12 abril, 2025
En momentos que la obra social del sindicato de los marineros está quebrada y sin dar respuestas a sus afiliados, el presidente de Conarpesa, Fernando Álvarez Castellano, reveló que, a partir de un estudio realizado, “el SOMU recibe $12.000.000.000 (doce mil millones de pesos) al año de aporte sindical”, entre los aportes que deben realizar las empresas y los descuentos compulsivos que reciben los trabajadores.
El empresario informó que Conarpesa desembolsó “el año pasado, 650 millones de pesos”, al gremio que dirige Raúl Durdos en concepto de aportes sindicales.
Álvarez Castellano decidió revisar los números. Se sentó con su equipo técnico y analizó los datos. Calculó cuánto dinero recauda el SOMU anualmente. La cifra fue contundente: “El sindicato recauda unos 12.000 millones de pesos por año”, señaló. Ese monto proviene del 4% del bruto que se descuenta a cada trabajador en sus recibos de sueldo. A eso se le suman fondos por capacitación. Todo, retenido por las empresas, y luego transferido al sindicato
Luego que Durdos lo acusara de ‘matón’, el dueño de Conarpesa lo acusó de negocios turbios y lo desafió a que lo denuncie judicialmente para ir ante un juez a llevar pruebas.
“Cuando yo digo que tienen curros y negocios, pues bueno, que me digan dónde están esos 12.000 millones”, desafió al tiempo de apuntar a la dirigencia sindical por falta de transparencia.
En ese marco, puso eje en un tema sensible para los marineros, al sostener que la obra social del SOMU está quebrada y no brinda respuestas mínimas a los afiliados. “¿Por qué no ponen ese dinero en la obra social?”, preguntó con ironía.
Según Álvarez Castellano, ese dinero debería beneficiar directamente a los trabajadores. No solo en atención médica, sino en asistencia concreta en tiempos difíciles. “¿Por qué no dan una ayuda a la gente?”, insistió. En su visión, el sindicato está más ocupado en recaudar que en acompañar. Acusó falta de presencia, de compromiso y de gestión real. “Esa es mi respuesta al SOMU”, sentenció.
Álvarez Castellano no habló solo por sí. Reconoció que su empresa puede aguantar. Conarpesa tiene estructura integrada: planta, barcos fresqueros, flota amarilla, congeladores, logística y estiba propia. Esa diversidad le permite compensar pérdidas de un área con ganancias de otra. Pero advirtió que otras grandes empresas del sector no corren la misma suerte. “Yo veo empresas grandes que solo tienen flota congeladora, y no pueden más”, afirmó.
Muchas de esas firmas, según explicó, tienen casas matrices en España. En su momento apostaron por Argentina. Hoy, ya no. “Pierden dinero todos los años. Ya no les cierra el negocio”, comentó. Dijo que los financistas de esas compañías ya no quieren seguir invirtiendo. “Flaco, ponete las pilas. Yo no puedo perder plata todos los años”, relató sobre las exigencias de los socios extranjeros. La rentabilidad desapareció, el mercado se achicó y las exigencias fiscales no frenan.
También hizo foco en los costos. “Si yo pago 11 millones por un sueldo, multiplicalo por veinte marineros, por los de máquinas, por los oficiales, por el combustible, por el mantenimiento”, detalló. Y agregó que, además, debe afrontar las retenciones. “De cada seis dólares que vendo, uno se lo lleva el Estado”, ejemplificó. En ese contexto, los márgenes desaparecen. “El número no da”, repitió.
Reiteró que el problema no está solo en los barcos ni en los muelles. Está en la falta de control, de gestión y de voluntad para discutir los fondos sindicales. “Que el SOMU diga qué hace con esos 12.000 millones”, exigió. Y pidió al Congreso que mire con atención lo que ocurre en el sector pesquero. Dijo que las empresas están al límite. Que no hay ayuda, ni diálogo, ni respuestas.
“Yo puedo aguantar un poco más, pero muchos ya no pueden”, afirmó. Señaló que el modelo actual solo beneficia a quienes recaudan, no a quienes producen. “Estamos financiando estructuras que no devuelven nada”, denunció. Y recordó que detrás de cada marea, hay una cuenta que no cierra. “El marinero cobra, el sindicato cobra, el Estado cobra. Y el empresario pone”, describió.
Ante la situación y contexto actual con toda la flota congeladora tangonera en puerto porque la ecuación da rentabilidad negativa y con la negativa del SOMU a sentarse a discutir el “premio” que se paga por productividad, dijo que está dispuesto a discutir todo, pero con papeles en la mano. “Yo no tengo nada que esconder. Quiero que alguien diga si estos números dan o no dan”, remató. Mientras tanto, seguirá pagando. “Pero que no me digan que no cumplo. Porque yo pago 650 millones al año. Y no sé dónde van”, concluyó.
*LU17 AM540/PDP