3 noviembre, 2020
El anuncio oficial del Gobierno argentino sobre la adquisición y aplicación masiva de la Sputnik V ala población argentina acarreó dudas y debates entendibles en las comunidades. Pero lejos de tratarse de una cuestión ‘ideológica’ sobre el origen nacional o político del medicamento contra el Covid-19, las dudas pasan por otro lado.
Y es que la vacuna se encuentra en fase de producción pero también de experimentación, por lo que escuchar todas las posiciones académicas posibles ayuda a tener un panorama mas integral sobre un remedio que podría ser o no la ‘solución inmediata’ a un problema que no es nada sencillo. La «Gam-COVID-Vac», apodada Sputnik V, es desarrollada por el Instituto Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología de Gamaleya y el Fondo de Inversión Directa de ese país.
En ese sentido, un grupo de 26 científicos del mundo, la mayoría de ellos colaboradores de universidades de Italia, firmó una carta abierta en la que cuestionan la confiabilidad de la Sputnik V. La vacuna rusa contra el coronavirus que de hecho, se encuentra en ‘la última fase del proceso de certificación’.
La misiva fue difundida por el portal científico italiano Cattivi Scienziati y está dirigida al consejo editorial de The Lancet. La revista médica británica que publicó un estudio preliminar sobre el medicamento ruso, evaluado previamente por un comité de relectura.
El fármaco, basado en adenovirus adenovirus, utiliza vectores Ad5 y Ad26 para la proteína de pico de SARS-CoV-2 como antígeno. Y dos formulaciones diferentes (líquida y liofilizada). Aunque la investigación desveló resultados alentadores sobre la vacuna «Gam-COVID-Vac», apodada Sputnik V, los investigadores cuestionan los datos aportados.
El texto indica que existen preocupaciones sobre los niveles de anticuerpos, aparentemente idénticos, en varios participantes del estudio que fueron inoculados. “Sobre la base de evaluaciones probabilísticas simples, el hecho de observar tantos puntos de datos conservados entre diferentes experimentos, es muy poco probable”, detalla la carta.
Los expertos reiteran sus cuestionamientos respecto a la vacuna rusa por “la falta de los datos numéricos originales. Sin los cuales no se pueden sacar conclusiones definitivas. Especialmente con respecto a las aparentes duplicaciones detectadas”.
«Las tendencias en los datos son muy extrañas», dijo Enrico Bucci, profesor de Biología de la Temple University de Estados Unidos y uno de los firmantes.
«Son muy extraños los valores duplicados en distintos grupos de pacientes. Eso no puede ser, es imposible. Con distintos grupos de nueve pacientes, probando cosas completamente diferentes, se obtienen los mismos resultados. Es extremadamente improbable que se obtenga un número tan alto de duplicados. Es como tirar los dados y sacar los mismos números una vez tras otra», añadió el especialista.
Los científicos firmantes de la misiva pertenecen a universidades y centros de salud de Italia, Suiza, Suecia, Australia. Así como de Estados Unidos, Francia, Japón, Alemania, el Reino Unido, Tailandia y Venezuela.
El Instituto Gamaleya, que desarrolló la candidata a vacuna contra el coronavirus, rechazó la crítica. “Los resultados publicados son auténticos y precisos. Fueron examinados por cinco revisores de la revista The Lancet”, manifestó en un comunicado Denis Logunov, subdirector del instituto.
Refirió que su instituto envió todo el conjunto de datos en bruto sobre los resultados del ensayo a la revista. “Presentamos específicamente los datos que fueron producidos (por el ensayo). No los datos que supuestamente deben complacer a los expertos italianos”, aseveró Logunov.
Naor Bar-Zeev, subdirector de la Escuela de Salud Pública John Hopkins Bloomberg, quien revisó los datos rusos, defendió su análisis de la investigación.
«La ciencia debe mantener un equilibrio entre la incredulidad, el escepticismo y la confianza. Esa confianza se confirma mediante la plausibilidad, la repetibilidad y la falsabilidad. Los resultados son plausibles y no muy diferentes a los observados con otros productos con vectores de AdV», dijo.
Destacó Bar-Zeev que «en resumen, no vi ninguna razón para dudar de la legitimidad de estos resultados sobre otros que he leído y revisado. Pero, por supuesto, uno nunca puede saberlo».
Una portavoz de The Lancet citado por Reuters agregó que la revista había invitado a los autores del estudio a responder a las preguntas planteadas en la carta abierta. Estaba siguiendo la situación de cerca, detalló.
Tras el anuncio de que la vacuna fue aprobada,Tarik Jasarevic, vocero de la Organización Mundial de la Salud dijo que «acelerar los procesos no debe significar poner en compromiso la seguridad», durante una rueda de prensa.
En Rusia, la Asociación de Organizaciones de Investigación Clínica dijo que el registro estatal de la primera vacuna contra el coronavirus desarrollada en Rusia debería posponerse hasta la finalización con éxito de la tercera fase de sus ensayos clínicos.
En tanto, mientras la fiabilidad de la vacuna está en instancias de un debate editorial a través de una revista científica, el Fondo de Inversiones Directas de Rusia (FIDR) informó que suministrará a países de América Latina hasta 100 millones de dosis de su vacuna Sputnik V. De las cuáles ya 10 millones comprometió comprar y aplicar masivamente la Argentina.
«Acordamos el envío de 32 millones de dosis de la vacuna a México. En breve, anunciaremos el suministro de hasta 100 millones de dosis a otros países de América Latina», dijo Kiril Dmítriev, jefe del FIDR.
Durante una conferencia telemática con cancilleres latinoamericanos, destacó que Rusia ya alcanzó un acuerdo de suministro con el Estado brasileño de Paraná. Este viernes, anunciará otro igual con un segundo Estado de ese país.
«Brasil nos comprarán 50 millones de dosis», precisó, según recogen las agencias rusas.
También destacó que ya acordó con Brasil la producción conjunta de la vacuna y se mostró dispuesto a sellar acuerdos similares con otros países latinoamericanos.
En varios países de América Latina hay sectores que miran con desconfianza la aplicación masiva de un producto que no cuenta con el respaldo integral de la comunidad científica. «Esperemos que los latinoamericanos no seamos los cobayos de prueba otra vez para el mundo», advirtió un académico argentino que apeló a la responsabilidad de los profesionales y científicos criollos para certificar su uso en el territorio nacional.
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