16 abril, 2021
La pandemia de coronavirus tomó por sorpresa a gran parte del mundo, pero no al escritor David Quammen (EE.UU.,1948).
Especialista en temas científicos relacionados con la ecología y la evolución, Quammen publicó en 2012 el libro «Derrame: las infecciones animales y la próxima pandemia humana» («Spillover: Animal Infections and the Next Human Pandemic»).
Para escribirlo, se reunió con expertos en enfermedades infecciosas, quienes le advirtieron que los humanos enfrentaban la amenaza de una pandemia producida por un virus.
Su investigación mostró que ese nuevo virus posiblemente vendría de un murciélago, que sería quizás un coronavirus y que el contagio podría comenzar en uno de los mercados húmedos como los que hay en China.
Cuando surgió la pandemia de covid-19 muchos consideraron a Quammen un visionario, pero él dice que lo único que hizo fue escuchar con atención a los expertos:
P: A un año del comienzo de la pandemia, ¿cuál es su balance de lo que ha ocurrido?
DQ: -Gran parte de lo que ha ocurrido ha sido muy predecible y parte ha sido impredecible.
Lo más predecible es el hecho de que un nuevo virus saliera de un animal salvaje, contagiara a los humanos y se propagara en una pandemia. De hecho, que sucediera en China también era predecible.
«Lo que estoy observando con humanos en confinamiento no es muy distinto a los loros enjaulados a los que vi sacarse las plumas»
Lo que era impredecible es cuán poco preparados estarían los gobiernos del mundo para lidiar con la pandemia, en particular Estados Unidos, pero también otros países que han hecho un trabajo terrible al tratar de contenerla y proteger a su gente.
Esa es la parte que más me ha sorprendido y, creo, la más sorprendente y más frustrante para los científicos que trabajan en salud pública que fueron mis fuentes hace 10 años cuando estaba investigando para mi libro.
Así que tenemos la previsibilidad agravada por la sorpresa, y el resultado es una pandemia devastadora.
¿Por qué los gobiernos estaban tan mal preparados si sabíamos que algo así podría ocurrir? Uno pensaría que algo que causa tanto impacto para las vidas y la economía debería ser una prioridad.
Sí, es lo que uno pensaría.
Creo que la razón por la que los gobiernos no estaban preparados es que los líderes de los gobiernos fueron cínicos y se preocuparon por sus propias carreras. No creo que fueran ignorantes. No creo que hayan dejado de escuchar las advertencias que venían de los científicos y del personal de salud pública.
Creo que los escucharon, pero luego dijeron: «bueno, ¿puede decirme cuándo ocurrirá esta pandemia? ¿Va a suceder en los próximos dos años? ¿Va a suceder antes de las próximas elecciones? ¿Quieren que gaste US$20.000 millones para algo que puede que no ocurra de aquí a las próximas elecciones?».
Son cálculos cínicos.
Durante años, los expertos han advertido que el mundo se enfrenta al riesgo de una pandemia causada por un virus de origen animal.
Usted ha insistido en que la única manera de evitar una futura pandemia es que cambiemos nuestros hábitos de consumo. A lo largo de este año, ¿ha visto alguna señal de que algo puede estar cambiando en nuestro comportamiento como sociedad?
He visto algunas señales de cambio de comportamiento, es decir, se han enfermado y han muerto tantas personas que solo los más tercos y los más ignorantes podrían ignorarlo.
Mucha gente se ha dado cuenta de que la cooperación comunitaria y la preocupación por otras personas es parte de la solución, y eso se traduce en distanciamiento social, usar máscaras, hacer esas cosas básicas que ralentizan la transmisión del virus.
Muchas personas en todo el mundo están tomando esas medidas, en algunos casos porque los gobiernos lo han ordenado, pero en muchos otros porque la gente se da cuenta de que es importante.
Ese es un cambio que millones de personas han estado haciendo para protegerse no solo a sí mismas y a su familia, sino también a sus comunidades.
Infortunadamente, millones de personas están diciendo: «no creo en esto, no creo que sea real. Estoy ignorando la evidencia porque puedo encontrar mi propia realidad en internet. Y no voy a hacer nada por mi vecino. No voy a hacer nada por mi comunidad. Solo actuaré en mi nombre y en el de mi familia».
Así que hay una gran disparidad. Existe una gran división en términos de si esto ha traído cambios en nuestro comportamiento.
Y luego está el asunto de nuestras perturbaciones al mundo natural, extrayendo recursos del mundo natural.
A medida que extraemos recursos, atraemos virus hacia nosotros, porque el mundo natural está lleno de virus.
Todos los animales salvajes, la gran diversidad de animales salvajes que viven en nuestros diversos ecosistemas son portadores de virus.
