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28 julio, 2022

Postales de historias de Chubut: La gesta galesa y el temible exceso de entusiasmo

Postales de historias de Chubut: La gesta galesa y el temible exceso de entusiasmo

La gesta de los colonos que llegaron a las costas de Chubut hace 15 años buscando una tierra para ‘ser ellos mismos’ fue menos romántica y mas dificultosamente increíble de lo que se cuenta. Gran parte de toda esa experiencia sin embargo, permitió sentar las bases para un territorio que creció y se posicionó en el contexto nacional como la cuarta provincia exportadora de la Argentina. Pero debió pasar mucho historia y esfuerzos individuales y comunitarios para llegar a esta modernidad, nunca del todo honrada y valorada como se debiera.

En el trajinado viaje, donde se embarcaron los inmigrantes galeses en una nave además que no era la comprometido y con una tripulación inexperta en cruce del océano, hubieron muchos problemas y desazones, pero además hubo fallecidos, sobre todos niños, el futuro, la razón de vida. Eran imágenes duras e imborrables en la vida familiar en medio de un viaje que definía en si mismo el abismo que implicaba la inhóspita Patagonia.

Cuando Michael Jones festejó en el muelle del Victoria Dock que la colonización estaba a flote y se disponía a elevar anclas, también meditaba profundamente sobre sus desvelos. Entre el grupo embarcado solo quedaban dos agricultores, el resto eran mujeres y niños y aventureros, muchos habían abandonado la causa ante las dudas de lo que depararía el destino. Sin embargo, el entusiasmo fue una receta más secreta aún que la de la torta negra.


El 28 de Julio los 150 galeses que lograron llegar con vida pisaron tierra en la “Bahia Nueva”. Un día frío, contradictorio, melancólico, silencioso, triunfal.  Desde entonces los vecinos chubutenses recreamos con ese ánimo: el “Gwyl y Glaniad”, la fiesta de aquel desembarco

 

DEL DICHO AL HECHO- A los inmigrantes les  habían contado que el Valle del Chubut se extendía unos 450 kilómetros y en realidad no eran más que 90. Que el río era navegable decenas de kilómetros y en realidad eran sólo 2. Que había árboles llenos de manzanas, grosellas y uvas en abundancia a tal punto que cuando maduraban, caían al río y agitaban su superficie. También decían que había innumerables rebaños de vacas a la espera de quienes las ordeñaran.

David Williams vendía en el Manual del Colono, “fértiles tierras con colinas cubiertas con bosques de toda clase por la zona de Madryn (sic)”.* Una ´exageración´ necesaria con más imaginación que realidad.

EL BAÑO DE REALIDAD – A decir verdad, cuando llegaron los colonos agotados por la travesía pero ansiosos, Lewis Jones y Edwin Roberts que esperaban desde junio al contingente, les dieron el primer ´baño de realidad´ junto con la bienvenida en un breve discurso:

UNA INVITACIÓN A LA AUTONOMÍA- “Veo en la lista de nombres que ustedes vienen de diferentes condados de Gales y que entre ustedes hay toda clase de oficios. Como este año ya pasó la temporada de preparar la tierra y sembrar, opino que será mejor encarar otros trabajos que nos darán ganancias inmediatas. (…) Al norte de Madryn (hacia el lado de Valdés) hay mármol negro que se vende a 5 libras la tonelada. En Valdés también hay caballos que fueron abandonados por los españoles y que a los jóvenes seguramente les gustará ir a juntarlos para poner al servicio de los colonos. Además, cerca de la boca del río hay cascajo de conchillas valuado en 2 libras la tonelada. Es un lugar conveniente para que personas mayores las junten y preparen la carga de un barco. Más hacia el sur hay una isla llena de guano donde los de edad mediana pueden ir por unos pocos meses y preparar cargamentos, ya que se vende a 5 libras la tonelada. Los carpinteros y otros pueden construir casas y cuidar de las familias, y al final de la temporada distribuiremos las ganancias para comenzar a trabajar las chacras. Ahora me voy a Patagones a buscar mas provisiones para ustedes (…)” *

Los inmigrantes se refugiaron en pleno invierno un frío mes de julio en las rocas de la costa en la zona de Punta Cuevas, en Puerto Madryn. Allí improvisaron casillas para resguardarse

 

LA BASE – En tierra los esperaban cuatro caballos, dos carros, vacas, ovejas y refugios semi-excavados en la roca de lo que hoy se conoce en Puerto Madryn como “Punta Cuevas”, un depósito de víveres, un pozo de agua salobre y un primer tramo del camino hacia el Valle labrado a pico y pala. Lo demás estaba todo por hacerse.

