2 octubre, 2020
Por Juana de Arco*
La crisis no desvela demasiado a la política, solo lo necesario, y no sólo porque no se le estaría encontrando ‘el agujero al mate’ tanto a nivel nacional como provincial, sino porque además habría una certeza que maneja la elite gobernante, y es que ‘se vienen tiempos de nuevos repartos y muchas más necesidades’, tanto, que quedará chiquito este septiembre.
En ese marco no es de extrañar que a sabiendas que el trote es largo, todos van a media marcha. La cadencia provincial se podría considerar mareomotriz: sube la ola de reclamos sociales, y baja la espuma política con gestos; sube las declamaciones de soluciones, y baja la efervescencia popular. Ese escaso vaivén que aguanta el tiempo, permite que el estado aún respire.
Mientras, en esa ola volvió a reflotar el gobierno la semana pasada con dos brazadas: lanzar a un grupo de primera línea a ‘militar’ la gestión, (tal como lo está haciendo Alberto), y anunciar la poda tardía de primavera que se produciría en Fontana 50, (también como probablemente haga Alberto donde se habla del recambio de Cafiero y alguno más).
Ya hubo funcionarios que salieron a aclarar el fin de semana que Arcioni no pidió la renuncia del Gabinete sino un plan de achique a sus ministros del 30%, lo que para el caso es casi lo mismo.
Es que hay ministros que amagaron con su renuncia hace días precisamente en reclamo de más presupuesto y personal, como Salud, que se supone que difícilmente podrán presentar un ajuste de esa naturaleza.
Más allá de lo que resulte, está dicho que cuando se producen estos movimientos de suelo, habrá recambios en puerta pero también reformas ministeriales y operativas que no hay que perder de vista.
En el caso de los ‘jugadores’, algunos recambios serán disimulos de decisiones ya tomadas por los propios funcionarios; otros serán oportunidades para que el gobernador desactive ensayos ministeriales con los que no está conforme o a los que se consideran desgastados por ‘inacción’.
Estas modificaciones permiten oxigenar caras, y desactivar culpas y responsabilidades, además de correr el eje del desgaste mediático por unos días del propio gobernador.
“El problema es que el Gobierno no arranca, hay áreas que están ciegas, o directamente no hay coordinación entre las áreas”, afirma un referente valletano que peina canas y experiencias de gobierno.
A lo que inmediatamente en la rueda de café (‘virtual’ por supuesto), no faltó el que agregó que “para que arranque, hace falta un conductor que primero encienda el vehículo y después conduzca por una ruta”.
Todas estas críticas metafóricas tienen su parte de verdad y también de sugerencia. Para buena parte del peronismo se debe retomar tanto la iniciativa como la extática del poder, que no pasa por lado que ejercerlo, por supuesto, con más propios que extraños.
No son casuales las coincidencias terminológicas que se dieron la semana pasada sobre la necesidad de ‘refundar’ la provincia. Un término que para muchos pasó desapercibido, pero dejó entrever la unidad discursiva que se va labrando. Lo dijeron por lo menos tres referentes políticos del Valle, y hasta lo remarcó el senador nacional por Chubut, Alfredo Luenzo, no sin antes observar lo cerrado ‘como boca de muñeco’, que resulta el gobierno del escribano Arcioni.
Todo esto va anticipando un 17 de Octubre más intenso, día de la lealtad (y deslealtad) peronista, donde se celebra la primera e indefectiblemente se cobra la segunda.
Para una gran mayoría de ‘compañeros’ esa ‘refundación’ tiene que darse entre las fuerzas políticas, productivas y la sociedad toda, menos Arcioni. Algo como lo que se aplicó con Martín Buzzi en su momento.
Para otros, Arcioni, como Alberto, son sólo el cuerpo habitado por el alma peronista en esta circunstancia, ambos sin vida política propia y sin reencarnación o reelección a la vista. Eso que Duhalde llamó ‘groguis’. Renegar de las conducciones zombis o groguis que sirvieron para alcanzar el poder, sería como pelear a las piñas con el villano de la play, ignorando para que sirven las simulaciones, cuando con apagar el aparato o cambiar de juego, basta. Sin embargo es difícil que se entienda entre la muchachada que el frontón es otro, porque reconocer eso sería reconocer quienes pueden jugar la sucesión.
Y si la ‘refundación’ es la palabra pivote de la política de los próximos meses, la ‘sustentabilidad’ lo es para la economía. Buscar el sustento es buscar el morfi. Lo dice la propia raíz latina del término que viene de ‘subtenere’, “alimento, que está abajo y que da fuerza o sirve de apoyo».
Si Antonena anda buscando ‘sustentabilidad’ por lo menos 12 mil millones de pesos para acomodar un poquito el carro provincial, imagínense la sorpresa al comprobar que Guzmán anda también buscando por las suyas 6 mil millones pero de dólares, para empujar un poquito la cuesta arriba a la que enfila la galera nacional.
En ese marco, el universo de emergencia económica y financiera mundial, y sobre todo continental, que se vive tras este año casi perdido de pandemia, es para la Argentina actual, una panacea para transitar la propia debacle con realizados argumentos populistas de emparejamiento coyuntural: ‘Todo los países del mundo entraron en crisis, ergo, Argentina también’.lo mismo sucedería con Chubut, si no fuera por la exageración de necesidades en que incurrió la gestión y que viene soportando casi el 50% de la población (si se multiplican los 60 mil empleados estatales que no cobran hace tres meses, por un mínimo de cuatro personas vinculadas). Porque en la provincia, hay que decirlo, nadie vincula la malaria con la pandemia de Covid, pero si con la virósica política de por lo menos la última década.
