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9 octubre, 2025

Reciclaje y reconversión: Una pyme argentina fabrica bolsa de compras que desaparece en 90 días

El cambio de hábitos es lento pero constante y sostiene el crecimiento de una pyme que apuesta por un futuro circular sin plástico

En el oeste del conurbano bonaerense, en Morón, una fábrica que durante años se dedicó a producir bolsas plásticas, hoy alberga un proyecto que apunta en la dirección contraria: reemplazarlas. Allí funciona Conciencia Circular, un emprendimiento familiar que en menos de dos años vendió más de un millón de bolsas compostables, facturó $20 millones solo en el primer semestre de 2025 y proyecta crecer un 70% hacia 2026.

La historia empezó en 2023, cuando Mauro Pasam, que forma parte de la fábrica de bolsas plásticas de la familia (Inducima), le planteó un desafío a su hija: ¿y si en lugar de sumar más plástico al planeta fabricaban un producto que lo reemplazara? «Mi papá veía de cerca la cantidad de plástico que se genera en Argentina y en el mundo. Nosotros siempre fuimos conscientes de los consumos, de los hábitos, y la idea me encantó», recuerda Camila Pérez, licenciada en publicidad y cofundadora del proyecto.

«Los inicios no fueron fáciles. Al principio probamos con materiales a base de almidón de maíz. Pero las bolsas se rompían, no eran resistentes. Después de muchas pruebas llegamos a una fórmula con caña de azúcar y almidón de maíz que hoy nos permite ofrecer un producto fuerte, reutilizable y 100% compostable», detalla Camila en diálogo con iProfesional. Esa combinación se consigue a través de proveedores especializados y demandó meses de ensayo y error hasta dar con el material correcto.

Hoy producen una amplia variedad de formatos: camisetas, las clásicas de arranque, bolsas tubo y hasta para e-commerce. «Nos pasaba que muchos negocios seguían usando friselina o cartón pensando que eran ecológicos, cuando en realidad no lo son. Entonces desarrollamos una bolsa compostable para el comercio online, porque queremos que todos tengan la opción de reemplazar el plástico», explica.

El impacto ambiental es concreto: desde su fundación llevan vendidas más de un millón de bolsas, lo que equivale a casi seis toneladas menos de plástico en circulación. Además, son resistentes, se pueden reutilizar varias veces y, una vez que cumplen su ciclo, se degradan en compost en un plazo de entre 90 y 180 días. «Podés ponerlas directamente en la compostera hogareña, incluso con residuos adentro. En pocos meses se transforman en abono sin dejar rastros tóxicos», afirma Camila.

Proyecta un crecimiento del 70% en 2026

En su primer año completo, entre abril y diciembre de 2024, la pyme facturó $22 millones. Y en apenas seis meses de 2025 ya había alcanzado otros $20 millones, señal de que la curva de crecimiento es sostenida. Con un ritmo de tres a cuatro nuevos clientes por mes, el objetivo es crecer un 70% en 2026 y duplicar la capacidad productiva, que hoy ronda las 4.8 millones de bolsas mensuales.

«Lo que vemos es que el cambio de hábitos es lento, pero constante. Cada vez más gente nos conoce y se anima a probar. Cuando alguien toca la bolsa y se da cuenta de que es igual de resistente que una de plástico, ahí se produce el clic», subraya la cofundadora.

Ese contacto directo es parte de la estrategia de difusión. Además de educar a través de redes sociales, Conciencia Circular participa en ferias para que el público pueda «tocar y probar» el producto. «Hay mucha confusión porque la friselina o el cartón se presentan como ecológicos, pero no lo son. Cuando alguien tiene la bolsa en la mano entiende la diferencia», cuenta Camila.

Sus bolsas se degradan en compost en entre 90 y 180 días, sin dejar rastros tóxicos

La estrategia comercial también hace la diferencia. Conciencia Circular decidió vender de forma directa, a través de su propia tienda online. Esto elimina intermediarios y les permite mantener precios competitivos en un rubro donde lo sustentable suele ser más caro. Sin embargo, el plan es expandirse. «Nos encantaría crecer con distribuidores que nos ayuden a llegar a todas las provincias e incluso a otros países», anticipa.

Ya lograron despachar pedidos a lugares tan distantes como Chubut o el norte del país. «Lo bueno es que la bolsa casi no pesa. Podés comprar 3.000 unidades y el envío sigue siendo rentable», destaca.

Lo que comenzó como la inquietud de un padre y una hija hoy se sostiene en el trabajo cotidiano de toda la familia. Mauro, Camila y Jimena —la madre— llevan adelante la gestión, con el apoyo de tres empleados de Inducima que colaboran en la producción. El sueño a futuro es tener una planta propia que marque la independencia total de la fábrica de plásticos donde nació la idea.

Sus bolsas cuentan con el sello «OK Compost HOME» de TÜV AUSTRIA, que asegura la biodegradación completa en compost domiciliario. Además de fabricar, la pyme se dedica a educar. A través de redes sociales, Conciencia Circular busca generar conciencia sobre cómo cuidar el medioambiente, qué es realmente compostable y qué no lo es.

Conciencia Circular nació del desafío de un padre y su hija frente a las bolsas plásticas

Con menos de dos años en el mercado, el emprendimiento familiar Conciencia Circular pasó de producir bolsas plásticas a vender bolsas compostables, logrando combinar sustentabilidad con un modelo de negocio rentable. «Creemos que el futuro es circular y queremos liderar esa transición», afirma Camila, como si hablara de un proyecto empresarial y de un legado familiar.

 

*iP/ by  L. Andahazi Kasnya