En la soledad de la Bahía y atenuado por el viento cortante se escuchó el “Hip, hip, hurra!” de algunos, y seguramente la arena disimuló las lágrimas de los otros.

EL LÍMITE LÍQUIDO – El primer escollo como siempre en la ´Bahía Nueva´ fue la falta de agua dulce. El agua se debía acarrear unos 4 kilómetros desde el pozo de agua salada que habían logrado los primeros exploradores, con barriles montados en carros que perdían gran parte de su contenido en el trayecto.

Por eso el Comité decidió que el consumo debía ser de dos barriles diarios, y a partir de allí había que aguantarse. Desde aquel origen, el destino de la comunidad de Madryn, una de las más prósperas de todo el país, sigue atada a este racionamiento acuoso de vez en cuando. El agua aún se trae por acueductos por un trayecto de 70 kilómetros desde el Río Chubut.

 

LA INCERTIDUMBRE – “Desde Liverpool hasta el desembarco nadie había pasado necesidad alguna, pero desde el día en que llegamos empezamos a tener un contratiempo tras otro. (…) Éramos poco más de 150 personas de ambos sexos y de todas las edades, que nos encontrábamos en la costa de un país desconocido, lejos de las comodidades acostumbradas, y que teníamos que cruzar decenas de millas de campo seco para alcanzar el valle donde pretendíamos establecernos”. Este relato inicial es de David William que tenía 36 años.

 

EL PRIMER FALLECIDO – David William que relata esa experiencia inicial más arriba, fue el primero en avanzar solo y a pie hacia el Valle dada su ansiedad luego del desembarco. Se perdió ese mismo día y fue hallado muerto en noviembre de 1867 en el “Bajo de los Huesos”, que debe su nombre a este hallazgo. Así sería el inicio de la colonia, extrema, cautivante, sorprendente, y determinante.

 

EL PRIMER NACIMIENTO – A la par, la magia de la vida fluía y permitía superarlo todo. Apenas a los doce días de estar en esta nada, exactamente el 10 de agosto de 1865 nació la primera galesa en territorio argentino, Maria Humprheys, en el sitio que hoy se conoce como «Loma María».

 

EL NEXO CULTURAL – El simbolismo de que María fuera la primera nacida en la nueva tierra se completaría años después. Tenía pocos meses cuando protagonizó, junto a su madre, un hecho paradigmático de la cultura de lo femenino. Dicen que un día, Elizabeth estaba en su casa con su pequeña Mary, mientras su marido, que era carpintero, se hallaba ausente. Los indios aparecieron silenciosos. No los escuchó llegar, hasta que los tuvo delante de sus ojos. Las pieles que los cubrían les daban un aspecto amenazador, salvaje y diferente. Elizabeth quedó paralizada. Trató de recordar lo que se había hablado acerca de qué hacer cuando llegaran los indios, pero sólo atinó a tomar en sus brazos a su bebé y quedarse quieta. Sólo apeló a su instinto y al amor maternal: buscó la mirada de la mujer india que estaba con el grupo, caminó hacia ella y le puso a Mary en los brazos. Fue el mayor sello de confianza entre dos culturas.

 

EL TEMOR INFUNDADO – La Colonia Galesa se caracterizó por ser una de las principales comunidades en convivir pacíficamente con los habitantes originarios de la Argentina y puntualmente del Chupat. Tanto les habían hablado de ‘los indios’ y no los veían que pensaron que en realidad no existían por esos lugares. Todos los días espiaban las nubes por ver si traían la lluvia que necesitaban para hacer crecer las semillas, y de paso si había vestigios de algún malón, pero nada.