Y a medida que destruimos ecosistemas y extraemos madera, animales, minerales, trayendo esos recursos hacia nosotros, traemos nuevos virus hacia nosotros.
No veo mucha evidencia de que el alcance de nuestra disrupción esté cambiando.
El alcance de nuestra disrupción refleja el tamaño de nuestra población y la escala de nuestro consumo, y en este momento no veo ninguna medida seria para que eso cambie.
Pero tenemos que seguir, tenemos que seguir hablando, tenemos que seguir explicando. Tenemos que seguir instando a la gente. Aún es posible que de esto puedan surgir cambios importantes.
El uso de mascarillas ha sido una de las principales medidas para disminuir la propagación del coronavirus.
¿Es posible evitar una próxima pandemia o la pregunta es simplemente cuándo ocurrirá?
La pregunta no es si enfrentaremos una nueva amenaza de pandemia, la pregunta es cuándo.
Hay diferentes etapas en estos eventos.
Está el derrame (spillover), que es cuando un nuevo virus, un nuevo patógeno, pasa de su huésped no humano a su primer ser humano.
Si ese derrame se convierte en un brote, lo que significa que pasa de un humano a otro y enferma a una docena o dos docenas o tres docenas de personas, lo llamamos brote.
Si un brote se propaga por todo un país, lo llamamos epidemia. Si llega a los aeropuertos y se propaga por todo el mundo, lo llamamos pandemia.
Así que creo que es inevitable que haya más derrames, nuevos virus que salgan de animales salvajes y que lleguen a los humanos, y que haya más brotes, una docena, dos docenas, tal vez 100 personas afectadas en alguna parte remota del mundo.
Lo que podemos hacer es evitar que los brotes se conviertan en epidemias y evitar que las epidemias se conviertan en pandemias. Tenemos la ciencia. Tenemos las medidas de salud pública.
Si tenemos la voluntad política y la cooperación comunitaria y configuramos estructuras y sistemas para detectar derrames y detectar brotes tempranos y luego controlarlos, posiblemente podamos evitar que el próximo brote se convierta en una pandemia.
Entre esas medidas para evitar una pandemia, ¿cuáles serían las prioritarias?
Primero que todo necesitamos apoyar la ciencia, necesitamos apoyar la investigación científica con dinero y necesitamos educar a nuestros hijos para que comprendan la ciencia y confíen en ella. Necesitamos trabajar para eliminar la negación de la ciencia.
En segundo lugar, medidas de salud pública. Crear sistemas de salud pública para que los brotes puedan ser controlados y eso significa no solo sistemas nacionales, sino sistemas coordinados internacionalmente, redes globales de vigilancia para nuevos virus que pasan a los humanos o para el descubrimiento de virus peligrosos antes de que pasen a los humanos.
Descubrimiento, vigilancia y respuesta para que cuando un nuevo virus pase a los seres humanos y provoque un brote, haya una respuesta que viaje por el mundo tan rápido como la electricidad.
Y que se activen medidas que involucren cooperación internacional para contener ese brote, para crear vacunas, terapias adecuadas, pruebas de diagnóstico rápido y para mover recursos adonde se necesiten.
Se requiere coordinación global y para eso necesitamos acuerdos globales, organizaciones globales en la transferencia global de información y otras formas de recursos.
Con esta pandemia quedó demostrado que es posible desarrollar vacunas en cuestión de meses. ¿Cree que esto nos da más confianza para enfrentar futuras pandemias?
Los científicos y las compañías farmacéuticas han producido vacunas con una rapidez asombrosa y admirable.
Y mientras tanto, cuántos cientos de miles de personas han muerto en todo el mundo. Más de 300 mil solo en Estados Unidos. Eso es una cifra horrible. Es inaceptable.
No podemos felicitarnos por haber creado vacunas si al mismo tiempo hemos perdido cientos de miles de personas.
La lección es que podemos producir vacunas rápidamente, pero tenemos que hacerlo más rápido. Necesitamos tener plataformas de vacunas, es decir, estructuras generales de vacunas que se puedan adaptar rápidamente a un nuevo coronavirus o a un nuevo virus de algún otro tipo.
Tuvimos algo de eso en este caso y nos ayudó. Pero necesitamos más.
Todas estas son cosas que podríamos haber hecho antes y tenemos que hacer ahora.
Entonces, en lugar de sentirnos demasiado confiados, creo que simplemente deberíamos sentirnos seguros de que podemos responder, de que podemos controlar estas cosas y debemos hacerlo mejor la próxima vez.
En todo caso, los expertos advierten que las vacunas ayudan a enfrentar el problema, pero por sí solas no son la solución definitiva…
Así es. Por ejemplo, ahora estamos comenzando a tener vacunas disponibles, pero debemos persuadir a la gente de todo el mundo para que se vacune.
En algunos países, incluido mi país, hay una gran fracción de la población que dice que no confía en la vacuna.
