17 octubre, 2020
NACIÓN NECESITA MANTENER LA CHANCE QUE LE BAJEN LOS U$S5.400 MILLONES PENDIENTES DE LA ERA MACRI Y ALGO DEBERÁ NEGOCIAR
Por Claudio Zlotnik
El quiebre se empezó a concretar el miércoles, al día siguiente del regreso de la misión del FMI a Washington después de su paso por Buenos Aires. Fue durante un encuentro organizado por el Bank of America del que participaron los dos funcionarios del Fondo Monetario que estuvieron en la Argentina: Julie Kosack y Luis Cubeddu.
En ese encuentro virtual -en el marco de la reunión de otoño del FMI-, los clientes del «Bofa» -en su mayoría fondos de inversión con papeles de la deuda argentina- escucharon un diagnóstico fatal sobre la situación económica, financiera y política del país.
«Argentina necesita un plan que no tiene», sentenció Cubeddu, el economista venezolano que tiene a su cargo la nueva negociación con la Argentina.
Cubeddu, en su alocución, se explayó sobre la inmanejable brecha cambiaria, que hunde las expectativas de empresarios, economistas profesionales y también de la sociedad.
Los funcionarios del FMI hicieron especial hincapié en que, en ese contexto que tiene paralizada la toma de decisiones en el país, el ministro Martín Guzmán no dio respuestas satisfactorias sobre la puesta en marcha de un plan de estabilización.
Las cáusticas definiciones de los dos economistas -máximos referentes del Fondo Monetario en el caso argentino- no hicieron más que gatillar órdenes de venta de bonos argentinos por parte de los grandes fondos de inversiones presentes en la reunión vía «zoom».
La ola de pesimismo de los fondos de Wall Street se sintió en la City porteña, donde la cotización del dólar paralelo cerró la semana en el récord de $178, un alza de $11 en una semana.
La crítica postura del Fondo quedó públicamente en evidencia cuando Kristalina Georgieva utilizó parte de su exposición durante la asamblea de otoño para regañar al gobierno argentino. «Argentina enfrenta muy dramáticos desafíos sin soluciones fáciles, una profunda recesión, las condiciones sociales están empeorando, los desequilibrios económicos están creciendo y también el divorcio entre tipo de cambio oficial y el paralelo (shadow) se está expandiendo», diagnosticó la número uno del organismo.
Acto seguido, expuso lo que le habían comentado sus enviados a Buenos Aires: que el gobierno de Alberto Fernández no le mostró ningún plan para salir de la crisis.
«La tarea más importante del país es que brinde una hoja de ruta para saber cuál es la dirección que está adoptando y como sabemos que está alcanzando el destino que se busca», señaló Georgieva.
Minutos después de estas declaraciones, los principales inversores en papeles argentinos supieron de primera mano a qué se refería la directora gerente del organismo.
Hasta la llegada de la misión técnica, el FMI enviaba señales positivas sobre Argentina, pero en los últimos días cambió la actitud. Pero según pudo saber iProfesional de fuentes al tanto de las conversaciones entre la misión del Fondo con Martín Guzmán y con Miguel Pesce, los técnicos del organismo plantearon objeciones al objetivo de déficit fiscal del 4,5% previsto para el próximo año. Pero, básicamente, a que el Gobierno no desplegó los detalles de cómo alcanzaría esa meta.
Las declaraciones de Kristalina cayeron como una bomba en la Casa Rosada, ya que tienen a la dirigente búlgara como una aliada del país, en las actuales condiciones económicas y financieras, y atravesado por la pandemia.
Alberto Fernández esperaba un tono de comprensión de Georgieva durante la convención del FMI, en el mismo sentido que lo había hecho días previos a la llegada de la misión.
«No venimos a Argentina con la idea de pedir más ajuste del gasto», había apuntado la directora gerente. Ese tono conciliador no fue el utilizado cuando se puso al tanto del diálogo entre los enviados del Fondo con el equipo económico argentino.
La idea de que la dupla Guzmán-Pesce no convenció a la misión del Fondo quedó certificado ni más ni menos que en el encuentro semianual del organismo, que tiene un peso específico propio en el mundillo de las finanzas.
Entre algunos de los presentes al encuentro con los técnicos del FMI se mencionó el término «circuit breaker» (cortocircuito) entre el Fondo y la Casa Rosada, algo que no estaba en los papeles de los inversores.
La idea que quedó después del encuentro virtual fue que la estrategia de Guzmán con el Fondo Monetario sería similar a la que tuvo el ministro con BlackRock y los demás inversores. Aquella negociación planteó, por parte del ministro, un operativo desgaste, que Kristalina Georgieva no estaría dispuesta a tolerar.
Ante esta realidad, quedó planteada entre los inversores, más que nunca, si Alberto F. cambiará un fusible en medio de la emergencia. Por ahora, el Presidente prefirió empoderar al ministro de Economía, el mismo que había quitado poder de decisión hace un mes, cuando hizo caso de la sugerencia de Pesce de endurecer el cepo.
Pero más allá de los nombres, en Wall Street cuestionan si el actual equipo económico tiene la capacidad técnica -y de liderazgo para convencer, por qué no- a los inversores y a la ciudadanía.
Ninguna de las medidas propuestas pudo disimular las tensiones cambiarias, y la sensación de cuenta regresiva hacia una inevitable devaluación se percibe cada vez más cercana.
Está claro que los funcionarios no tomaron a tiempo las herramientas que tenían a mano, y bajo las actuales condiciones de brecha superior al 100%, una suba de tasas de interés parece no tener poder de convencimiento para dejar de correr a la dolarización.
En aquella reunión que unió durante un rato a Wall Street con Washington merodeó la idea de la falta de gestión del ministro de Economía, que no logró un acuerdo básico con las cerealeras para asegurarse la oferta de divisas necesaria para alejar las presiones sobre el tipo de cambio, al que nadie percibe falto de competitividad.
¿Hay chances de que el Fondo Monetario «baje» a la Argentina los u$s5.400 millones que quedaron pendientes del acuerdo firmado con el gobierno anterior y que nunca se desembolsaron?
Antes del paso de la delegación del FMI por Buenos Aires, esa posibilidad fue mencionada por funcionarios del organismo en sus habituales contactos con bancos de Wall Street. Esos técnicos mencionaron que ese dinero podría ponerse a disposición de la Argentina, en el marco de un programa de «estabilización».
La chance existe, a condición de que se rubrique un nuevo acuerdo entre las partes. Algo que quedó deshilachado esta semana.
Sin embargo, bajo la presión que impone una brecha cambiaria del 120%, las conversaciones podrían retomarse rápidamente.
Georgieva mencionó que las negociaciones se retomarán en noviembre. Lo que, a esta altura, en la Argentina, suena a larguísimo plazo.
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