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12 marzo, 2024

Que hay entre la dependencia del hemisferio izquierdo del cerebro y la decadencia de la humanidad

El brillante psiquiatra y filósofo Iain McGilchrist sostiene que muchos de los males de nuestra civilización se pueden explicar por un dominio del hemisferio isquierdo  y su particular modo de atender al mundo y reducirlo.

Por Luis A Hara*

Hace algunos años se difundió la idea de que la teoría de la lateralización de los hemisferios cerebrales era seudociencia y exageraba su importancia. Por ello algunas personas toman con reticencia el trabajo de Iain McGilchrist. Sin embargo, McGilchrist y otros científicos han demostrado que la teoría de los hemisferios sí es importante para entender cómo pensamos y cómo nos relacionamos con el mundo, pero su importancia estriba no en qué hace cada hemisferio sino cómo lo hace. Específicamente, cada hemisferio tiene un modo de atender al mundo que es muy distinto, y la manera en la que atendemos el mundo determina en gran medida el mundo que percibimos y el cual vamos construyendo colectivamente. William James había notado hace más de 100 años que la atención es la fuerza configuradora de la realidad, y esto es continuado de manera sumamente lúcida por McGilchrist, quien es uno de los grandes intelectuales de nuestra época, justamente porque su esfera de conocimiento no está limitada a la psiquiatría y a la neurociencia, sino que es también propiamente un humanista, un filósofo y un amante del arte. Un hombre que no vive bajo el yugo del hemisferio izquierdo y del materialismo reductivo.

McGilchrist gano reconocimiento por la publicación de su obra «The Master and his Emissary» (2009), donde argumenta que nuestra sociedad ha caído bajo el dominio del pensamiento limitado del hemisferio izquierdo, descuidando la sabiduría posible del hemisferio derecho.. A través de décadas de investigación, McGilchrist ha explorado cómo la especialización de cada hemisferio contribuye a nuestra experiencia del mundo, concluyendo que la sociedad moderna ha privilegiado desproporcionadamente las funciones del hemisferio izquierdo.

La teoría de McGilchrist no se reduce a la simplificación popular de que el hemisferio izquierdo es analítico y el derecho es creativo. En cambio, propone que la diferencia fundamental entre los hemisferios radica en sus modos de atención. El hemisferio izquierdo se enfoca en detalles específicos, permitiéndonos analizar y categorizar el mundo, mientras que el derecho mantiene una atención abierta y vigilante, consciente del contexto y de las conexiones entre los fenómenos.

Esta dualidad de atención surgió por razones evolutivas: para poder enfocarse en una presa sin perder de vista el entorno más amplio. Sin embargo, la sociedad moderna ha favorecido el enfoque estrecho y descontextualizado del hemisferio izquierdo, llevando a una visión del mundo fragmentada y mecanicista.

Según McGilchrist, el predominio del hemisferio izquierdo no solo limita nuestra comprensión del mundo sino que también nos conduce hacia el colapso cultural y ambiental. Al privilegiar un enfoque que valora la utilidad, la abstracción y la descontextualización, perdemos de vista la complejidad, la interconexión y la vitalidad inherentes a la vida. Este desequilibrio nos lleva a tratar al mundo natural y a nosotros mismos como máquinas, ignorando las consecuencias de nuestras acciones en el tejido más amplio de la existencia. McGilchrist traza el arco de como nuestra civilización ha llegado a un punto de decadencia:

Lo que creo que ocurrió durante el Renacimiento fue este florecimiento repentino en el que hubo grandes avances en tantos aspectos de la vida — una gran riqueza. (Esto no es acerca de las humanidades versus las ciencias, por cierto, ni es cierto que las humanidades sean de alguna manera del hemisferio derecho y las ciencias del hemisferio izquierdo; la buena ciencia y el buen razonamiento involucran tanto al hemisferio derecho como al izquierdo). Luego, hacia el final del siglo XVII, surgió la sensación de que la ciencia había resuelto todos nuestros problemas y que comenzábamos a entender cómo controlar todo por nosotros mismos.

Desafortunadamente, ahora creemos que si tan solo tuviéramos un poco más de poder (que es la razón de ser del hemisferio izquierdo: agarrar, obtener) — si solo pudiéramos manipular un poco más — resolveríamos todo. Pero al mismo tiempo, estamos haciendo un desastre terrible del mundo en muchos aspectos. Estamos destruyendo la naturaleza, estamos destruyendo la humanidad. Ciertamente estamos destruyendo esta civilización. Diría que le estamos dando con un martillo. Y así, este es un resultado muy triste para este hemisferio izquierdo sabelotodo.

Hay varias razones por las que creo que el hemisferio izquierdo se ha vuelto más potente. Una es que es el que te hace rico. Es con el que haces el agarrar y obtener. Otra es que es mucho más fácil explicar el punto de vista del hemisferio izquierdo: «Si hacemos esto, lleva a aquello». Cuando comienzas a analizar abiertamente de qué trata tu civilización, en lugar de simplemente seguir adelante con ella, entonces te inclinas cada vez más hacia este punto de vista del hemisferio izquierdo. A.N. Whitehead, a quien considero uno de los filósofos más grandes de todos los tiempos, dijo: «Una civilización florece hasta que comienza a analizarse a sí misma». Y eso es notable porque Whitehead era matemático y físico, pero fue capaz de ver las limitaciones de la ciencia y la razón.

McGilchrist considera que este modelo de atender y de pensar basado solamente en la extracción utilitaria de recursos, en el análisis y en una visión polar del mundo tiene el defecto de que no es capaz de tomar en cuenta el contexto, el significado de las cosas y su posible ambigüedad. El hemisferio izquierdo busca una solución rápida y única que permita reforzar su creencia y le haga más fácil seguir obteniendo recursos del mundo. Reduce todo a blanco y negro, o a yo vs. ellos (o la naturaleza, que está allá afuera). Esto también explica las llamadas «guerras culturales» y la «política de identidades» que predomina en las redes sociales.

A pesar de su diagnóstico sombrío, McGilchrist no descarta la posibilidad de cambio. Sugiere que, al reconocer y reequilibrar la contribución de ambos hemisferios a nuestra experiencia y comprensión, podemos comenzar a reparar nuestra relación con el mundo y entre nosotros Los grandes artistas, filósofos y místicos han sabido reconciliar los opuestos. Este proceso requiere humildad, apertura y un redescubrimiento del asombro y la compasión que caracterizan una verdadera apreciación de la vida. La relación apropiada es la de un amo o maestro (el hemisferio derecho) y un emisario o sirviente. El pensamiento analítico, racional y la capacidad de un foco limitado, son grandes sirvientes pero cuando se convierten en señores, esto es muy peligroso.

En su más reciente libro «The Matter with Things», una obra monumental de más de 1500 páginas, McGilchrist llama a revalorar la imaginación y la intuición como modos de conocimiento, tan importantes o incluso más que la razón y el empirismo científico, en tanto a que lo que el ser humano busca es tener una experiencia más rica de la realidad, más sutil y más sensible a la belleza y a lo que llama «el sentido de lo sagrado».

 

*PS