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5 abril, 2025

Sergio Mammarelli| La pregunta que más les importa a los argentinos: ¿cuánto vale el dólar?

Hay una regla tácita en la política económica argentina: ministro de economía que devalúa, ministro que se va.

Por Serrgio Mammarelli*

A esta máxima se le agrega un dato de este año que nadie puede soslayar. Milei necesita ganar las elecciones y para ello debe llegar a octubre sin sorpresas económicas. Este objetivo, necesariamente, lo obliga a mantener posiblemente lo único que le pidió su electorado: desinflación. Y así lo demuestran las encuestas hasta ahora. Con una intención de voto cercana al 35% a nivel país, seguido de un 20% del Peronismo y más lejos de un 10% del Pro, Milei estaría ganando las elecciones legislativas en 20 de las 24 provincias, con exclusión de las dos Buenos Aires (ciudad y provincia).

Hay una famosa frase que se le atribuye a Arturo Jauretche: los sectores populares “votan contra sus propios intereses”. En realidad, Jauretche, pensador y escritor nacionalista, sostenía que muchas veces los sectores populares eran influenciados por la cultura dominante y terminaban apoyando políticas que los perjudicaban, a partir de una “colonización pedagógica”, construida por la educación, los medios de comunicación y la cultura, que moldean el pensamiento de las personas para que defiendan ideas que en realidad benefician a otros grupos. Según él, esto llevaba a que trabajadores y sectores medios apoyaran políticas que favorecían a las élites o al capital extranjero, en vez de a ellos mismos.

En nuestro caso, este concepto sigue siendo parte del debate político actual, donde muchos lo usan para explicar por qué ciertos sectores populares apoyan a gobiernos que aplican políticas de ajuste, como ocurre y ocurrió con el apoyo del gobierno de Milei.

Para entender mejor, sería como si los habitantes del bosque, en lugar de apoyar a Robin Hood, votaran a favor del Sheriff de Nottingham, quien los oprime con impuestos y les quita sus recursos.

Ahora bien, esto fue así realmente, a través del respaldo a Milei de sectores populares en vez de seguir apoyando al Peronismo, ¿que representaría a Robin Hood?

Si realizáramos una pequeña estadística de cuánto ganaron en dólares las 100 personas más ricas de la Argentina entre 2020 y 2024, nos encontramos con qué su patrimonio creció de 20 mil millones de dólares a 40 mil millones, mientras que los sectores asalariados perdieron el 8% de sus salarios medidos en dólares.

Esta simple comprobación solo admite una sola conclusión: en realidad Robin Hood fue un estafador. Se quedó con las joyas que le robaba a la corona y a nosotros nos dio papelitos de colores utilizando una maquinita para imprimirlos.

Este ejemplo, que explica por qué los sectores populares apoyaron a Milei frente al estafador Robin Hood, hoy tampoco ha cambiado tanto como veremos más adelante.

Ahora Robin Hood inventó otro mecanismo para engañarnos: cepo cambiario a partir ya no de una imposición legal sino de una enorme zanahoria delante nuestro: el carry trade, que simplemente es una estrategia financiera utilizada en los mercados de divisas y bonos y que no es otra cosa que una operación en la que un inversor toma deuda en una moneda con tasa de interés baja y la invierte en otra con tasa más alta para aprovechar la diferencia de rendimiento.

Argentina ha sido históricamente un destino atractivo para el carry trade debido a sus altas tasas de interés en pesos. Muchos inversores extranjeros y casi todos los nacionales que pueden hacerlo, han hecho esta operación, pero con el riesgo de una fuerte devaluación del peso que pueda hacerles perder más de lo ganado en intereses. Dicho de otro modo, si bien todos estamos utilizando la misma timba o herramienta financiera, ¿la pregunta es cuánto durará?

