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6 junio, 2021

Pulso político: Para el gobierno, Larreta es más peligroso que la peste

Pulso político: Para el gobierno, Larreta es más peligroso que la peste

Por Ignacio Zuleta

Ofensiva. El porteño Mariano Recalde disparó munición gruesa contra el jefe porteño en el Senado. Al mismo tiempo, Jorge Capitanich prepara un proyecto para recortar los subsidios al transporte en el AMBA, y sobre todo en CABA. Ginés se sinceró en la intimidad y crecen las críticas a la gestión Vizzotti. Se acerca el show de las vacunas en el Congreso con final abierto.

La ausencia de actividad pública – reprimida por las restricciones Covid – genera nuevos formatos. Los debates del Congreso son una de las pocas oportunidades de lucimiento que tienen los políticos. Es la razón del alto quórum que tienen las sesiones, que dependen de un clic. Nunca los debates lograban tanta concurrencia antes de la peste. También se ha liberado la participación: antes sólo hablaban unos pocos, autorizados por los bloques según la estrategia de votación, pero también según una escala zoológica de prestigios. Los novatos no hablaban hasta pasado un tiempo en la banca. Hoy la peste horizontalizó la palabra, hablan todos. Lo consienten los bloques porque es la única posibilidad de que los representantes tengan alguna figuración. Las pantallas son, además, un diván que lleva los discursos a relieves de sinceridad muy útiles. Las parrafadas de algunos frente a la soledad de la webcam, conscientes de ser estrellas momentáneas de la pantalla, es un semillero de narcisos led. Más allá de la estética, esos arranques de diván permiten conocer lo que se oculta en otras tramas. La sesión del Senado del miércoles era una joyita de mansedumbre, que quebró el porteño Mariano Recalde para cargar, una vez más sobre la gestión opositora de Horacio Rodríguez Larreta. Tenían conversado el proyecto de prórroga de las PASO e iban con posiciones diferentes en la aprobación de los polémicos DNU anti Covid del gobierno.
Sinceridad ante la soledad de la webcam

La rabieta de Recalde sirvió para confirmar la estrategia de fondo del gobierno, que no tiene que ver con la pandemia, ni con la economía. Tampoco con las elecciones de este año sino con el mediano y largo plazo. Consiste en demoler la trinchera opositora al peronismo que tiene montada la coalición Juntos por el Cambio en la CABA. Recalde describió la agenda de Larreta y, de paso, dejó al descubierto cuál es el juego del peronismo.

La trama que cree ver Recalde en la oposición la sintetizó así:

1) el decreto 334/21 está atado a un proyecto de ley que ya discutimos en este recinto, intenta despejar lógicas electoralistas que, sin ninguna duda, se colaron en la discusión.

2) Larreta lanzó su campaña a presidente y entendió que era parte de su campaña quedar bien con los anti cuarentena, con los anti vacuna y con los libertarios, y empezó a hacerse el más flexibilizador;

3) Firmó junto con el resto de los dirigentes de Juntos por el Cambio una carta abierta en la que decían que no iban a aceptar ninguna restricción ni medida sanitaria, rompiendo el diálogo;

4) Vino un nuevo decreto que, por supuesto, no se consultó, porque ya estaba dicho que no querían discutir. Y cuando no se consultó, directamente, dijo que no lo iba a acatar y se fue a la Corte Suprema a buscar que un tribunal le diera la razón para diferenciarse.

 

Una hoja de ruta que tiene ya un siglo

 

Cada paso del gobierno es una respuesta a una hoja de ruta, que antecede a la peste y que va más allá de 2021: demoler el poder opositor en la CABA. La autonomía de la CABA fue la reforma más profunda de las que instauró la Constitución de 1994. Para el peronismo significó que debía despedirse del poder en ese distrito. Se terminaba la sujeción de la ciudad al presidente de turno. La autonomía porteña transformó el mapa institucional argentino. La posibilidad de elegir jefe de gobierno permitió un proceso inmediato de construcción de política en el distrito.

El primer efecto fue sincerar la representación: el distrito eligió a un radical, porque ese partido tenía el sistema político más sólido preexistente. Nunca desde entonces un peronista pudo gobernar la CABA, cuando antes esa administración era un regalo de la Constitución al partido que ganaba las elecciones nacionales. El blanco desde entonces ha sido achicarle la autonomía a la CABA. Cafiero El Viejo (Antonio) lo hizo con la ley que lleva su nombre. La iniciativa respondió a presiones inconfesadas de la corporación judicial, que entonces y ahora se ha resistido a todas las medidas de traspaso de la justicia «nacional» al distrito.

Esas presiones lograron la ley 24588, aprobada en 1995 para «defender los derechos de la Nación en la CABA”. Arrinconar al distrito compromete a buena parte del peronismo gobernante, que busca en todo momento capturar el apoyo de los gobernadores del resto del país. Cultiva para eso la glándula federal, la misma que ahora activa la Corte Suprema de Justicia cuando rescata los fueros de provincia para la CABA. En la cúpula del poder irrita hasta lo personal. Lo confesó la abogada del Senado, Graciana Peñafort, cuando recibió el fallo de la Corte, en el que le dice al Congreso que debe legislar sobre la peste y se confesó por TV: «Me llegó el lunes a la mañana, no se lo deseo a nadie. Le tengo que decir a Cristina, la tengo que despertar. Me va a putear». José Mayans, vocero sin barbijo, se especializa en rebajar los humos porteños. En la sesión de la comisión de DNU ironizó: «Larreta compite con el presidente, y es el intendente. Si todos los intendentes hacen lo mismo… «.