 

MALA PRENSA – Para dar idea del miedo que les habían inculcado basta conocer las operaciones cruzadas que habían tenido que aguantar en Gales.   Días antes por ejemplo, apareció impreso en Y Druch Americanaidd un diario de circulación galés, un escrito bajo el seudónimo “Garibaldi”, que según afirmaba Abraham Mathews era el nombre fantasía usado por John Williams Jones, un interesado en boicotear el asentamiento de Patagonia para sumar inmigrantes a Kansas y Nebraska.

ALIMENTO DE LOS ´SALVAJES´ – El argumento más fuerte sostenía que era un país salvaje, lleno de peligrosos aborígenes que ´comían hombres blancos´. Dicen que la sola idea de ser fagocitados por un salvaje pegó, y hubo varios se borraron de la aventura.

De hecho, hacía menos de cinco años el mundo se había conmocionado por la masacre de ocho misioneros anglicanos en Tierra del Fuego, y entonces la figura era muy fuerte.

Otros sin embargo se quedaron firmes, y recibieron apoyos como este, expresado en una carta de despedida: “De todos los planes locos y salvajes que me he enterado, el más loco y salvaje es el de la Patagonia (…)” “Sólo puedo esperar contra toda esperanza que ustedes tengan éxito (…)” “También espero que los indios que se los comerán a todos tengan una indigestión (…)”, alentó un galés a otros en una misiva de despedida con humor.

 

GUARDIAS MILITARES – De ahí que en la Colonia se dispusiera instrucción militar una vez por semana a cargo del capitán Edwin Roberts. Siempre se especulaba sobre la aparición posible de los indios. Y pese a que los primeros contactos dicen que fueron pacíficos, no estaba de más un poco de desconfianza. Los muchachos exploraban y describían el territorio visto como para analizar estrategias si un día finalmente aparecía el malón. En Rawson se llegaron a hacer fosos para que el agua obstaculizara el paso de los nativos.

 

LA APARICIÓN – Sin embargo fue un día inesperado en medio del primer y doble casamiento entre el mismísimo jefe militar Edwin Roberts y Anne Jones, y Richard Jones y Hannah Davies cuando se dio la aparición.

Berwy los había casado y un cortejo de seis soldados de a caballo, y con raros penachos de avestruz y cintas rojas prendidos a los jinetes habían precedido a los esposos hacia “Plass Hedd”.

Fue en la casona rawsense, y durante el almuerzo cuando relatan las historias, dos aborígenes se presentaron y dejaron sin aliento a todos. Mientras un jinete daba aviso al Fuerte Viejo, nadie atinó a más nada, solo a intentar comunicarse con los visitantes. Afirman que fue el pan que sigilosamente tomaron de la mesa servida los nativos el que acortó toda distancia. El hombre y la mujer pasaron la noche con ellos. A la mañana siguieron su viaje sin decir palabra ni mirar hacia atrás.

 

COMIENDO DE TODO – A los pocos meses, las provisiones que el gobierno argentino les había dado se estaban terminando y como eran humanos quisieron volverse. Muchos se preguntaban si ¿No era desafiar a Dios pretender doblegar una tierra de la que nada se conocía? Hasta la corteza del pan usaron para hacer té y contaban que los chicos tenían la boca verde de comer hierbas, raíces y tunas cubiertas de espinas. Costó la producción y la domesticación de animales cimarrones. Pero con el tiempo, todo se fue acomodando y hubo chacareros que se encargaron de proveer la leche y la carne de vaca. La manteca, el pan casero y los exquisitos platos dulces y salados requerían del imprescindible paso del lechero.

Estas, son algunas postales de historia, relatos imprescindibles, esbozos de ayer que ayudan a recordarnos un día como hoy.

 

 

*datos de Historias de los comienzo de la Colonia en la Patagonia/ Tomás Jones «Glan Camwy»/traducción de Fernado Coronato