Es precisamente por esta razón, que la pregunta más importante de todos los argentinos es cuánto vale o debe valer el dólar. Precisamente por ello, en Argentina, la pregunta sobre el valor del dólar es crucial porque la economía está altamente dolarizada en muchos aspectos, aunque el peso sea la moneda oficial. Las razones de esto son complejas, pero en síntesis se deben a varios factores históricos, estructurales y culturales, provocados por una inflación crónica, una falta de confianza en el peso, un abuso de controles de cambios y brechas cambiarias y su correlato con la dolarización de bienes y servicios y la dependencia del dólar para el comercio exterior. Dicho en términos más simples. En Argentina el valor del dólar no solo afecta a quienes compran o venden divisas, sino que influye en los precios, salarios, inversiones y hasta en el ánimo de la gente. El dólar, así, se convierte en el termómetro electoral más rápido con que cuenta cualquier gobierno en nuestro país.

El tema tiene una vigencia superlativa en la negociación de la Argentina con el FMI. La receta del FMI es indigerible para el plan político de Milei. Hubo muchas discusiones, pero básicamente Washington quiere que Caputo abandone el crawling y entre en una “flotación cambiaria”. La noticia evidentemente trasciende al mercado, que no sabe cómo pararse y cómo defenderse. Y ese mercado, no son ya los grandes jugadores, sino que se compone de cualquiera de nosotros que no sabe si comprar dólares o jugar al peso en un plazo fijo.

Difícil decisión para el Gobierno que enfrenta en octubre la más importante prueba electoral. Si la flotación libre estabiliza el dólar y reduce la inflación (como Milei promete), su Gobierno podría recuperar apoyo electoral, pero si la volatilidad cambiaria genera una nueva disparada inflacionaria y caída del salario real, el descontento social podría perjudicarlo en las elecciones de medio término.

De este modo, valor del dólar y desinflación, son dos caras de una misma moneda. Y aunque parezca surrealista, los argentinos venimos luchando con esta enfermedad que en el mundo ya nadie tiene, salvo Venezuela y algún otro país periférico del mundo, que, desde los finales de Lavagna, nuestro país viene incubando. Esta desgraciada enfermedad, que comenzó en el 2008, con la intervención del INDEC, pensando que si rompíamos el termómetro dominaríamos la enfermedad, caló tan hondo en nosotros, que festejamos un 2% de inflación mensual, lo cual es un verdadero delirio.

En este contexto, está claro que el mayor y posiblemente el único resultado de Milei, haya sido la desinflación, que por otro lado fue la principal razón para haberlo votado. Y claramente, Milei podrá estar loco, pero “no come vidrio”, como para arriesgar un triunfo electoral por satisfacer al FMI.

En conclusión, la flotación libre del dólar será un factor clave en el destino electoral de Milei en 2025. Si logra estabilizar la economía y bajar la inflación, podría fortalecer su coalición. Pero si la volatilidad cambiaria genera crisis, la oposición (tanto peronista como de centroderecha) podría ganar terreno en las legislativas.

De esta manera, el valor del dólar trasciende de una cuestión económica para transformarse en un mecanismo de marketing electoral que el Gobierno no puede darse el lujo de descuidar.

Lo gracioso de todo esto es que todos, e incluso el Gobierno sabía que esto iba a ocurrir, solo que la aparición del blanqueo y sus dólares frescos, retrasaron las decisiones. Es cierto que la Argentina tiene cepo, pero lo peor es que no tiene régimen cambiario ni tampoco política cambiaria. Solo hay algo seguro, hoy por hoy. El BCRA no puede seguir vendiendo dólares para mantener el tipo de cambio, simplemente porque esos dólares no son suyos. Salen de algún lado que no le pertenece al Gobierno. Dicho de otro modo, ¿cuánto tiempo puede durar este nuevo engaño de Robin Hood? La verdad oculta es que la Argentina todavía no tiene un plan de estabilización serio y lo demuestra nuestra inflación mensual de más del 2% junto con más del 50% del PBI todavía paralizado y en recesión.

Todo dependerá de cómo evolucione el mercado y la percepción social de las reformas económicas. En fin, el estafador de Robin Hood, léase el Gobierno, nuevamente está a punto de ser desenmascarado, pero esta vez con un nuevo engaño a todos los habitantes del bosque. La noticia solo confirma que la precariedad sigue vigente y que en modo alguno Milei es perfecto. Solo demuestra que el resto, son peores que él.

 

*Abogado laboralista, especialista en negociación colectiva; Ex Titular de la Catedra de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad Nacional de la Patagonia; Autor de varios libros y Publicaciones; Ex Ministro Coordinador de la Provincia del Chubut