8 junio, 2020
El mundo ya habla de un rebrote del virus en menos de seis meses. España por ejemplo, que está cerca de contener el actual brote ya se pregunta no sólo cuándo llegará el siguiente, sino si será igual de dañino que este o será peor. Incluso, las recomendaciones de los asesores científicos del gobierno, dan tips para el mejorar el próximo confinamiento.
En su última intervención en el Parlamento, el presidente Pedro Sánchez señaló que «hemos parado al virus unidos, debemos ahora culminar con unidad esa victoria», un mensaje triunfalista en la línea de la campaña que el Gobierno ha lanzado recientemente y que lleva por lema ‘Salimos más fuertes’. Pero quienes no dudan en destrozar esa épica narrativa, afirman que pese a la mejoría en las cifras, a la guerra contra el virus aún le quedan muchas batallas por delante.
Dice El Confidencial, que para definir en qué momento de la pandemia se está, es más conveniente en este caso utilizar las palabras de otro dirigente. Concretamente las que pronunció Winston Churchill en noviembre de 1942 después de doblegar a los nazis en Egipto: «Esto no es el final. Ni siquiera es el principio del final. Pero es, quizás, el final del principio». De momento en el ´Viejo Mundo´, se apunta al próximo otoño (nuestra primavera Americana), como la bisagra del nuevo rebrote aunque nadie sabe aún lo que va a pasar. Ni siquiera la Organización Mundial de la Salud.
De hecho, Hans Kluge, director de la OMS para Europa, ha llamado a los ciudadanos a prepararse para una segunda ola aún más mortífera del virus el próximo invierno. No solo por un retorno de la pandemia en una población insuficientemente inmunizada. «Estoy muy preocupado por una doble ola», ha contado Kluge a ‘The Telegraph’. «En otoño, podríamos tener una segunda ola de covid y otra de gripe estacional o sarampión».
Es muy difícil pronosticar qué pasará con este virus. Al principio, los epidemiólogos observaban la evolución de otros coronavirus para tratar de predecir a este primo cercano. El más próximo, el SARS, fue declarado contenido por la OMS el 5 de julio de 2003. Había llegado a 30 países, infectado a 8.439 personas y acabado con la vida de 812 antes de que pudieran romperse todas las cadenas de transmisión. El SARS-CoV-2 lleva actualmente 5.453.784 contagios y 345.886 fallecidos en todo el mundo. No tiene visos de ser contenido a corto plazo y ha destrozado los registros de todos los precedentes de su misma familia vírica.
Por ello, ni el SARS ni el MERS sirven como precedentes absolutos. Mirando hacia atrás el comportamiento de pandemias que han asolado la humanidad durante los últimos 250 años —principalmente de influenza, el virus que provoca la gripe—, cuatro destacados epidemiólogos estadounidenses diseñaron tres posibles escenarios para este virus que podría tomar durante los próximos dos años. Porque esa es la primera cuestión: ninguno pone en duda que el coronavirus seguirá en nuestras vidas hasta dentro de al menos, 18 o 24 meses.
El primer escenario implica una serie de subidas y bajadas de la incidencia, que se repetirían en primavera y otoño de 2020 y 2021. El segundo escenario es el que todo el mundo teme y representa un patrón idéntico al de la pandemia de gripe española de 1918: un primer aviso seguido seis meses después por un brote catastrófico y muchísimo mayor que, además, no significaría el final de la enfermedad. El último y más improbable, según los autores, es que tras este golpe la incidencia del covid-19 vaya apagándose poco a poco, consumiéndose como una vela.
Uno de los autores de este informe, publicado por el Centro de Investigación y Políticas sobre Enfermedades Infecciosas (Cidrap) de la Universidad de Minnesota, es Michael Osterholm, un epidemiólogo que lleva años proclamando a los cuatro vientos que esta pandemia iba a suceder. «La gente tiene que comprender que estamos al principio de la pandemia, ese virus va a seguir transmitiéndose a través de la sociedad, cuando pueda, donde pueda y como pueda», explicaba recientemente. «Todos esperamos que haya una vacuna en algún momento, pero la esperanza no es una estrategia».
Yamir Moreno, físico e investigador en sistemas complejos en la Universidad de Zaragoza, es junto a Moro autor de un reciente ‘pre-print’ en ‘medRxiv’ que estima el impacto que las medidas de distanciamiento social, test o ‘contact tracing’ podrían tener en una eventual segunda ola de coronavirus. «Nosotros hicimos el estudio basado en la ciudad de Boston, y vimos que bastaría con identificar al 50% de casos con síntomas y trazar al 40% de sus contactos estrechos» para que el impacto de esa ola pasara de ser dramático a tolerable.
Añade Moreno que «los resultados de estas medidas podrían generalizarse a otras ciudades o países, porque están asociados a la propia dinámica de la enfermedad, quizá en otra ciudad en vez de un 50% baste con un 45%, pero en esencia es lo mismo, para tener un impacto basta con hacer ‘contact tracing’ a nivel 1, ni siquiera a nivel 3 como hacen en Corea del Sur», donde los epidemiólogos logran identificar incluso a los vecinos de los vecinos de un positivo por covid-19.
Moreno cree que predecir cuándo habrá una segunda oleada «es muy difícil, porque tiene que ver mucho con cuándo la gente se vuelve a mezclar y con qué intensidad de contacto, por eso la parte temporal es complicada, ¿pero que esa oleada va a venir? Eso es una cuestión conceptual. La única manera de evitarlo es que la población adquiera inmunidad», afirman.