La lógica de la hecatombe generalizada tiene un destino: generalizar también medidas excepcionales para atemperarla.
Y lo cierto es que así como Nación le meterá la mano al bolsillo a ‘los mas ricos’ (una relatividad a analizar si se considera que los productores que tengan tierra y un tractor y una cosechadora también deberán aportar ‘solidariamente’ por el modo de considerar el nuevo impuesto a la riqueza), del mismo modo la provincia de Chubut deberá elegir a quien esquilar ‘, según el mandato de arriba.
En esa línea, además del crédito al que se pueda acceder, lo que queda es negociar ya no con los que más tienen, sino con los que más pueden en la práctica. Y en eso, Nación está dando el prospecto para el placebo.
Para ello este ‘impuesto a la riqueza’ que se presentó con formato de ‘aporte solidario por única vez´ ya se podría considerar el amague y botón de muestra de lo que sucederá y se institucionalizará, si no se logra un acuerdo amplio de derrame del sector privado. Acuerdos que como se entiende, políticamente buscarán que circule por el costado del cash flow discursivo privado, y que escarbe un poco más en las ganancias financieras que han venido teniendo, bicicleta y subsidios mediante.
Y para ello, se le dará formato de negociación, de un ‘toma y daca’ que es el idioma más decoroso para que la política y las empresas se sienten a una misma mesa, y ambos sectores salgan contentos sintiéndose jugadores interpares en la cancha del poder. Por lo cual los miradores finos están preocupados porque está claro que lo que saque la política de aporte, tendrá seguramente una regia contrapartida en recursos o bienes del estado como costo al financiamiento excepcional.
El trabajo de ‘pinza’ que viene haciendo la política nacional es clarito: con el cepo al dólar domestican al campo, a la industria, a importadores y exportadores beligerantes, y con el ‘impuesto a la riqueza’ le anticipan que si no hay negociación, el quite será por la fuerza. La otra es empezar a derramar, acompañar con entusiasmo al contado, e invertir más.
En Chubut se podría pensar que no hay tantos sectores para estrujar, pero la imaginación del poder siempre da sobradas muestras de que alguna idea peregrina siempre prospera. El sector petrolero por ejemplo, empujador por excelencia de los ingresos provinciales, ya tuvo parte de la medicina. Este viernes como al pasar y en coincidencia con el llanterío chubutano en Buenos Aires por déficit insostenible por caída de ingresos, entre otras cosas, Nación pegó el golpe de gracia y les aumentó el canon, tanto para exploración como para explotación. ¿Qué les dará a cambio en el ‘toma y daca’? Seguramente parte ya se anticipó con el sostenimiento del barril criollo y el subsidio a la energía, pero todo apuntaría a mejores intercambios, tal vez vinculados al off shore o a la ya mefítica Vaca Muerta.
El otro ‘saque’ importante territorial seguramente recaerá sobre el sector energético: eólica, hidroeléctricas y aluminio, tal vez. Hay concesiones que están al borde del vencimiento y proyectos renovables que quedaron colgados sin ‘RenovAr’ e incluso algunos investigados ahora judicialmente. Reactivar parques que se pararon, activar y aumentar el empleo a cambio de los beneficios recibidos y hasta contribuir en las líneas de alta y obras que se requieren, seguramente serán parte de los pedidos y del orejeo.
A cambio, seguramente se retomarán los reintegros por puertos patagónicos, se dispondrá algún beneficio sectorial más y habrá entrega de áreas de contralor, como el caso del Ministerio de Ambiente de Chubut, prácticamente vaciado de idoneidad y ahora entregado al sector privado sin disimulo, tanto que la sede del organismo en Madryn se mudó a la propias oficinas de la Cámara de Industriales, como para que no queden dudas. También el estado hará avanzada de otras producciones como la minería, donde todos cotizan intereses. Y seguramente alguna que otra conveniencia más les intercambiarán. Porqué no alguna asociatividad resonante sectorial donde el estado podría pasar a ser socio accionista declarado.
La cuarta pata de la mesa del ´toma y daca´ será definitivamente la pesca, donde también el estado buscará más injerencia. En principio en Chubut es casi inevitable que se comience a endurecer el cobro del FAP, un canon pesquero que rige por Ley desde 2018 y cuya deuda según los certificados ya emitidos ascienden a unos $ 250 millones, de los que habrían pagado solamente unos $ 47 millones, es decir que habría casi unos $200 millones ‘en la calle’ como diría el almacenero del barrio. De no ser así, empezarían a correr las dudas sobre tanto ablandamiento oficial para perdonar deuda, cuando las arcas del gobierno están perforadas.
Todo esto será el oleaje de tire y afloje público y privado que seguramente dominará hasta fin de año y más también.
A la par y para ese entonces, el drama del morfi no será solo una entelequia discursiva de los economistas y se posicionará en territorio como un problema tan importante como pagar los sueldos públicos. Porque comer será el primer acto diario necesario de millones mientras se busca como reactivar una economía deshabitada en un mundo superpoblado. De hecho, ya se calcula que el impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19 en América Latina y el Caribe puede dejar alrededor de 14 millones de personas vulnerables al hambre este año, según proyecciones del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.
Chubut no es una isla, necesitará alimentos. Y de hecho tiene con qué organizar un plan para atajar estas urgencias (por lo menos a nivel territorial) que se avecinan. Recursos y condiciones sobran empezando por la pesca y siguiendo por las perspectivas productivas ganaderas en casi todo el territorio, y agrícolas principalmente valletanas. Todo dependerá del nivel de ‘refundación’ y ‘sustentibilidad’ que asuma la elite política. En fin, como decía Platón, “El comienzo es la parte más importante del recorrido”
*Soy Juana de Arco,…y ceniza de tantos