2 junio, 2024
Puede jugar bien, puede jugar mal, pero en el Monumental el resultado siempre es el mismo: gana River. En la noche del domingo la víctima fue Tigre, un pobrísimo Tigre que seguramente haya hecho su mejor partido de la temporada: no le alcanzó. Le alcanzó a River, de hecho, con una ráfaga de seis minutos y con una ráfaga de Borja para resolver un trámite adverso, en el que se vio superado como pocas veces en Núñez por un rival que si no terminó el PT ganando por dos o tres goles fue por una falta de jerarquía para la puntada final que explica también por qué está en el fondo del mar y es el peor de los 28 participantes de la Primera.
https://youtu.be/WVLZFuFgSd4
Lo que queda en evidencia de la victoria a Tigre -misma conclusión del 2-0 del jueves a Deportivo Táchira, un equipo que terminó noveno entre 14 clubes en el torneo venezolano- es que el CARP no puede confiarse con este final de un semestre de claroscuros ni con números que pueden confundir. Pueden confundir así como se confundió Demichelis tomando como referencia el triunfo a un rival que a escala argentina podría perfectamente jugar en una tercera o cuarta división para repetir la base de un 11 desequilibrado este domingo con un adversario débil pero aún así decenas de veces más serio que Táchira.
Cuesta, a esta altura del asunto, entender la insistencia del entrenador por utilizar un modelo que no le dio resultados nunca, con Colidio y Solari por las bandas. Sobre todo cuesta entenderlo cuando en un momento determinado del semestre, en el 2-0 a Nacional, parece haber aceptado (como ya había pasado el año pasado) que aunque fuera en la teoría su favorito este dibujo no funcionaba con los jugadores que tiene. Como ocurrió en otros partidos del año, los cambios le dieron resultado al técnico: la salida de un Colidio que sufre jugar donde jugó por Barco para volver a una táctica más segura fue decisiva. En todo caso, lo preocupante es que otra vez fueron variantes de corrección de planteos iniciales.
Así fue como River en el primer tiempo jugó partido, como una especie de reloj de arena en cuyo centro Kranevitter (luego Aliendro) y Fonseca estaban llamados a ser bomberos (en el día del bombero) que no lograron apagar los focos de incendio que se les aparecieron por todos lados. El Tigre de Sebastián Domínguez le hizo mucho más daño del aceptable con Galván, Maroni y Armoa a las espaldas del doble cinco.
Es un llamado de atención para los partidos importantes que se le vienen a River, que no son necesariamente partidos de fútbol. Uno es un mercado de pases que tendrá que ser demasiado preciso en nombres y también en tiempo para encarar el segundo semestre con refuerzos que le den liderazgo, jerarquía y mentalidad fuerte a un equipo que no da garantías. El otro se juega este lunes y es el sorteo de los playoffs de la Copa Libertadores para un River que aún con la ventaja de definir las series en un Monumental inexpugnable ha sufrido cada vez que enfrentó a rivales de cierta complejidad.
Así como no cuesta imaginar que ninguno de los ocho segundos de la CL querrá definir un mano a mano en un estadio que mete miedo, el propio River no da seguridad para un mata-mata contra un pesado. El Monumental es una certeza como lo es un Borja que tiene la sangre más caliente que ningún otro jugador del CARP y sigue batiendo récords a fuerza de goles. La gran pregunta es si con eso alcanza, y River, así como está y aún ganando como lo hizo ante Tigre, parece dar indicios para responder…