Pueden ser personas de color que en el pasado han sido mal atendidas y maltratadas por la investigación médica y desconfían del gobierno. Eso es comprensible. Pero tenemos que persuadirlos de que las vacunas son lo mejor para ellos.
O pueden ser personas del otro extremo del espectro político que simplemente desconfían de la ciencia en general y del gobierno en general porque tienen puntos de vista extremadamente conservadores.
Necesitamos persuadirlos a todos de que para la salud pública es necesario vacunar a un gran porcentaje de la población.
Si no vacunan a sus hijos y los envían a la escuela, pondrán en peligro a otros niños que quizás no hayan tenido la oportunidad de vacunarse.
¿Qué hemos aprendido sobre los virus en esta pandemia?
Hemos aprendido que los virus pueden ser muy sutiles, muy complejos.
Aún hay muchas cosas que no entendemos de este virus SARS-COV-2. ¿De dónde vino exactamente? ¿De qué animal salvaje vino? ¿Cómo se extendió a los humanos? ¿Quién fue el primer humano en contagiarse? ¿Cuáles fueron las circunstancias de la interacción? Esos son algunos misterios que están sin resolver en términos del origen del virus, del origen de la pandemia.
Aún estamos trabajando para entender cómo este virus podría estar cambiando. ¿Está evolucionando? Sabemos que está mutando porque los virus siempre mutan, pero, ¿está evolucionando o se está adaptando a una mejor transmisión? No lo sabemos con seguridad. Estamos estudiando eso.
¿Cómo se transmite? ¿Se transmite principalmente por una pequeña cantidad de personas que esparcen más virus y crean eventos de súper propagación? ¿Se transmite a través del aire que permanece en las habitaciones? ¿Hasta qué punto es transmisible en exteriores? ¿Hasta qué punto es transmisible por los niños? ¿Hasta qué punto es transmisible por personas que no presentan síntomas?
Estamos aprendiendo cuánto no sabemos sobre los virus y cuánto más necesitamos saber.
Un año después del inicio de la pandemia una misión de la OMS viajará a China para investigar cómo comenzó el brote. ¿Por qué es tan difícil saber con certeza el origen del virus?
Conozco a algunas de las personas en esa misión. Son científicos muy buenos y astutos.
Han estado interesados en estas preguntas desde el principio. ¿Por qué ha sido tan lento el esfuerzo por descubrir el origen del virus? La respuesta es que no es por la ciencia, sino por la política.
Los científicos quieren saber las respuestas. Los científicos chinos quieren saber las respuestas. Los científicos del resto del mundo quieren conocer las respuestas. La razón por la que no las sabemos hasta ahora es porque siempre es difícil saber dónde comenzó un evento como este. Pero también es más difícil si hay política de por medio.
Y no me refiero solo a la desconfianza política y la resistencia por parte de China. Me refiero a la política que ha exacerbado la cautela de China y su renuencia a permitir que los científicos extranjeros entren y hurguen.
Eso implica interacciones políticas no solo dentro de China, sino entre China y Estados Unidos. Sabemos que ha habido una relación muy negativa entre el gobierno Donald Trump y China que ciertamente no ha ayudado.
Entonces, la respuesta simple es la política y el miedo político, la resistencia política a abrir las fronteras y los laboratorios a científicos de otros países, muchos de los cuales tienen relaciones muy negativas con China.
Usualmente nos referimos al virus como un enemigo de la humanidad al que debemos derrotar en una batalla. ¿Son los virus nuestros enemigos?
Los virus no nos desean el mal. Los virus de los animales no buscan a los humanos, no trepan a los humanos. Los virus caen sobre los humanos cuando interactuamos con los animales huéspedes en los que viven.
Entonces, una vez que un nuevo virus está en los humanos y está causando enfermedades y se está extendiendo por todo el mundo, se podría decir que es nuestro enemigo.
Pero los virus generalmente no son nuestros enemigos. Acabo de terminar una historia para la revista National Geographic sobre los orígenes evolutivos de todos los virus. Los virus han traído cosas buenas y malas a los humanos a lo largo de la historia evolutiva.
Han movido genes de una especie a otra, trayendo nuevas posibilidades.
El embarazo exitoso en humanos es imposible sin un gen que fue introducido en nuestro linaje por un retrovirus. Ese virus, que ahora es parte del genoma humano, crea una membrana entre la placenta y la madre que es necesaria para un embarazo humano exitoso.
Los virus nos han ayudado y nos han hecho daño. Y no es porque tengan algún tipo de voluntad para cometer el mal. Es solo porque es lo que hacen, replican y obedecen los imperativos darwinianos básicos: házte más numeroso, extiéndete a lo largo del espacio y el tiempo, evita tu extinción, eso es todo lo que los virus están tratando de hacer.
