney quienes crearon a partir de imágenes y melodías que aparecieron en sus sueños.

En diálogo con Télam el neurocientífico, cuyo libro fue editado por Debate, aconseja recordar los sueños y sostiene que si los multimillonarios «tuviesen un súbito aumento de la introspección, quizás ya estaríamos todos vacunados contra la Covid-19».

 

P: Al iniciar el libro, aconsejás que al despertarnos anotemos lo que hemos soñado. ¿Por qué es importante recordar los sueños?

– Sidarta Ribeiro: Los sueños son expresión de nuestra vida y sus innumerables posibilidades. Prestarle atención al sueño, narrarlo al despertar o después, trabajarlo de varias maneras como, por ejemplo dibujarlo, cantarlo o actuarlo es una oportunidad de comprender los problemas que uno enfrenta y de simular posibles soluciones. Además, soñar puede ser una aventura increíble, un reencuentro con el placer de vivir, una vivencia bella y poética. Pero para que el sueño llegue a ser todo esto, hay que prestarle mucha atención.

¿En qué medida la sociedad actual -tan invadida de imágenes y contactos virtuales por las redes- tan pendiente del «afuera» puede llevar adelante ese ejercicio diario de la introspección?

– S.R: La invasión de imágenes en pantallas llevó a un empobrecimiento de la imaginación, una disminución de la capacidad de soñar posibilidades y ponderar alternativas. El malestar de la civilización en este comienzo de siglo XXI tiene mucho que ver con el insomnio del mundo, con el olvido del arte de soñar, el abandono del hábito de compartir sueños y la dificultad de tener sueños colectivos. Todo esto nos ayudaría mucho a superar el impase actual, en el que contrasta la altísima tecnología en desarrollo acelerado con la pésima distribución de recursos materiales y derechos. Si los 2.095 multimillonarios del mundo tuviesen un súbito aumento de la introspección, quizás ya estaríamos todos vacunados contra la Covid-19. Pero probablemente la mayoría de estos multimillonarios, así como casi todo el mundo que está expuesto a pantallas y redes sociales, están cada vez más adictos a los estímulos virtuales y cada vez más alejados del mundo real donde gente de verdad sufre y muere.

 

El retorno hacia adentro, con aumento de la atención hacia procesos internos -sea del ámbito respiratorio, digestivo, autobiográfico, emocional o existencial- necesita tiempo de calidad bajo ausencia de estimulación externa. El bombardeo de estímulos en pantalla nos deshumaniza, afirma el neurólogo Sidarta Ribeiro.

 

En la actualidad, los problemas de estrés y las dificultades para dormir llevan a muchas personas a consumir psicofármacos e inductores al sueño. ¿Cómo influye esa situación en la posibilidad de soñar?

– S.R: El consumo de sustancias antes de dormir, sean pastillas para inducir simulacros de sueño, pastillas antidepresivas, alcohol, tabaco o marihuana, afectan negativamente el sueño, sobre todo el sueño REM que es la fase durante la cual tenemos los sueños más vividos.

 

En el libro, exponés las diferencias del soñar entre personas que tienen un buen pasar económico y personas de escasos recursos. ¿En qué radica fundamentalmente esa diferencia y qué consecuencias conlleva en relación a los sueños?

– S.R: Hay recortes claros de clase en la capacidad de dormir y soñar. Los más pobres suelen tener sueño en cantidad y calidad insuficiente, no muy profundo y fragmentado, por varias razones que se suman en un cuadro preocupante. Típicamente los más pobres viven lejos del trabajo y necesitan hacer grandes desplazamientos para acceder a su local de empleo, habitan viviendas hacinadas de tamaño insuficiente para sus familias, experimentan hambre, frío, calor, humedad y sonidos desagradables cuando intentan dormir. Además, los más pobres típicamente tienen que convivir con el estrés crónico generado por el conflicto social, el miedo y la violencia común en sus barrios. En contraste, la clase media y los ricos tienen amplia oportunidad de tener sueño de buena calidad, bien protegido de estímulos interferentes y cualquier peligro externo. Aún así, por no comprender el valor de los sueños, muchas veces pierden la chance de obtener todos sus beneficios.

 

 La obra también aborda la experiencia de personas que se ven impedidas de lograr ciertas conductas, y que luego de un sueño, en el que cristalizan imágenes de aquello que no pueden hacer -como andar en bicicleta- lo logran. ¿En qué medida la psicología y la psiquiatría aprovechan las posibilidades que da este conocimiento en la resolución de problemas?

– S.R: La parte de la psicología a que podemos llamar psicología de profundidad -es decir, el psicoanálisis de Freud y la psicología analítica de Jung- aprovechan bastante la oportunidad del fenómeno onírico para diagnosticar y tratar el sufrimiento psíquico. Otras vertientes de la psicología, más orientadas a la conducta exterior que al mundo interior, ignoran casi completamente la importancia del sueño. Lo mismo se puede decir de la psiquiatría convencional, fuertemente dependiente de fármacos y con poca escucha del paciente. Sin embargo, en la última década, surgieron evidencias científicas cuantitativas de que los relatos de sueños son especialmente informativos sobre el estado psiquiátrico de pacientes psicóticos. Asimismo, vertientes psicoterapéuticas de orientación somática, transcendental, psicodélica o chamánica le dan al sueño un lugar central en el proceso de diagnóstico, tratamiento y cura.

 

¿En qué medida sustancias como la ayahuasca, ciertos hongos o plantas alucinógenas permiten tener experiencias reveladoras como ciertos sueños o ayudan a la resolución de conflictos psicológicos?

– S.R: Estas sustancias psicodélicas clásicas, todas semejantes químicamente al neurotransmisor serotonina, producen estados alterados de consciencia que tienen cierta similitud con el estado de sueño, activando memorias en distintas regiones cerebrales. Así como el sueño, estas sustancias inducen procesos neurobiológicos que aumentan la plasticidad sináptica y neuronal, es decir, aumentan la capacidad que tiene el cerebro de cambiar las conexiones entre neuronas. Por esta razón, las poderosas experiencias perceptuales y emocionales inducidas por psicodélicos pueden llevar a cambios de largo plazo, con destacado efecto antidepresivo y sanador de traumas.

 

La relación entre los sueños reiterados y el futuro aparece en muchas tramos de la obra, como por ejemplo en los sueños y el destino de los grandes imperios. Si tuvieras que dar un ejemplo de la incidencia de los sueños premonitorios en el destino de ciertas naciones ¿a cuál te referirías?

– S.R: Hay varios ejemplos en mi libro, como los sueños premonitorios de Julio César y su esposa Calpurnia en la noche anterior a su asesinato, un evento que cambió drásticamente el destino de Roma. Un sueño latinoamericano que me impresiona mucho por su clarividencia política es el siguiente: En vísperas del brutal golpe militar que derrocó al presidente chileno Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, el líder mapuche Martín Painemal tuvo un sueño premonitorio: «Me soñé, vi esa vez millones de pájaros que estaban en guerra. Se hacían pedazos entre sí. Era incontenible, millares y millares de pájaros se destrozaban como en una guerra. Se hacían pedazos los pájaros y era para derrocar a Allende. Lo soñé antes de que sucediera, quedé pensando y resultó que era un aviso». Alertado del desastre inminente, Painemal tomó varias precauciones para escapar de la persecución de las fuerzas golpistas. Se escondió y sobrevivió»

 

*AT