 

 

El peronismo refuerza el cerco sobre Larreta

 

 

Al peronismo le cuesta menos adherir a esta estrategia de Olivos y los gobernadores se suman al acoso sobre la CABA señalando otros desequilibrios, como el que existe en la distribución del subsidio a los transportes. Todos los gobiernos honran el prejuicio de que mantener tarifas bajas sostiene al voto oficialista. Es difícil comprobarlo, pero el subibaja de los subsidios a la energía y al transporte figura en todas las cartillas estratégicas. Lo que sí es fácil de comprobar es que el flujo de los subsidios produce gárgaras que nutren a fauces profundas e insaciables – proveedores, lobistas, financistas, sindicalistas, etc., toda una cadena de valor como dicen en el CEMA.

Los intermediarios ganan, aunque pierdan los usuarios y los políticos que se ilusionan con que su suerte está ligada a las tarifas bajas. Lo dicen las encuestas, claro, y con eso les basta. El peronismo conoció el pánico tarifario en marzo de 1990, cuando Erman González desreguló el precio de los servicios, contratacara de las privatizaciones. Le costó la derrota de 1991 en las elecciones a diputados en la CABA. La opinión de las encuestas era desoladora para el peronismo. Pero en 1993 el propio Erman encabezó una lista ganadora, pese a que Cavallo era ya ministro de otro round desregulador. Ese fantasma justifica el tope al aumento de tarifas. También el proyecto que el gobierno promete enviar al Congreso antes de las elecciones, para dinamitar la concentración del subsidio a los transportes en el AMBA. La letra es de Jorge Capitanich, que ha concertado con los gobernadores el apoyo a un reperfilamiento del apoyo al negocio del transporte.

Lo discutió con el ministro Guerrera, de transportes, y tiene una señal de Alberto, que le ha escuchado argumentos en varias cumbres del llamado Norte Grande, liga de mandatarios regionales. La base de la ley es un cuadro que describe que el 90% de la masa de recursos, que constituyen un total de 175.000 millones de pesos para 37.000 unidades de pasajeros queda concentrado en el AMBA, mientras que el interior se lleva el 10% de estos recursos.

 

 

Capitanich en la reaparición de Ginés

 

 

Capitanich se mueve con agenda propia por encima o por debajo del radar, sin temor a transgredir algunas marcas. Se sacó, por ejemplo, una foto junto a Ginés González García, con quien firmó un convenio que compromete al Chaco con la fundación INSALUD, alma mater del exministro. Más que foto, lo importante fue la sinceridad del relato que le hizo Ginés de su salida del Ministerio de Salud. No omitió ningún detalle del desaire que le hizo Olivos, por ejemplo, al pedirle la renuncia a través del jefe de gabinete y sin que mediase un llamado de Alberto. También dio testimonio del barbijo que le impusieron para que no hablase del tema. Algo que respetó Ginés hasta hace una semana. Estos testimonios importan por la crisis que dejó esa renuncia.

Carla Vizzotti y Cecilia Nicolini manejan la cartera desde una agenda de contactos, y parecen arrinconadas por los sanitaristas de la línea cubana cercanos a Axel Kicillof, a quienes Alberto mira como adversarios sin cuartel. La debilidad del área ha llegado al Congreso en donde Sergio Massa y Máximo Kirchner debieron admitir el pedido de la oposición de que este martes haya un informe de funcionarios y laboratorios sobre la trama de las vacunas.

 

 

Pacto provisorio para que haya flan

 

 

Mario Negri, jefe del interbloque opositor, había amenazado con convocar a una sesión en minoría de los Diputados que podría haberse convertido en una vidriera insolente de los reproches a la gestión oficial de la peste. Ese mensaje hizo que Massa y Máximo levantasen el teléfono, cortado con la oposición desde hacía varios días. El gobierno juega en la retaguardia en este asunto. No puede monetizar el prestigio que tiene en las encuestas la gestión de la salud – que preocupa menos que la inflación y la economía en la mayoría de los sondeos.

Pero como eligió la línea discursiva de que 1 vacuna = 1 voto, cayó en la zanja del debate Pfizer. Se enredó en una guerra de marcas en a que termina imponiéndose el preconcepto de que si no comprás Pfizer perdés. El gobierno grita que vacuna mucho, pero le responden, para usar la estampa de Casero: ¡pero queremos flan! Pfizer viene a ser el producto más deseado, por ausente. No tiene precio esta campaña para una marca comercial que ya había tocado el cielo al imponer el Viagra – esa ambrosía que ha salvado a generaciones de la tristeza y del olvido. El gobierno, como repechaje, prefiere cantar la Internacional con “la soviética”, que es como llama la calle a la Sputnik.

Finale: el gobierno paga el costo de haberle hecho una verónica a la Pfizer y lo arrastran a una sesión vidriera en Diputados el martes. Lo que va a decir allí es que el que rechazó esa vacuna fue el Congreso al endurecerse con la “negligencia”. La negociación la llevaron Mario Negri, Juan Manuel López, Silvia Lospennato y Carmen Polledo, que recibieron ellos también el testimonio de la opinión de sus interlocutores sobre la baja estima que tienen por Vizzotti y Nicolini. La oposición se previene del efecto búmeran que tienen estos debates.

Los carga el diablo y los disparan los tontos; pueden volverse en contra de quienes creían se beneficiarían de las denuncias. Abrocharon en paz y en sigilo – en cumbres presenciales – el entendimiento para la presencia de las empresas productoras de vacunas en el Congreso, que tuvo otro precio alto: que el oficialismo hundiera, por ahora, el tratamiento del proyecto de la ley de superpoderes Covid que aprobó el Senado hace dos semanas. El tratamiento pasó al miércoles 9 de ésta semana. A la espera de su segundo tiempo.

 

*NotiAr