11 noviembre, 2025
Se facturan más de 135 mil millones de dólares en ventas y una cultura que convierte la soledad en marca.
En un mundo que celebra el amor como mercancía y la pareja como éxito social, el Día del Soltero nació como un gesto de rebeldía: un recordatorio de que la soledad también puede celebrarse. Pero lo que comenzó como una broma estudiantil en China se transformó en el mayor evento comercial del planeta, superando incluso al Black Friday y al Cyber Monday.
Por Mateo León/PS*
Hoy, cada 11 de noviembre, millones de personas llenan los carritos digitales en Alibaba, Amazon y cientos de tiendas en línea. Detrás de las ofertas, hay una historia que dice mucho sobre nuestra época: el deseo de libertad individual convertido en una estrategia de marketing global.
La historia se remonta a 1993, cuando un grupo de estudiantes de la Universidad de Nankín decidió dedicar un día a quienes no tenían pareja. Eligieron el 11/11 —cuatro números uno en fila— como símbolo de individualidad. En sus inicios, el “Guanggun Jie” (光棍节, o “Día de los solteros”) era un juego, una jornada de amistad y pequeñas reuniones para celebrar la independencia sentimental.
Sin embargo, el giro llegó en 2009, cuando el gigante chino Alibaba aprovechó la fecha para lanzar una campaña de descuentos masivos. El resultado fue explosivo: el “Día del Soltero” se convirtió en una maquinaria global de consumo que, en 2024, superó los 135 mil millones de dólares en ventas en un solo día.
Hoy participan más de 250 mil marcas internacionales y se calcula que cada usuario promedio compra entre 5 y 7 productos durante el evento. Las cifras lo dicen todo: lo que empezó como una celebración de la soltería terminó siendo la navidad del capitalismo digital.

El Día del Soltero es, oficialmente, la fecha comercial más grande del planeta. En 2024, las ventas del 11/11 superaron los 135 mil millones de dólares, mientras que el Black Friday y el Cyber Monday combinados apenas alcanzaron 22 mil millones.
El fenómeno ya no se limita a China: más de 90 países participan en campañas del 11/11, impulsadas por plataformas como Amazon, Shopee, Mercado Libre, AliExpress y Lazada. En América Latina, el evento ya supera al Cyber Monday en tráfico digital y conversión de ventas, especialmente entre jóvenes de 20 a 35 años.
Lo más sorprendente es que, a diferencia del Black Friday, el Día del Soltero no sólo vende productos: vende identidad. Las marcas lo han convertido en un ritual global del “auto-regalo”, una narrativa que vincula el consumo con la autoestima, la independencia y la idea de libertad personal.

El éxito del Día del Soltero no radica sólo en los descuentos, sino en el relato que lo acompaña. Las marcas no venden únicamente productos, sino una nueva narrativa de independencia. La campaña publicitaria de Alibaba lo resume: “Si no tienes a nadie que te ame, cómprate algo tú”.
Así, la soledad se resignifica no como carencia, sino como autonomía emocional. Se apela al individuo moderno que se define por su capacidad de elegir, adquirir y autopremiarse. Sin embargo, esta narrativa tiene un reverso inquietante: la idea de que la libertad se mide en poder adquisitivo.
En ese sentido, el Día del Soltero no sólo celebra estar solo, sino también la soledad del consumidor contemporáneo, que sustituye el vínculo humano por la transacción digital. En 2025, los algoritmos no sólo saben lo que compramos, sino también cuándo nos sentimos solos.
El fenómeno trascendió las fronteras chinas y hoy tiene presencia en más de 90 países. En México, España y varios países de América Latina, el 11 de noviembre ya aparece como una fecha clave en los calendarios de e-commerce, especialmente entre jóvenes de 20 a 35 años.
Más allá del consumo, el Día del Soltero revela un cambio cultural: la desaparición del estigma de la soltería. En una era donde el matrimonio disminuye y las aplicaciones de citas fragmentan los vínculos, estar solo ya no es un signo de fracaso, sino una condición de libertad. En redes sociales, el hashtag #SinglesDay se mezcla con frases como “mi mejor relación soy yo” o “amarme es mi prioridad”.

Celebrar el Día del Soltero puede ser visto como un acto de emancipación o de consumo disfrazado de empoderamiento. Tal vez ambas cosas sean ciertas. El capitalismo aprendió a vender no sólo objetos, sino identidades; y el mercado encontró en la soltería un territorio emocional fértil para expandirse.
Pero también hay un mensaje positivo en medio de la saturación comercial: reconocer que estar solo no es una derrota. En una sociedad que teme el silencio y el vacío, atreverse a estar consigo mismo es un acto revolucionario.
Quizá el verdadero sentido del Día del Soltero no esté en las rebajas, sino en recordarnos que, antes de amar a alguien más, debemos aprender a habitar nuestra propia compañía.