Solo buscan su propio éxito evolutivo, pero en algunos casos eso significa un gran sufrimiento para la población que lo hospeda, en este caso, los humanos.
A lo largo del año usted ha estado en contacto con varios experto que siguen de cerca la pandemia, ¿cuál es la principal preocupación de ellos?
He estado en contacto con cazadores de virus, biólogos evolutivos, virólogos evolutivos y están prestando mucha atención a este virus.
Uno de los principales mensajes que siguen transmitiendo es que tan pronto como tengamos el control de esta pandemia, tenemos que empezar a prepararnos para la próxima, porque habrá una próxima, no necesariamente una pandemia, sino una amenaza de pandemia.
Otro virus vendrá a llamar a nuestra puerta, así que debemos estar preparados.
Debemos sacar una lección de esto, porque este no es un evento único, esto es parte de un patrón que refleja las cosas que estamos haciendo y sucederá nuevamente.
Si sabemos que estos virus provienen de los animales, ¿la solución sería dejar de comer animales?
Hay varias partes de la solución, algunas personas dicen: «bueno, si dejamos de comer animales salvajes, ¿se solucionará el problema?»
No, pero sí ayudará.
Si dejamos de capturar animales salvajes y llevarlos vivos a los mercados de las ciudades y apilarlos en jaulas junto a otras formas de comida, pollos, cerdos y mariscos, si dejamos de hacerlo, eso ayudará.
Eso reducirá una forma de peligro de derrame del virus, pero esa no es la única forma de peligro.
No se trata solo de animales salvajes que se toman como alimento. Son todos los recursos que tomamos del mundo natural, incluido el mineral coltán, que es necesario para los teléfonos celulares, la electrónica, las computadoras.
Cualquiera de nosotros somos clientes de esas cosas, si tenemos un teléfono celular, entonces somos un cliente del coltán.
El coltán se extrae en solo unos pocos lugares, como el este de la República Democrática del Congo y áreas forestales ricamente diversas donde los mineros, hombres y mujeres que trabajan para nosotros necesitan proteínas, por lo que comen animales salvajes, así que ahí hay una parte de responsabilidad.
¿Cuál es la mayor lección que debemos tener en cuanta para futuras amenazas de pandemia?
Creo que la lección más importante es que los seres humanos somos simplemente otra forma de vida animal. Somos una magnífica forma de animal. Tenemos cerebro. Tenemos imaginación. Contamos con comunicaciones sofisticadas.
Pero somos un animal y estamos relacionados con otros animales por descendencia evolutiva, y una de las características que compartimos con otros animales es la capacidad de albergar los mismos virus.
Compartimos sus enfermedades, somos parte de la naturaleza, no estamos separados de ella, no estamos por encima de ella.
Así que mientras consumimos la naturaleza, tenemos que pensar en limitar el tamaño de nuestra población y la escala de nuestro consumo para que no causemos tanta disrupción y nos pongamos en peligro de propagación de nuevos virus.
Necesitamos vivir cómodamente pero sin derrochar, consumiendo recursos a un ritmo más lento, a una escala más baja.
Podemos lograr eso, podemos hacerlo sin sufrir privaciones, los pobres de este planeta están consumiendo una parte muy pequeña de los recursos. Las personas adineradas consumen más de lo que les corresponde. Si todos consumieran una cantidad razonable, estaríamos causando menos disrupciones.
¿Cómo llegamos a eso? No lo sé. Eso es un problema político y filosófico para personas que son mucho más inteligentes que yo.
Pero ese es el objetivo. Eso es lo que necesitamos para avanzar hacia una vida más suave con este planeta, con una huella más pequeña en el mundo natural, más en equilibrio con el resto del mundo natural.
¿Hay algo que lo haga sentir pesimista u optimista respecto a la próxima amenaza de pandemia?
Tiendo a ser pesimista por naturaleza, tiendo a pensar en las cosas malas que pueden pasar y que probablemente pasarán.
Mi estudio del tema me dice que habrá más derrames, habrá más virus peligrosos saliendo de animales no humanos y penetrando en humanos. Estoy convencido de que sucederá. Pero también creo en la esperanza.
Soy un pesimista que cree en la esperanza porque no creo que la esperanza sea una condición psicológica. Creo que la esperanza es un acto de voluntad y que estamos obligados a tener esperanza porque sin esperanza no hay acción.
Así que tengo muchas esperanzas de que cuando se produzcan nuevos brotes podamos controlarlos con nuestra ciencia, con nuestra salud pública, con nuestra imaginación, con nuestra cooperación. Si hacemos lo necesario, podemos controlar estos brotes para que no se conviertan en pandemias. Tengo esperanzas sobre eso. Y entonces supongo que, en ese sentido, soy optimista.
*BBCNM